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La diferencia entre el aura del Fútbol Club Barcelona en el momento de la grave lesión de Gavi y el actual es tan grande que parece dramaturgia. Uno de esos melodramas perfectos que transportan suavemente al espectador desde la desolación a un acrisolado canto de vida y esperanza. El barcelonismo pudo incluso contemplar cómo esa fecunda fuente cuya virtud vence al destino de la que hablaba el poeta Rubén Darío se materializaba gloriosa en el momento del partido de ayer ante el Sevilla en que Pedri envolvió el brazo de su alma gemela con la senyera de capitán azulgrana.

Entre pesas, esterillas y dientes apretados, el pródigo Pablo Martín Páez Gavira ha recorrido un camino tan heroico como insólito. Fue arrancado del Barça de sus entrañas en el albur de un momento tenebroso, pero regresa ahora a un equipo pletórico, que cuenta sus partidos por goleadas como consecuencia directa de haber domado el vértigo, sublimado la pausa y recuperado el orgullo. Justamente las tres cualidades que mejor definen el fútbol de Gavi.

Cabe preguntarse cuál será su papel a medio plazo en la elegante turbina diseñada por Hansi Flick. Pero es difícil responder cualquier otra cosa que no sea protagónico. El famoso equilibrio entre finura y visceralidad del palaciego, un fascinante unicornio en la historia de La Masia, se antoja el complemento ideal en el centro del campo blaugrana para la infalible sobriedad de Casadó, el sortilegio inagotable de Pedri y la brújula de un Dani Olmo que pronto será de nuevo el encargado de abrir la banda para Balde e innumerables caminos hacia el gol para el resto de sus compañeros.

Apuesto a que lo más complicado ahora para Flick será convencer al hambriento Gavi, cuya primera acción ayer fue, para sorpresa de nadie, una presión salvaje sobre el primer rival con balón que se cruzó en su camino, de que es necesario seguir observando una dieta apropiada de minutos e intensidad contra Bayern y Real Madrid, seguramente los dos manjares más tentadores para un joven competidor insaciable. La semana que hoy arranca será una buena síntesis de uno de los grandes retos del técnico alemán: si consigue añadir método a la bendita locura de Gavi por su Barça, el premio al otro lado de sus desventuras puede ser colosal. Desde luego, a la altura de las más jugosas fantasías de cualquier culé.

P. D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana

 

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