Por si fuera poco el devastador anuncio de que Xavi cumplirá el año de contrato que le queda, el calendario de esta Liga cruel quiso que el Barça visitara Montilivi este fin de semana, y con la segunda plaza en juego. En sintonía con el tétrico discurrir de la temporada, no solo el equipo azulgrana recibió del Girona idéntico correctivo al de la primera vuelta, un 4-2 con escaso margen para ilusiones, flames u otras zarandajas, sino que además en esta ocasión Koundé salvó el quinto sobre la línea de gol.
Por supuesto, eso no fue óbice para que el técnico culé, reconocido ya en todo el planeta como líder supremo de la idiocracia futbolística, señalara que su equipo no solo fue mejor que el de Míchel en ambos partidos, sino también en los que le enfrentaron en el campeonato liguero al Real Madrid. Del de la Supercopa contra los blancos o de los dos del Granada, por lo que sea, no hizo comentario alguno.
El partido de marras demostró varias cosas: que no hay Hernández bueno, ni en los banquillos ni con el silbato al cuello, que a perro flaco todo son pulgas y que este Barça es, por encima de todo, incorregible. Un terco sainete garabateado por un atajo de mentecatos e interpretado por unos cuantos delanteros tan polivalentes que no alcanzan a jugar bien en ningún sitio, varios defensas que van al suelo para evitar centros pero creen que taparán el tiro del rival solamente con girar la cabeza y no pocos centrocampistas que no llegarían a tiempo al repliegue ni aunque los persiguiera una jauría de inspectores de Hacienda.
Como Joan Laporta ya ha neutralizado la necesaria catarsis banquillo mediante, salvo calentón preveraniego y retorno de urgencia a la vía alemana (lo cual tampoco es cien por cien descartable), solo le va quedando una solución posible: organizar tremenda purga en el vestuario. En el fondo, lo tiene más fácil de lo que parece, puesto que en la plantilla blaugrana actual hay media docena de canteranos que no desentonan como titulares habituales, otros tres o cuatro aguardando su merecido turno en el Barça Atlètic, al menos dos futbolistas que tienen tanto mercado como fotos sonrojantes en goles rivales y un puñado de fichajes cuya amortización ya se contempla en positivo, o casi.
Entiendo que usted, astuto lector, sea de los que defiende que esta plantilla tiene escaso margen de mejora por la vía del mercato. Pero aquí me permito ofrecerle un recordatorio que no por redundante es menos apropiado: el Girona, en dos partidos, les ha metido ocho. Y si no llega a ser por Koundé, habrían sido nueve.
P. D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana