Lo que pudo ser y no fue. El talento y el trabajo diario condicionan el éxito de un futbolista en la élite. Sin embargo, las decisiones y el entorno del jugador también adquieren un papel importante en la trayectoria. Ilaix Moriba es la viva prueba de que las prisas y la ambición desmedida no son buenos compañeros de viaje. Ronald Koeman le abrió las puertas del primer equipo del FC Barcelona un 21 de enero de 2021. Meses después, ya exigía un salario de estrella. No hubo más remedio que venderlo tras dicha traición.
Lejos de la Ciutat Esportiva Joan Gamper hace frío. El centrocampista fichó por el RB Leipzig un año antes de finalizar su contrato con el Barça. La operación resultó todo un éxito, sellada con 16 millones de euros fijos y seis variables. Deportivamente, el jugador guineano salió perdiendo. Por su parte, la entidad encontró una mina de oro con la irrupción de Gavi. El tiempo les dio la razón a Mateu Alemany y Jordi Cruyff, que por aquel entonces daban sus primeros pasos en el área de fútbol azulgrana.
Exigía seis millones
Tras disputar apenas 18 partidos bajo el mando de Koeman, cambió de representación. Los agentes de Rogon solicitaron que le triplicasen su ficha de los dos a los seis millones anuales para renovar. No hubo ni atisbo de acuerdo con la dirección deportiva.
Ya percibía dos kilos por curso, cifra similar a Pedri y Ronald Araujo. Sus dos compañeros de equipo se habían erigido en pilares y disputaron la Eurocopa y la Copa América, respectivamente. De ninguna forma iban a desequilibrar la escala salarial por un melón todavía por abrir.
No levanta cabeza
Aquella decisión condenó, hasta la fecha, la carrera del joven futbolista. La traición de Ilaix al club le salió muy cara. Tanto que dos años y medio más tarde no ha conseguido mostrar una versión cercana a la promesa de brillante porvenir que maravillaba a los culés en la temporada 2020/21. Por segunda vez, el interior de 21 años ha salido cedido por la puerta de atrás del Leipzig, en vista de la falta de oportunidades.
En su primera titularidad con el Getafe, cada toque de balón de Ilaix se sincronizaba con una sonora pitada de todo el Estadi Olímpic de Montjuïc. El destino es caprichoso, y la otrora perla azulgrana se reencontró con el Barça el día que estrenaba presencia en la alineación. Y no pudo terminar de peor manera. Lo cierto es que solo acumula tres partidos en el cuadro azulón y debe adaptarse a un nuevo estilo de juego.