Clara Segura: "La derecha olvida que también fue emigrante"
La actriz coprotagoniza con Eduard Fernández, Zoe Bonafonte, Carlos Cuevas y Betsy Túrnez 'El 47', una película sobre la lucha reivindicativa de un barrio de Barcelona por tener autobús
6 septiembre, 2024 23:20Noticias relacionadas
Barcelona ya no es la que era. Para bien o para mal ha cambiado. Desde la época de Franco hasta hoy la ciudad se ha convertido en una metrópoli que figura entre las más visitadas del mundo. Pero llegar hasta aquí no ha sido fácil.
La nueva película de Marcel Barrena, El 47, da fe de ello. El realizador de Mediterráneo, se ha metido de vuelta en una “película política” que llega al espectador, no desde las ideas, sino desde la emoción y la verdad.
La cinta ficciona la historia real de Manuel o Manolo Vital, un extremeño que huyó de su pueblo natal hasta Barcelona en los años 50 para poder salir adelante. Lo hizo en Torre Baró, una zona que empezó a crecer en el extrarradio gracias a la migración de gente como Vital, y que pasó de ser un área de chabolas en lo alto de la montaña a ser un barrio más de la ciudad. Pero no fue fácil.
Vital y todos los vecinos de Torre Baró tuvieron que sortear a la policía franquista, al abandono de las instituciones, al desprecio de ciertos catalanes que los consideraban inferiores. Ellos, en cambio, hicieron frente a todo. Aprendieron catalán, bajaban y subían la cuesta a diario para ir a trabajar y no tenían problemas para salir a protestar. Hasta el punto que Vital secuestró el autobús de la línea 47 para demostrarle al Ayuntamiento que sí podía llegar hasta allí.
Pero esta historia, que parece simplemente el retrato de una época, es mucho más. "Obviamente, es una película política", defiende Barrena sin miedo a lo que se pueda pensar con ello. “Es una película que habla de gente que necesita ayuda, que se ve obligada a huir de su casa, de una época en la que se salía de una dictadura, pero cuyos estamentos de poder eran los que eran… Es una película que se posiciona claramente a favor de ayudar al que viene de fuera, habla de solidaridad, de la empatía, de la clase obrera, sobre la construcción de las ciudades, sobre la mano de obra, sobre el catalán, sobre la necesidad de entender, respetar y aprenderlo”, defiende de forma vehemente.
A pesar de todo, dista mucho de ser una cinta panfletaria y de tesis. Si algo tiene El 47 es verdad. La verdad de unos hechos que pasaron de forma muy parecida a cómo los ha filmado Barrena y que se cuenta de la forma más honesta y sincera posible. Sí, a pesar de que encierra política. El cineasta en cualquier caso deja bien claro que “la hemos hecho con la idea de abrirla al máximo, con actores que ayudan a ello, porque si tú quieres comunicar un mensaje, lo interesante es que la película llegue lo mejor posible”, sostiene. "Si haces una película así triste, oscura para que la vea mi tía no servirá absolutamente de nada. El cine es un altavoz para poder decir cosas", sentencia.
Realmente sucede así, la política se cuela en la historia, porque en la vida real, sus protagonistas, no hablaban de política, la ejercían, la practicaban con sus actos. Que eso tenga ecos con la actualidad ya no es culpa de quienes la hacen.
Uno de estos temas claves es la inmigración y cómo la percibe cierta parte de la sociedad. El debate de quién es de fuera, la reivindicación que algunos hacen de la identidad, el peso que le otorgan al origen de los ciudadanos. El 47 refleja la llegada de inmigrantes de otros puntos de España a Cataluña y cómo enfrentan tener que construirse una casa, un hogar desde cero, en un lugar donde se habla un idioma distinto y en el que no todo el mundo los mira igual. La identidad y el origen parecían, y parecen pesar, y los que vinieron en los 50, 60 y 70 a un barrio como Torre Baró querían formar parte de la cultura barcelonesa, pero sin olvidar de dónde venían.
¿Es fácil adaptarse a un lugar donde no siempre se es bienvenido? ¿Cuán importante es mantener una identidad y reivindicar el origen de uno? ¿Tanto marca? Preguntada al respecto por Crónica Global, Clara Segura, que en el film interpreta a Carmen, la identidad y el origen son cuestiones que no dejan de mezclarse. “Cada vez será más difícil de mantener, porque estamos en un mundo global, en el que nos movemos muchísimo y llegará un momento en que tendremos que enfrentar que nuestra identidad es el mundo y aceptarnos y ayudarnos entre todos”, apunta.
En cualquier caso, la intérprete sostiene que la película coge vuelo cuando precisamente aborda esta temática tan universal y “no sólo habla de Barcelona”, sino de una situación que ha sucedido, sucede y sucederá: “que aquel que viene de fuera siempre se siente un poco extranjero”. Todo dependerá de cómo lo traté “la comunidad que ha llegado antes”, como lo define Segura, porque aquí nadie puede “decir que esta tierra sea suya, porque la Tierra en sí no es ni del ser humano”.
Por eso, la catalana considera que El 47 es una película “necesaria en este momento, que hay tanto debate sobre la inmigración y en cómo sube la derecha y qué discurso tiene al respecto. Porque la derecha olvida que también ella fue emigrante y también fue maltratada”, en referencia a aquellos años de miseria, pobreza y crisis económica en que los españoles fueron a otros países a buscarse la vida. Aun así, este discurso se mantiene. “Me sorprende mucho cuando veo este maltrato al inmigrante por parte de gente que también lo fue”, subraya.
Todas sus compañeras de reparto están de acuerdo en este aspecto. Zoe Bonafonte, que interpreta a la hija de Manolo y Carmen y es la más joven del cast, no duda de que si “miramos tres generaciones atrás, veremos que también somos de fuera”. Luego está el hecho de “sentirse de un sitio en concreto, pero eso”, matiza, “es un sentimiento”, nada más. Por eso reivindica también el valor de una película y también de un momento en que “tanto daba, de donde era, se ayudaban”. “Y se respetaban”, añade Segura, ejemplificando que, si en las reuniones de vecinos de Torre Baró (que aparecen en la película) cada uno se quejaba de lo suyo, entendían sus reclamos.
La actriz Betsy Túrnez, que interpreta a Aurora, una vecina de Torre Baró, ve la situación desde la actualidad también, que es de donde parte la película. Y sabiendo que en el siglo XXI seguramente en España hay más gente de otros países que hace 30 años, lamenta que ahora “convivimos, no nos mezclamos. Eso es muy diferente. No hay ese sentido de comunidad, de mezcla e intercambio de culturas, que podría ser muy enriquecedor”.
Por eso, al hablar de esos tiempos dice “extrañarlos”. Evidentemente, sabe que la situación es mejor, pero hace referencia a “ese sentido de comunidad, de barrio” que “ahora se ha perdido” por estar todo “más desdibujado. ¡Y no debería ser así por el mero hecho de que haya más gente de otros países!”, exclama antes de lamentar el “individualismo” en el que vivimos, que lo hace todo más “hostil”, en palabras de Clara Segura. Que concluye diciendo que “esta es una película y no global”. Y Túrnez espera que El 47 ayuda a cambiar y pensar en la necesidad de volver a tener comunidad.
Segura se mete de nuevo en la conversación para decir que el mismo Pasqual Maragall, que estuvo en el secuestro del autobús, apoyando a Manolo Vital. Y no sólo eso, sino que una vez fue nombrado alcalde de Barcelona, pasaba algunos días en las casas de distintos vecinos en los diferentes barrios de la ciudad. Otros políticos, otra época.
Al exalcalde político le da vida Carlos Cuevas, que se dejó bigote para “hacer más reconocible a su personaje, aunque entonces no lo llevaba”, revela. Pero sirve para que el espectador lo identifique. Más allá de eso, no hay una imitación, porque sino la película, que contiene tanta verdad, perdería fuerza, defiende. En la cinta, además, su Maragall “hace de contrapunto muy importante del personaje que interpreta David Verdaguer, que representa al político funcionario, aburrido y sin ganas de arremangarse”.
¿Ya no se hace política como antes? Cuevas prefiere no pensar así. “La diferencia está en tener ganas de mejorar el mundo o no”. Y recuerda que hay gente “como la PAH, el Sindicat de Llogaters i Llogateres y tanta otra gente que se moviliza por causas justas” que no se atreve a decir “que hemos perdido fuelle”. Algo que comparte con su compañero de reparto, Eduard Fernández, que no quiere pensar que ahora no hay esperanza en la juventud.
Sí pensaba eso Manolo, que consideraba que su hija exigía mucho y reivindicaba poco. ¿Cómo ahora? Para el actor es simplemente una frase de padre. Lo importante, y enlaza así con las cuestiones que apunta el director y Clara Segura, es de lo que habla la película, de “la inmigración, del problema de la vivienda y los servicios públicos, que continúan siendo exactamente igual”. Un hecho que, sin duda, “tiene que ver con el primer mundo, con el capitalismo brutal, el individualismo” de esta sociedad, sostiene. Pero insiste en que es mejor no desistir en las luchas, porque el ejemplo de Manolo demuestra que, a veces sí, “un sólo hombre o mujer puede hacer lo que quiera, cambiar un poco las cosas”. El 47, simplemente, lo recuerda.