El destino es caprichoso y ha querido que un vasco y un catalán decidan el destino de una selección impulsada por 47 millones de españoles. Las regiones más nacionalistas han tenido un papel fundamental en la cuarta Eurocopa alzada por España. Unai Simón, Mikel Merino, Martin Zubimendi, Lamine Yamal, Marc Cucurella, Dani Olmo... y Mikel Oyarzabal. El autor del gol de la victoria en la final contra Inglaterra (2-1) es oriundo de Eibar. Y Cucu, el asistente, nació en Alella, población de Barcelona.
La unión de un grupo humano excelente y futbolísticamente asombroso ha generado una retahíla de narrativas que se relatarán llenas de orgullo en los próximos días. Tras años de disenciones entre catalanes, vascos y el resto de españoles, la conquista en Berlín ha unido a todo un país.
Un país unido
La concordia de un vestuario convertido en una familia se ha trasladado a todos los hogares españoles y ha trascendido cualquier rivalidad deportiva y/o política. Aficionados leones y txuri urdin han celebrado al unísono la diana de Oyarzabal del mismo modo que culés y madridistas han arengado con satisfacción cada entrada de Dani Carvajal o las maravillas de Lamine Yamal.
Una unión pocas veces vista en los años recientes se ha materializado en el tanto de la victoria e inmediata locura colectiva. En el minuto 86, Dani Olmo ha filtrado un balón para Oyarzabal. El delantero de 27 años, que ha abierto para Cucurella. De primeras, el canterano del Barça ha servido un centro raso magistral al corazón del área. Mikel ha completado la pared y con la frialdad de un chaval en shock ha hecho feliz a una nación entera. La asociación entre Catalunya y el País Vasco ha dado con la tecla.
Justicia poética
El icono de la Real Sociedad se ha comedido en la celebración hasta constatar que definitivamente no había incurrido en fuera de juego. Por centímetros de la rótula de John Stones, España ha hecho justicia. 7 victorias de 7 partidos, una hazaña insólita fuera del alcance de ninguna otra selección hasta la fecha.
Luis de la Fuente solo alineó al atacante contra Albania y lo sustituyó a la hora de encuentro. Oyarzabal cuenta los seis partidos restantes por suplencias y una asistencia ante Georgia. Muchos discutieron su figura. Pero a la postre, la victoria es para los justos. El trabajo tuvo su recompensa. Un gol y un minuto de gloria que pervivirán en las retinas de los españoles para el resto de sus vidas.