No es oro todo lo que reluce. Ni siquiera en París. Hace unas semanas, Luis Enrique vio con buenos ojos la llegada de Ousmane Dembelé como extremo desequilibrante, y entendió que su amistad con Kylian Mbappé también podría convertirse en un elemento positivo para calmar las aguas y acercar posturas.
La estrategia salió a pedir de boca, ya que Mbappé se quedó y está implicado en el proyecto de Lucho. Lo que no está terminando de cuajar es el rendimiento del francés, que ya ha decepcionado al entrenador por su nefasta toma de decisiones. Hay que tener en cuenta que son la noche y el día, dentro y fuera de los terrenos de juego.
Luis Enrique es todo autoridad, un sargento, disciplinado, puntual y muy estricto con la dieta y el cuidado del físico. Dembelé ya demostró en el Barça que es todo improvisación, anarquía, impuntualidad, pasotismo, irreverencia… Y en ese sentido, no sería extraño que técnico y futbolista choquen más pronto que tarde.
Crece la competencia
Es por ello, y también por la poca capacidad de gol que ha demostrado Dembelé en los últimos años, que Luis Enrique pidió el fichaje de un extremo más en el cierre de mercado y el de un delantero centro. Bradley Barcola aterrizó por 45 millones el último día de mercado, procedente del Olympique de Lyon. Es extremo derecho y competencia directa de Ousmane.
Kolo Muani, por su parte, llegó sobre la bocina del mercado a cambio de 95 millones de euros. Procedente del Eintracht, podría parecer que no es competencia directa del francés, pero si juega como titular puede llevar a que Mbappé juegue por banda derecha, lo que condenaría a Dembelé o lo desplazaría a la izquierda.
Críticas contra Dembelé
El PSG se ha gastado 350 millones en fichajes y la realidad es que Dembelé puede ir de más a menos. No ha jugado los 90 minutos en ningún partido, no ha sumado ni un gol ni una asistencia y tiene feroz competencia.
Empiezan a arreciar las críticas, además, por parte de un sector de la prensa deportiva y de la afición. Tantos años de desilusiones han convertido al PSG en un club sin paciencia. Y si el Mosquito no está en un entorno tranquilo como el que tenía en el Barça... puede que se arrepienta de la decisión tomada.