Poco más de 2.000 kilómetros separan a Donetsk de Hamburgo. Es en esa ciudad alemana, sin embargo, donde se jugará el partido entre el Shakhtar Donetsk de Ucrania y el FC Barcelona, correspondiente a la cuarta jornada de la fase de grupos de la Champions 2023-24. Una situación atípica, teniendo en cuenta que el Barça ya ha jugado en varias ocasiones contra el equipo ucraniano a domicilio en este siglo XXI.
Lamentablemente, esta vez le toca hacerlo en un estadio neutral. La guerra provocada por la invasión de Rusia en Ucrania ha obligado a tomar la decisión alternativa. Desde poco después que empezase la guerra, el Shakhtar disputa sus partidos como local en el Volksparkstadion de Hamburgo, que le ha acogido con los brazos abiertos.
Un encuentro de tristes condicionantes
Para este partido en concreto, sin embargo, los antecedentes de la previa han sido aún más extraños y circunstanciales. Este último fin de semana las autoridades germanas cerraron temporalmente el aeropuerto de Hamburgo, donde un padre se atrincheró con explosivos dentro de un coche, con su hija de cuatro años como rehén.
Al final la situación pudo resolverse sin problemas a lo largo del domingo, pero hasta el momento de la reapertura del aeropuerto ambas expediciones, la del Shakhtar y la del Barça, estuvieron pendientes de si podrían o no volar hasta allí. La guerra y la violencia, una vez más, alterando en Europa la planificación del fútbol europeo.
El Volksparkstadion, estadio con historia
En lo que respecta al Volksparkstadion de Hamburgo, cabe señalar que se inauguró en 1953, aunque fue objeto de una importante remodelación en el 2000. Fue entonces cuando se transformó en un estadio más adecuado para el fútbol moderno, albergando partidos en fases finales de grandes torneos como las Copas Mundiales de la FIFA de 1974 y 2006, así como del Campeonato de Europa de la UEFA de 1988.
Con su nombre actual, también se convirtió en sede de la final de la UEFA Europa League 2010, cuando el Atlético de Madrid venció al Fulham por 2-1 en la prórroga. Un estadio que, además, suele ser sede de eventos de boxeo y conciertos.
La historia del reloj guardado bajo llave
Es propiedad del Hamburgo y, como apunte anecdótico, hay que decir que durante varios años el campo disponía de un reloj que contaba el tiempo que el club había estado en la máxima categoría del fútbol alemán. No obstante, dicho reloj ha estado guardado desde que el HSV sufriese su único descenso en el año 2018.
Con relojes o sin ellos, y dejando de lado los condicionantes ajenos al fútbol, lo que el Barça de Xavi Hernández desea este martes es llevarse un triunfo que le permita clasificarse matemáticamente para los octavos de final de la Champions League. Y, de esta forma, afrontar los dos últimos partidos de la fase de grupos con una mayor tranquilidad, y con la posibilidad de oxigenar las piernas de sus indiscutibles.