Un verano más, la cábala del fichajeo y el alboroto de la Eurocopa colocan a futbolistas talentosos de equipos tradicionalmente vendedores en el radar del Barça. El problema es que la inflación del fútbol ya ha superado lo exponencial para abrazar lo delirante, y al mismo tiempo el pecunio del club azulgrana sigue tiesísimo. El posible retorno a la regla del 1x1 o la presunta reducción de la deuda neta en el pasado ejercicio no son aún señales de solvencia sino charcos en el desierto. De no haberlos hecho brotar a golpe de pala y fe, el único líquido del que dispondría ahora el Fútbol Club Barcelona sería el aceite para la extremaunción.
El panorama aconseja nadar y guardar no solo la ropa sino especialmente la billetera. Quizá un verano sin el oropel de los fichajes sea mucho pedir para un populista decidido como Laporta, pero si todos estamos de acuerdo en que La Masia ha sido capaz de surtir al primer equipo culé de cuatro titulares evidentes (Balde, Cubarsí, Lamine y Gavi), más otros tres notables futbolistas de rotación (Fort, Fermín y Peña), no sería descabellado pensar que con asomar a tres o cuatro jugadores más del Atlètic de entre los Bernal, Cardona, Unai, Darvih o Guille, incluso sin contar al rentabilísimo Faye, la cantera azulgrana está lista para cubrir un 50% de la plantilla.
A mí me gusta como al que más que lleguen buenos jugadores al Barça, pero desde hace ya meses me pasa que cuanto más miro a los Kimmich, Nico Williams, Mikel Merino o Dovbyk, menos me parece que tengan algo decisivo que aportar a un equipo que si algo no necesita es gastar 100 millones para mejorar solamente un poco. Más aún después del descuajeringue perpetrado con el voluntarioso Vitor Roque, para el cual jamás tendré un mal pensamiento mientras corra como corre y dé todo lo que tenga, por escaso que sea. Pero que de ofrecer un rendimiento similar la temporada que viene debería significar el final de la carrera de Deco como director deportivo, de la misma forma que tuvo ya un peso decisivo en truncar la de Xavi como entrenador.
La solución para fichar en condiciones, quizá no algo mejor de lo que figura en la lista de pretensiones para este verano pero seguramente sí a algún jugador realmente diferencial el próximo, pasa por vender antes. Y desde luego tendría su lógica poner en el mercado a Raphinha, Frenkie o Araújo mientras sus cotizaciones estén holgadamente en verde. Más aún cuando en las posiciones naturales de todos ellos el Barça dispone de una colección de jugadores que nada tienen que envidiarles en prestaciones, regularidad o futuro. Pero eso de que este club va a ser capaz de sacar 80 millones por alguna de sus estrellas que evidentemente han concluido un ciclo lo tenemos que ver. Porque el Barcelona vive marcado por una dualidad penosa: una gran dificultad para vender y una extrema facilidad para quedarse vendido.
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