Xavi Hernández se ha ganado su primera tarjeta roja de Culemanía esta temporada. Después de haber visto la amarilla en dos ocasiones, esta vez ya no hay vuelta atrás. Merece el máximo castigo como gran responsable del despropósito de partido que ofreció el FC Barcelona en el clásico de la Supercopa contra el Real Madrid (4-1).
El míster azulgrana cometió varios errores de bulto en la planificación y desarrollo del partido, pero, sobre todo, queda retratado ante la falta de argumentos, respuestas y soluciones que presenta en las ruedas de prensa. Lo peor de todo es que ha conseguido que dejen de rendir los que antes nunca fallaban, como Ronald Araujo. El central y tercer capitán azulgrana fue totalmente superado por Vinicius. Perdió los duelos en velocidad, cometió un penalti y terminó expulsado. ¿Qué se ha roto entre Xavi y sus jugadores? ¿Cómo puede ser que la misma defensa que el año pasado hizo realidad el récord de equipos con menos goles encajados en la historia, este curso haga aguas por todos lados?
Nosotros no tenemos la respuesta, pero lo preocupante es que Xavi tampoco la tiene. Abatido, manda un mensaje de "volveremos" pero su cara y mirada dicen otra cosa muy diferente. Ya no se le adivina mala leche, tan solo desidia y frustración. Le empieza a venir grande el traje de entrenador del Barça y como no cambien las cosas contra el Unionistas de Salamanca, puede acabar en la calle antes de acabar el mes.