Como un funambulista en el alambre. Así se las está viendo últimamente Joan Laporta: haciendo lo posible por sostener al Barça, entre polémica y polémica, para evitar que caiga al vacío. A veces compensa efectuar un movimiento u otro, no casarse con nadie y, a la vez, intentar caer bien a todo el mundo. Una mera cuestión de intereses que puede llevar al FC Barcelona a un cambio de alianzas próximamente, teniendo en cuenta el orden de los acontecimientos. El último de ellos ha sido la renuncia --por carta-- de la Juventus de Turín a seguir acompañado a Real Madrid y Barça en la gestión del proyecto de Superliga Europea.
¿El motivo? Las presiones y amenazas de la UEFA, que con Aleksander Ceferin entre bambalinas se planteaba dejar a la Vecchia Signora fuera de competiciones europeas en varias temporadas consecutivas. "Hay pruebas irrefutables de que la UEFA amenazó a la Juventus con echarla de Europa tres años", protesta A22 Management, la empresa promotora de la Superliga. Lo cierto es que el máximo organismo europeo tiene argumentos para ello: el club transalpino está inmerso en el ojo del huracán debido a la llamada Investigación Prisma.
En invierno se confirmó además el juicio al equipo italiano por el Caso Plusvalías, lo que llevó a la junta de Andrea Agnelli a dimitir en bloque. Por si fuera poco, el 20 de enero la entidad recibió una dura sanción de -15 puntos en la Serie A, que acabó quedándose finalmente en -10. Queda claro que la Juve tiene otros problemas por solucionar a corto plazo. Necesita un respiro, y de ahí que haya querido apartarse de la Superliga, en parte, por las coacciones y el miedo.
La Juventus y el posible efecto espejo
Tomando como ejemplo el caso de los bianconeri, el FC Barcelona bien podría hacer lo mismo. El Barçagate de Enríquez Negreira es el arma perfecta para que la UEFA presione a la entidad culé con posibles sanciones. Pese a que Laporta ha acercado posturas con Ceferin en los últimos tiempos, de momento no está asegurada al cien por cien la presencia de los de Xavi Hernández en las próximas ediciones de la Champions League.
Recientemente, de hecho, los dos inspectores UEFA encargados de investigar el caso concluyeron que el Barça debería ser sancionado sin Liga de Campeones por la trama Negreira. Ceferin se debate entre esperar a la resolución de la justicia española o sancionar al Barça. Y en esas, si el club se aleja de la Superliga e imita el camino de la Juventus, podría salir beneficiado.
Distancia creciente entre Barça y Madrid
El movimiento significaría soltarse de la mano del Real Madrid, en un nuevo desencuentro que se sumaría a los que han acontecido en los últimos meses. Las palabras de Laporta acusando al club merengue de ser el equipo "del régimen", la respuesta blanca con un vídeo polémico, la ausencia de Florentino Pérez en el palco del Camp Nou durante el último clásico, el desplante en la comida de directivas...
Unos hechos que muestran la distancia inesperada entre los eternos rivales, partiendo de la base de que ambos clubes lucharon conjuntamente contra UEFA, Liga, viento y marea meses atrás. Conformaron, de hecho, una sociedad estratégica en asuntos trascendentales como la modificación de la Ley de Presupuestos, la cruzada contra Javier Tebas y CVC, la reforma de la Ley del Deporte, el intercambio de socios como Legends y Sixth Street o, sin ir más lejos, el litigio contra la Liga por registrar la marca del clásico. Al final, todo se basa en intereses propios. Y a Barça y Madrid les interesó unir sus caminos entonces.
Los vaivenes de Laporta al frente del Barça
En la actualidad, sin embargo, Laporta está reuniéndose en son de paz con los dirigentes de Liga y UEFA, tanto para evitar sanciones europeas como para facilitar que, en el caso de la patronal, el club recibiese el OK al plan de tesorería para llevar a cabo la planificación deportiva que desea este verano.
Un visto bueno, por cierto, que ya ha llegado. Así le ha tocado vivir estos tiempos a Laporta en el trono presidencial del Barça; bailando a veces con la más guapa y otras con la más fea, moviéndose entre dos aguas y, en ocasiones, entre la espada y la pared. Todo sea por salvaguardar el bienestar institucional, económico y social de un Barça que se ha visto sacudido por varios terremotos en los últimos años. Pero que, para sorpresa de propios y extraños, siempre sale a flote.