Samuel Umtiti ha terminado su etapa en el FC Barcelona. Por fin. Han pasado ya siete años desde que el Barça oficializó, en 2016, el fichaje de un entonces casi desconocido defensa del Olympique de Lyon que se acabó convirtiendo en un gran pilar del equipo durante dos temporadas y que tiró su carrera a la basura en 2018, tras jugar infiltrado la Copa del Mundo de 2018 con Francia. Ganó el Mundial a cambio de no volver a ser nunca el mismo. Vendió su alma al diablo.
El Barça ha hecho oficial este mismo viernes 30 de junio la rescisión del contrato del central galo. Un comunicado breve y escueto en que la entidad desvela un acuerdo entre las partes para sellar la desvinculación de un jugador que tenía firmado hasta 2026. Gracias, suerte y éxitos en el futuro, le desea el club para finalizar la nota.
Como alma en pena
Da la sensación de que el Barça se quita un gran lastre de encima con esta rescisión contractual. Desde que se rompió tras Rusia 2018, y después de rechazar operarse la rodilla para apostar por un tratamiento conservador en Qatar, Umtiti ha vagado por los campos de entrenamiento como alma en pena. No se ha vuelto a sentir jugador de fútbol hasta esta última temporada, en que jugó cedido en el Lecce con números aceptables: 25 partidos y 2.116 minutos.
En las temporadas anteriores en el Barça jugó los 90 minutos de un solo partido (21-22), 827 minutos en 16 encuentros (20-21), 1.316 minutos en 18 duelos (19-20) o 1.268 minutos en 15 partidos (18-19). En cambio, antes de su lesión de rodilla, jugó 3.549 minutos en 40 encuentros como titular indiscutible (17-18) y 3.279 minutos en 43 choques (16-17). La diferencia de rendimiento entre el antes y el después de la lesión es abismal.