A perro flaco todo son pulgas, y el Barça sigue arrastrando la sombra de un galgo desnutrido incluso ya lejano el desenlace de la última y aciaga temporada. A nadie escapa que una de las razones de malograr el curso, que concluyó sin títulos y con el tortuoso despido de Xavi, fue la concatenación de lesiones graves de numerosos titulares habituales, desde Ter Stegen a Balde y Ronald Araújo pasando por Gavi, Pedri o De Jong. Y aquí estamos, días antes de las semifinales de Eurocopa y Copa América, con la mayoría de esos mismos jugadores sufriendo percances nuevos o dilatando los plazos de su recuperación.
Con una complicación añadida: el Barcelona apenas se mantiene agarrado con un dedo a la élite del fútbol europeo, y no solo su margen de maniobra económico para incorporar a jugadores de calado en el mercado veraniego es raquítico, sino que algunos de los activos cuya venta podía considerar para abrir una nueva etapa de su plantilla a las órdenes de Hansi Flick giran sin parar en el detestable carrusel de los problemas físicos.
Al contrario de lo que opina una parte del barcelonismo que no sabe ya por dónde agarrar el infortunio, y créame que no los culpo, el Barça no debería vender a jugadores porque tengan tendencia a padecer lesiones. Carles Puyol sufrió 36 en su carrera, Iniesta no fue un hombre de hierro, precisamente; Xavi se rompió el cruzado con 25 años antes de poner al mundo a bailar a su ritmo, y el calvario muscular de Messi en su juventud no le impidió romper todos los récords que en el fútbol han existido en un eterno delirio de vértigo y magia. Pero parece lógico pensar que, al menos, es el momento de ser pragmáticos con los ciclos de algunos jugadores que ya llevan un lustro o incluso más en el club y, pese a las enormes expectativas que despertaron, no han progresado gran cosa incluso estando sanos.
La fatalidad ha querido que algunos de ellos, como Frenkie o Araújo, pasen el verano entrando y saliendo de la máquina de resonancia magnética. Y es una evidencia que los grandes equipos pueden pasar con la misma facilidad de levantar ambas cejas ante la jugosa perspectiva de ficharlos a arquear solo una y guardarse lentamente la cartera en el bolsillo. La buena noticia es que este Barça cuenta con una plantilla amplia y rejuvenecida, que debería mejorar su rendimiento en todos los aspectos a poco que sea capaz de firmar a un par de futbolistas que mejoren a los Joaos y su nuevo entrenador se encuentre con menos cristales rotos bajo los pies y un punto más de suerte. Empezando con que tenga esa plantilla a su disposición por completo durante un tramo respetable de la próxima temporada. Ni que sea a partir de enero de 2025.
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