Los ‘8 años’ de JD Alcázar: de la arquitectura al cine y del desamor al éxito
El cineasta presenta su particular 'Dos en la carretera' en la que se cambia Italia por La Palma y la música tiene un cometido fundamental
22 enero, 2023 00:00JD Alcázar era solo el pequeño José David Martínez Alcázar en su Murcia natal. Era el año 7 cuando nació, creció y descubrió el cine, pero para un murciano de esa época como él, “el cine se hacía solo, porque no lo hacía nadie”. Estaba muy equivocado.
“Jamás se me ocurrió hacer cine”, confiesa a Crónica Directo, así que se fue a Valencia a estudiar Arquitectura y de allí se fue a trabajar a Barcelona. Pasó 10 años en un estudio de arquitectos y empezó a estudiar cine “como hobby”. Tuvo que pasar una dura ruptura para convertirse en todo un profesional. “Me costó el cambio, porque fueron 10 años en un estudio de arquitectura”, subraya.
Ruptura creativa
En realidad, fue más de un cambio. La ruptura sentimental con un chico, con quien llevaba ocho años, los mismos que dan título a su ópera prima, lo llevó a mudarse a Madrid y buscarse la vida en esto del séptimo arte. Y no le fue nada mal.
“La película la empiezo a pensar cuando vivía en Barcelona”, allí fue cuando se produjo la decepción amorosa. “Me quedé muy traumatizado, escribí un diario y pensé que podía hacer algo con eso, como ese cine terapéutico”, confiesa entre risas. “De ahí nace 8 años”, confiesa.
A la tercera (mudanza)
Llegó a la capital en 2018, con su guion debajo del brazo. Era “muy diferente” del que ahora se puede ver en pantalla grande. “En ese momento era una peli mucho más intimista, en una gran metrópoli, en interiores y no lineal”, había saltos temporales.
Conocer a Carlos Mestanza, responsable entro otros títulos de ¡Diosa Laia! y Back to Lyla, fue lo que necesitaba para conseguir el dinero necesario para hacer realidad su sueño de convertirse en cineasta. Y eso que no lo tuvieron fácil. Todo es fruto de la financiación privada, lograda además en medio del Covid.
La película
En medio de todo esto, aparece un tercero, igual que les pasa a los protagonistas de 8 años, Jose y David. En este caso, la llegada de Miguel Ángel Poveda (Como la espuma, Anesthesia) le dio otro aire al título. Una vuelta definitiva. Con su aparición “surge la oportunidad de hacer la peli en La Palma, porque buscaba una peli LGTBI, para un festival”. Luego, el evento, por la pandemia, no se celebró. La cinta, en cambio, ya es una realidad.
Se trata de 8 años, una especie de Dos en la carretera ubicado en Canarias y que cuenta el viaje de ruptura de una pareja. Adiós al intimismo original, el viaje le hará pasar a estos jóvenes cercanos a los 30 aventuras de todo tipo. Desde fiestas con drogas, a la aparición de un cantante que servirá de detonante para que todo se acabe.
Historia de cambios
Una historia de amor contada en los estertores de la relación, cuando quedan brasas, pero insuficientes para que la llama vuelva a prender. Lo que sí lo hizo fue la trama a la hora de aparecer La Palma en el camino. “Si la trama era muy pequeña, se convirtió en una road movie que le da ese subidón más comercial”, apunta su realizador.
Alcázar revela que la película de carretera le “da esa cosa capitular y ayuda a separar muy bien la parte en que los protagonistas están juntos y separados. Ayuda a añadir los personajes secundarios y a este multigénero” en el que deviene la película.
No solo LGTBI
El cineasta no tiene miedo ni le molesta que la película se enmarque en eso que algunos etiquetan como cine LGTBI, sabe que muchas veces si se etiqueta la película como LGTBI se convierte en algo propio de un nicho de espectadores. “Me gustaría que fuera más allá, porque no hago un tratamiento de temas LGTBIQ+. Los personajes lo son porque yo lo soy, lo único que pretende es normalizar. Es una historia muy universal, porque la dependencia nos puede pasar a todos”. Por eso, le “gustaría que transgrediera el colectivo”.
De hecho, los espectadores, sean de la sexualidad que sean se pueden sentir identificados porque 8 años “habla de una dependencia malsana. El prota no puede vivir sin su media naranja”: “Por eso queríamos hacer una película agridulce, porque queríamos hablar de esos sentimientos con los que se sufre, se pasa mal y de los que tienes que aprender”.
Repercusión
Su paso por 44 festivales internacionales acredita su mérito. No todos los debuts tienen la misma repercusión y el murciano no puede ser más feliz y ahora que el largo se estrena en nuestro país confía en que aún le quede “recorrido”.
Alcázar quiere más. Atrás quedan los años de dolor. Como bien demuestra su película, la vida sigue y él no se detiene. La arquitectura fue solo un paso para llegar donde ahora está y donde espera llegar. Y advierte a navegantes que no se esperen algo tan relativamente fácil como 8 años, porque esta “es la historia más normal” que tiene.
Futuro
El resto de películas que ya tiene en mente, por mucho que hablan de aspectos muy asentados en la sociedad, tienen un punto de origen que califica como “particular, curioso”. Y no, no todo va a ser de temática LGTBI ni de ficción.
Ya tiene casi lista La balada de barba, un documental que hizo con su padre, “que tiene Alzheimer”, que participó en unas terapias con realidad virtual que sirven para recuperar la memoria. “Ya está en fase de montaje y espero que entren los elementos que faltan para levantarla y ver la luz”. Y por si fuera poco está “escribiendo el piloto de una serie por la que ya se ha interesado una productora de Canadá”. Para que luego digan que una ruptura no va bien.