Fotograma de 'Fuego fatuo'

Fotograma de 'Fuego fatuo'

Famosos

El 'fuego fatuo' homoerótico de João Pedro Rodrigues

El realizador portugués presenta "una fantasía musical" en un Portugal con un príncipe bombero

1 abril, 2023 00:00

El cine de João Pablo Rodrigues es inclasificable para muchos. Él mismo lo entiende. Reconoce que intenta “apropiarse de los cánones” y hacer algo diferente, aunque con una máxima: “hacer un cine cercano”. Tal vez por eso, en sus films siempre tiene dos ingredientes: elementos históricos y personajes LGTBIQ+.

Al cineasta portugués, sin embargo, no le gusta “esa clasificación de películas queer”. Considera que “es muy abrazante”. “Yo hago cine”, zanja, y lo quiere hacer “de una forma libre y sin hacer concesiones, siendo honesto consigo mismo”.

Fantasía musical

Un claro ejemplo es su último proyecto, Fuego fatuo, presentado esta semana pasada en el marco del festival de cine de autor de Barcelona y que llega a las salas este 31 de marzo. Clasificar este artefacto cinematográfico es complicado. Hay elementos históricos, crítica social, humor disparatado, coreografías… Por ese motivo, el realizador habla de “fantasía musical”.

“Al inicio yo había pensado en comedia musical, que es el género más tradicional, pero cuando estaba montando la película me pareció que la película mezcla muchos géneros como el musical, la ciencia ficción, la comedia romántica e incluso un poco la tragedia también”, comenta en una entrevista con Crónica Global.

Para poner en contexto al espectador: la película empieza en la casa de una supuesta familia real portuguesa. Se abren las puertas de un comedor y aparece una comida familiar presidida por un cuadro que ahora se encuentra en el museo de La Rochelle dedicado al esclavismo.

“El padre lo llama como entonces, 'El casamiento de la negra', que es muy racista y se ve cómo trataba a los esclavos, pero la madre le dice que no puede decir eso por lo que pensarán los de fuera. Todo de forma irónica”, asegura. La pintura en cuestión ahora se llama 'La mascarada nupcial', y de eso habla también la película.

Realeza y ficción

El director lo resume como “una fantasía, una especie de historia de príncipes en Portugal, cuando nosotros dejamos de ser una monarquía hace más de 100 años. En la cinta vivimos en una república y jugamos con esa idea de alguien que vive todavía una ficción del pasado”. La idea le vino a la cabeza cuando estaba en la consulta del dentista y cogió la revista ¡Hola! y otras “donde los famosos muestran sus casas a la gente ‘normal’”.

Para Rodrigues es claro que tanto sus protagonistas como la realeza (o nosotros mismos) venden una imagen que no se adecua a la realidad. “La gente vive mucho un mundo de ficción”, asegura. “Con las redes sociales, la gente crea sus propias ficciones”, prosigue, pero también en la televisión y en las cosas que uno puede ver en las revistas. “La distancia entre la realidad y la ficción es abismal, pero muchas veces casi se juntan”, apunta.

El cineasta João Pedro Rodrigues DIEGO SÁNCHEZ / CEDIDA

El cineasta João Pedro Rodrigues DIEGO SÁNCHEZ / CEDIDA

En su película todo se mezcla. Es obvio que es una ficción, sí, pero también un juego de ficciones, de máscaras y de camino a la libertad de otra vida posible. “La película empieza de una forma un poco teatral y a partir de ahí va en otra dirección, aunque para mí era importante marcar ese lado teatral, con las puertas que se abren y se cierran y el príncipe que descubre su libertad, que, a su vez, es una especie de liberación del amor también”, aclara.

Y así sucede. El príncipe que vemos en esa mesa decide tener una vida menos ficticia y meterse a bombero. Allí tendrá que luchar contra la imagen que tiene de él, pero se sorprenderá de lo que encuentra. Tanto como el espectador.

Homoerotismo

En medio de un parque de bomberos tiene lugar las escenas más homoeróticas de la película. Los agentes deciden ponerse a recrear cuadros (algunos reales y otros ficticios) y hacerlo completamente desnudos o en paños menores. Un juego en el que caen fachadas y en el que el director quiso meter el mundo pictórico que tanto le interesó la primera vez que fue al Museo del Prado.

“Aprendí mucho a contar historias mirando pintura. Un cuadro puede encerrar toda una historia de la vida de un personaje y encierra señales, significados, algunos más evidentes, otros más encubiertos”, aprecia. “Una película también es eso”, concluye.

Fotograma de 'Fuego fatuo' / CEDIDA

Fotograma de 'Fuego fatuo' / CEDIDA

Pero, ¿por qué ese juego? “Viene de los calendarios de bomberos que ahora se publican y que compran tanto hombres como mujeres. Queríamos jugar con esa idea de una cosa homoerótica que existe de verdad” responde. Y él, que se fue a documentar a un parque de bomberos, asegura que “ellos mismos son conscientes de que tienen un público masculino también que los mira”.

Más allá de eso, los desnudos tienen un punto de irreverencia y relación con la pintura portuguesa y, por tanto, con la historia. “Cuando empecé a hacer cine me pregunté por qué estaba muy ausente el desnudo y el sexo en el cine”, señala Rodrigues. “En Portugal somos un país donde no hay mucha tradición de representaciones más carnales, ya que en la pintura no hay grandes desnudos en comparación, por ejemplo, con la española. Fue con la llegada de la pintura clásica, después de la edad medieval, que se empezó. Luego estuvo el código Hays en Estados Unidos. En cambio, la carnalidad, el sexo, el desnudo forman parte de la vida de todos, todos los días. Nosotros no nacimos con ropa. Eso siempre me interesó y al hacer una comedia quise explorarlo de una forma irónica”, indica.

Fotograma de 'Fuego fatuo' / CEDIDA

Fotograma de 'Fuego fatuo' / CEDIDA

Así, Fuego fatuo consigue lo que siempre quiso su autor: ser un divertimento que mezcla la comedia, la historia, las mascaradas pasadas y presentes y traerlo a lo que le es más cercano a su personalidad. Todo ello “es como una expurgación de todo ese pasado que está todavía presente, que es algo muy actual”, reconoce, pero que, en definitiva, “es un canto a la libertad” doble. Mientras el personaje se libera de su pasado de una familia monárquica y esclavista, él conoce el amor con una persona del mismo sexo y racializada.

De este modo, el título no puede ser más idóneo. De aquel pasado podrido surge un fuego fugaz que arde y hace arder todo. ¿Para crear algo nuevo? Puede ser. Sin duda, el cine de Rodrigues lo es. No es un canto, es un grito a romper moldes sin miedos y sin ponerse excesivamente serio, a divertirse con el cine y repasar la historia desde la creación más libre y pura.