Vinicius Júnior, jugador del Real Madrid, lloró en rueda de prensa, cansado de combatir el racismo solo. "Cada vez tengo menos voluntad de jugar. Nadie me está apoyando", dijo el atacante brasileño. En motivo de la lucha, la Federación Española (RFEF) y la brasileña acordaron celebrar un amistoso en el Santiago Bernabéu, para dar visibilidad a la causa. Después de los 90 minutos resulta que el encuentro no ha servido para mucho.
Sobre el terreno de juego saltaron chispas. Sobre todo, por parte de algunos futbolistas de la canarinha, entre ellos Vinicius. No fue un amistoso cualquiera entre dos grandes selecciones. Además de no dar ejemplo sobre el rectángulo de juego, las federaciones, y el Real Madrid, se han lucrado de un partido organizado con fines benéficos.
¿De qué sirvió el partido?
Vinicius parecía tener razón. Ni tan siquiera las entidades organizadoras del evento aprovecharon el amistoso para ayudar en la causa contra el racismo. Según Mundo Deportivo, el partido no fue benéfico. El España-Brasil generó cinco millones de euros, que se repartieron entre los implicados.
El Real Madrid se llevó un millón, la RFEF dos kilos y la Confederación Brasileña de Fútbol otros dos. El protagonista mediático del amistoso fue Vinicius Júnior, que, a priori, lucha por una causa a la cual no ha destinado ni un euro del partido su propio combinado nacional.
Bernabéu a reventar
La misma Brasil, país del futbolista afectado, pidió dicha cantidad de dinero para participar en el amistoso, un hecho que llama la atención teniendo en cuenta que Vinicius es la víctima principal, debido a los insultos racistas que recibió en Mestalla, feudo valencianista.
Durante la previa del partido, los dos combinados nacionales vistieron una sudadera completamente negra con un mensaje de unión: "Una sola piel". El partido entre España y Brasil se celebró por una buena causa, aunque esta se quedó en las intenciones. Nadie cedió una parte de sus ingresos a ninguna organización benéfica.