Jaume Roures: "El Camp Nou no estará listo para 2024"

Las obras del Camp Nou son un tema de interés general en el deporte español. El ambicioso proyecto del FC Barcelona genera mucha incertidumbre, sobre todo por los tiempos establecidos por la dirigencia azulgrana. En este sentido, la junta de Laporta espera volver al estadio en noviembre de 2024; sin embargo, Jaume Roures está convencido de que la construcción tardará más tiempo de lo señalado.

El fundador de Mediapro y persona cerca al presidente del Barça, explicó en una entrevista concedida a Què T'hi Jugues que "no soy promotor pero algo sé en obras y el año que viene el Camp Nou no estará listo. Esto me parece obvio. No se podrá jugar en las condiciones que se están diciendo". Hay que recordar que en Culemanía ya hemos informado sobre la complejidad del cumplimiento de las obras para 2024, en especial por la demora de las últimas licencias.

Joan Laporta y Jaume Roures, en la inauguración del museo provisional del Barça / FCB

Por otra parte, Roures también indicó que lo mejor para el club azulgrana habría sido construir un recinto desde cero: "Era un error remodelar este estadio. Se tendría que haber hecho un campo para 90.000 personas, a un kilómetro del actual Camp Nou, moderno, habilitado... eso hubiese costado 800-900 millones de euros. Lo hubiese hecho en otro sitio, pero muy cerca". 

El 125 aniversario del Barça

La expectativa de Laporta es que el nuevo Camp Nou pueda estar listo para noviembre de 2024, con el objetivo de celebrar el 125 aniversario de la entidad culé. Para ese entonces el estadio no estará totalmente listo, por lo que los partidos se jugarán con un aforo reducido mientras se termina el restante de las obras. No obstante, ese plan tan ambicioso está complicándose con el pasar de las semanas.

Los trabajos de demolición de la tercera grada y de acondicionamiento para la nueva estructura ya están prácticamente terminados. Limak Construction, sin embargo, no puede iniciar la nueva fase, a la espera de unos permisos que en el Barça confiaban que llegarían en agosto. Desde el Ayuntamiento de Barcelona se argumentó que "los trámites, en manos de técnicos, son lentos".