Antoine Griezmann ya es jugador del Barça a todos los efectos, a pesar de que, hace años, reconoció su madridismo. ¡Quién lo diría después de jugar con el Atlético y terminar defendiendo la elástica blaugrana! Son las cosas del fútbol. Lo que importa ahora es su compromiso. Ha entrado un gallo en el vestuario.
Lo de gallo lo digo por su origen, francés (igual que Samuel Umtiti, Clément Lenglet, Ousmane Dembelé y Jean-Clair Todibo), porque su apodo es otro: Principito. Y, la verdad, no le vendrá mal un poco de fauna a un vestuario con pocos motes de animales. Se me ocurren el Pulpo Sergio Busquets y dos de insectos: la Pulga Leo Messi y el Mosquito Dembelé.
Repasando la historia del Barça, pocos animales han pasado por el vestuario. De los más recientes recuerdo el Conejo Javier Saviola y el Tiburón Carles Puyol. También con ese sobrenombre se conocía a Dani Alves (así le llamaban sus compañeros tras operarse las orejas). Sin olvidar que el León Indomable Samuel Eto’o, el Pitbull Edgar Davids y la Gallina Maxi López también han jugado en el Camp Nou.
Antes, Antoni Ramallets, en la década de 1950, se ganó el apodo del Gato de Maracaná. Y, en los 80, fue el Lobo Carrasco quien defendió el escudo. Entre tanto animal, nadie mejor que un líder como Tarzán Migueli. Dicho esto, bienvenido, gallo.