Dos años y medio después de que Joan Laporta y su junta directiva hayan cogido las riendas del FC Barcelona, no puede decirse que la problemática económica del club se haya solucionado. Si bien es cierto que los obstáculos se han ido salvando --la mayoría de veces a última hora--, en un ejercicio de pura supervivencia, parte del drama monetario que arrastra la entidad simplemente ha pasado del corto al largo plazo. Pan para hoy, hambre para mañana. La deuda bruta de alrededor de 4.000 millones de euros lo deja bien claro... Y el riesgo de que el Barça se convierta en una Sociedad Anónima Deportiva (SAD) cada vez está más presente.
Es verdad que el problema que se encontró la junta laportista era mayúsculo. Y se apostó por confeccionar un primer equipo competitivo a fin de mantener la excelencia deportiva, y con ello agilizar la recuperación económica a base de trofeos y patrocinadores. Una apuesta arriesgada, que se tomó cuando al mismo tiempo se fomentaba un rejuvenecimiento de la plantilla y una drástica reducción de masa salarial. La salida de las vacas sagradas, o las rescisiones de jugadores como Umtiti, Mirotic o Higgins --estos dos últimos en la sección de baloncesto contribuyeron a ello.
Revolución y despidos masivos en el Barça
No en vano se ha reducido drásticamente la masa salarial deportiva del primer equipo en 162 millones de euros. De costar 566,5 millones el año pasado --lo que engloba los salarios y amortizaciones de la primera plantilla-- ha pasado a suponer un gasto de 404,7 millones. Lógico, en teoría, tras la salida de pesos pesados como Gerard Piqué, Antoine Griezmann, Sergio Busquets o Jordi Alba, además de otros jugadores con salarios altos como Ousmane Dembelé o Ansu Fati. Se han llevado a cabo soluciones especiales para cumplir con el Plan de Viabilidad de la Liga, y así entrar con alfileres dentro de los márgenes del Fair Play financiero.
Lo que no ha ayudado tanto a que las cuentas del club mejores, o al menos no en gran medida, han sido los despidos progresivos de ejecutivos y trabajadores del club. Ya van sobre 100 despidos desde que Laporta regresó a la presidencia. Uno de los más recientes y sonados fue el del antiguo jefe de seguridad del club, Lluís Venteo, exinspector de los Mossos que se encargaba de los dispositivos de seguridad en los partidos de alto riesgo. A él le acompañaron otros 13 trabajadores a la calle a finales del mes de mayo de 2023.
Venta de activos y sociedades paralelas
Poco después se anunciaba el cierre de Barça TV y el despido de sus 94 trabajadores, de los cuáles 14 finalmente serán reubicados en Barça Produccions SL. Y qué decir de las ventas de activos del club --también llamadas palancas mediante entramados societarios como Barça Studios, cuyo 49% de propiedad ya pertenece a socios externos. En el seno del club se está produciendo una privatización progresiva con Goldman Sachs, Sixth Street y otros fondos extranjeros como protagonistas.
Por mera necesidad de disponer de recursos económicos inmediatos --aunque eso conlleve sacrificar activos de futuro--, la junta de Laporta ha ido imitando y ampliando el modelo de sociedades paralelas que promulgó en su día la directiva de Bartomeu. Filiales creadas con la finalidad de ser troceadas y, después, vendidas al mejor postor para generar ingresos extra. Una solución cortoplacista que amenaza con descapitalizar al club y externalizar líneas de negocio muy rentables.
El futuro Espai Barça, ¿la solución culé?
El hundimiento económico del FC Barcelona, a pesar de que la directiva de Laporta se empeñe en asegurar que la "deuda está controlada", sigue ahí. Son muchos socios los que se preguntan cómo va a poder salvar el Barça el modelo actual de propiedad, con 4.000 millones de deuda bruta. Más aún cuando el Barça ha reducido en los últimos años su facturación, hasta llegar a unos 750 kilos anuales en la actualidad. Puede que parte de la recuperación económica pase por los ingresos que se extraigan del Espai Barça, una vez funcione a pleno rendimiento.
Esa, al menos, es la gran esperanza de la junta. El entorno laportista calcula que el FC Barcelona ingresará 340 millones de euros anuales a partir de la temporada 2025-26. Por supuesto, es una aproximación futura y no una realidad contrastada. Sólo falta rezar, a estas alturas, para que todo marche según lo previsto. Y que los cálculos estimados por Laporta y sus allegados no hayan sido exageradamente optimistas.