El Barça es un club con la autoestima muy baja. En crisis. Poco queda de la entidad que hace una década y media era admirada en todo el mundo por su fútbol y su alianza con Unicef. Hoy, el Barça es un club mucho más mercantilista, pero también es un club deprimido, decadente. Igual que Joan Laporta, menos ingenioso que entonces y con peores compañeros de viaje. Sin Johan Cruyff, es un presidente vulnerable, incapaz de dar continuidad a un proyecto que comenzó en 2021 y con muchos problemas para seducir a la masa social barcelonista. El traslado a Montjuïc ha sido un golpe muy duro que también pasará factura durante el próxio ejercicio.
Laporta es optimista por naturaleza. También es atrevido. Y asegura que la crisis actual del Barça es parecida a la de 2008, cuando superó un voto de censura por los pelos y, un año después, el equipo de Pep Guardiola ganó la Copa del Rey, la Liga, la Champions, la Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes. Ahora nadie sueña con semejante gesta. Ni con mucho menos.
Johan Cruyff y Pini Zahavi
El Barça de 2024 es un club atormentado por su deuda, que ronda los 1.200 millones de euros, y por una masa salarial excedida. Hoy, Laporta no puede fichar a los cracks que desearía. Ni tiene a Pep Guardiola, avalado entonces por Cruyff y Txiki Begiristain. Ahora tiene a Hansi Flick, un técnico recomendado por Pini Zahavi, antiguo socio y amigo del presidente.
En tres años y medio, Laporta ya ha despedido a Ronald Koeman y Xavi Hernández, dos leyendas del Barça. El primero, por ser el héroe de Wembley. El segundo, por ser, probablemente, el mejor centrocampista español de todos los tiempos. Con Flick busca un cambio de rumbo drástico. Se ha acabado el fútbol de toque. Llega la hora del fútbol más físico y directo. Más competitivo y pragmático.
Los abonados desconectan
La afición, mientras, se toma un respiro. Ya ni quiere enfadarse. En otras épocas, y sobre todo en el Camp Nou, Laporta ya hubiera sido víctima de alguna pañolada sonada. Ocurre, sin embargo, que Montjuïc es un estadio frío, con más aficionados ocasionales que abonados. Muchos socios todavía se indignan cuando les recuerdan que en el Olímpic Lluís Companys se hizo la ola cuando el equipo empataba contra el Valencia (2-2) en una noche de perros.
El Barça ha perdido abonados (socios con asiento) en la última década. Actualmente, el club tiene entre 80.000 y 85.000. Sin embargo, solo 17.000 retiraron su abono a principios de temporada. Es decir, uno de cada cinco. Los accesos a Montjuïc incomodan a los barcelonistas. Tampoco gusta la gran distancia entre las gradas y el campo. Y, tampoco, el frío.
Las pérdidas del traslado
Los socios del Barça, además, se han mostrado muy críticos con la política del club de tener que retirar su abono para cada partido. Y se han quejado reiteradamente de no tener una localidad fija. Muchos aseguran que las mejores localidades de cada zona se venden a los turistas o aficionados esporádicos.
La afición del Barça desconecta del equipo. Y la Grada d'Animació está que trina con el máximo dirigente por reducir a la mitad los asientos disponibles. A Laporta no parece preocuparle demasiado la desafección de los más veteranos, pero sí los gritos de las peñas más jóvenes en su contra. Y más le preocupan las pérdidas ocasionadas con el traslado a la montaña olímpica. Casi 100 millones de euros dejará de ingresar este año el club.
Un nuevo curso
El 1 de julio comenzará un nuevo curso. Será otro curso atípico, con dos abonos para los socios. El primero incluirá los partidos que se disputen en Montjuïc. El segundo, los que se jugarán en el Camp Nou, que espera reabrir sus puertas en diciembre de 2024 con un aforo de 60.000 asientos.
"Somos pesimistas. Muchos socios que han retirado este año su abono anual en la temporada que ahora termina podrían no hacer lo mismo en los primeros meses del próximo ejercicio y reservarse para el Camp Nou", admite una fuente del club.
De momento, el Barça se apaga día tras día. Laporta ha anunciado que no habrá grandes ventas ni grandes fichajes. Asegura que Flick conectará mejor con los futbolistas que Xavi, pero el socio azulgrana necesita mucho más para ilusionarse de nuevo, ni que sea una estrella o un nuevo referente. El Barça de Laporta, a dos años de las próximas elecciones, está en horas bajas. Muy bajas.