Las tres claves que condicionan el voto de censura contra Laporta en el Barça
Los grupos de oposición, liderados por Camprubí y Víctor Font, así como los de opinión tienen trazada una estrategia para tumbar al presidente azulgrana
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Los nuevos vientos de este 2025 anuncian tensión en can Barça. La noticia de un voto de censura contra el presidente azulgrana sobrevuela los aledaños del viejo Camp Nou, donde todavía se ubican las oficinas del club. Los grupos de oposición están unidos por dos líderes, Joan Camprubí Montal y Víctor Font, que aspiran al trono presidencial. Se enfrentarían en caso de conseguir sacar a Joan Laporta del poder, pero contemplan unir sus fuerzas en caso de necesidad: ya sea una moción de censura o una candidatura conjunta si el abogado llega vivo a las elecciones de 2026. Sus respectivos equipos, Som un Clam y Sí al Futur, trabajan conjuntamente con los grupos de opinión barcelonistas, hartos de la gestión presidencialista, irresponsable y descuidada de Laporta.
La negligente conducción del caso Olmo ha enervado a los más críticos contra el presidente y ha despertado a muchos socios hasta ahora pasivos. Los grupos de opinión --Seguiment FCB, Dignitat Blaugrana, Un Crit Valent, El Senyor Ramon, Compromissaris FCB, Suma Barça o Transparencia Blaugrana-- han decidido pasar a la acción y, unidos a los equipos de Font y Camprubí, han trazado un plan de acción consistente en destronar al presidente Laporta. Una estrategia que depende, a día de hoy, de tres factores clave.
Pendientes de Olmo y Pau Víctor
En primer lugar, antes de interponer el llamado voto de censura --así lo recogen los estatutos del Barça, que obvian la expresión moción de censura-- hay que esperar a la resolución del caso Olmo. Aunque por el momento ha sido un cúmulo de despropósitos, la mayoría difícilmente justificables, desde el Barça mantienen el discurso carismático del presidente: optimismo y esperanza. El club ha solicitado la denominada "medida cautelarísima" al CSD --Consejo Superior de Deportes-- para que permita la inscripción de Dani Olmo y Pau Víctor en los próximos cinco días. En caso de darse una final contra el Real Madrid, ambos podrían llegar a tiempo para el clásico, lo que calmaría mucho los ánimos.
Desde el Barça, sin embargo, no son tan optimistas con esta vía, muy condicionada al reglamento de la RFEF, que ha servido para tumbar las licencias de ambos futbolistas. En caso de no lograr esa cautelarísima, desde el club abordarán la cuestión a través de la justicia ordinaria por vía de lo contencioso-administrativo. Laporta propone cuestionar la autoridad de la Liga y la RFEF por impedir el ejercicio de su profesión a dos futbolistas en pleno mercado de fichajes de invierno. La situación económica que impedía su inscripción ha sido ya resuelta y el club está en la regla 1:1 del Fair Play, pero los organismos se niegan a reactivar las licencias caducadas.
La Supercopa puede dictar sentencia
Hay un segundo aspecto clave que condicionará el porvenir de ese, todavía hipotético, voto de censura. Hablamos del también hipotético clásico del próximo 12 de enero en Arabia Saudí. El Barça debe ganar, antes, al Athletic Club, vigente campeón de la Copa. Mientras que el Madrid debe tumbar al Mallorca. Si ambos vencen, se medirán en una final más caliente de lo habitual. Una victoria culé podría sofocar del todo la rebelión de los grupos opositores a Laporta, mientras que una derrota a manos del eterno rival podría alimentar todavía más su sed de sangre, dando alas a la cacería que tanto anhelan algunos.
En tercer lugar, los grupos de oposición y opinión esperan a la reacción del presidente Laporta. El voto de censura lo anunciaron como una medida drástica a la que preferirían no tener que llegar sin antes reclamar otras dos vías menos agresivas: o la dimisión directa del presidente o que se someta a una cuestión de confianza. Dos posibilidades que, por otra parte, parecen muy poco probables.
Los plazos del voto de censura
En caso de que esas tres condiciones se cumplan --que no se logre la inscripción de Dani Olmo y Pau Víctor, que el Barça salga trasquilado de la Supercopa y que Laporta no dimita ni se someta a una cuestión de confianza--, el voto de censura podría ser activado este mismo enero. La semana clave para recoger las firmas sería la última del mes, cuando el Barça recibe en el Estadi Olímpic Lluís Companys al Valencia (26 de enero) y al Atalanta (29 de enero). Hasta esas fechas no se juega ningún partido en Montjuïc, así que antes no se hará, a pesar de la impulsiva intentona de Jordi Farré.
También cabe la posibilidad de que decidan esperar al cierre del mercado de fichajes de invierno, que termina el próximo 3 de febrero. En caso de que en esa fecha no se haya logrado inscribir a Olmo y Pau Víctor, ya sería definitivo el fracaso y los argumentos para la moción serían aún más contundentes. Hay una tercera posibilidad, que pasaría por esperar a final de temporada y lanzar el voto de censura en junio, para ayudar a la estabilidad de la institución. Esa vía gusta menos a los opositores, conscientes de que el barcelonismo olvida muy rápido y de que si la temporada acaba de forma decente, será más difícil penalizar a un Laporta muy experimentado en estas lindes. Ya sabe lo que es superar un voto de censura. Lo hizo, por la mínima, en 2008. Y luego llegó al Barça de Guardiola.