Marc Rodríguez es un actor de teatro de raza. Empezó en las tablas y sigue en ellas. No se detiene. Y tanto puede hacer una comedia que un gran drama. En televisión se lo ha visto en series y en programas de éxito como Polònia. En cambio, el cine parece algo que se resiste. No es por él, que lo ama y desea hacer más. Son cosas de la profesión, sostiene. Por eso, la participación del catalán en La estrella azul es motivo suficiente para hablar con él.
La película se basa en la historia de los hermanos Aznar, unos músicos maños que pasaron por lo mejor y lo peor de la industria cultural. Ambos cayeron en las drogas y el alcohol y sus vidas quedaron marcadas por su pasión por la música. Con un final que es mejor no desvelar.
Rodríguez da vida a uno de estos hermanos, un hombre con las ideas claras, tanto que le hacen enfrentarse con el mundo. Con las consecuencias y los problemas que ello conlleva. La cinta, en todo caso, se centra en Mauricio quien trató de encontrar el sentido de su profesión en un viaje por Argentina. Una mezcla de realidad y ficción combinada con buena música que ha tenido una gran acogida a nivel de crítica que llega a las salas el 23 de febrero.
Con motivo de este regreso al cine de Marc Rodríguez, Crónica Directo habla con el actor para ver cómo ha sido la experiencia y conocer cuál es su relación con la cultura.
- No se le ve mucho en cine.
- No es que no me veáis por falta de ganas. Cuando llega lo disfruto mucho y me encantaría hacer más, pero entiendo que hay muchos factores que intervienen en el mundo del cine. O porque hay mucha gente o porque te ven mucho en un sitio y no te ven en otro.
- ¿Cómo llegó a 'La estrella azul'?
- Me llegó esto por mi representante, era un papel muy pequeño, y fui a hacer la prueba a Madrid y mira, me dieron el papel. Y muy feliz de poder hacer cine.
- Pero como dice, es un papel pequeño, ¿qué le animó?
- Que me encantó. Primero, que la separata de hacer la prueba ya era muy libre. Es un monólogo mucho más largo del que se ve, pero suponía tener texto para probar. Y, cuando leí el guion, me alucinó, por la volada que tenía, por este juego meta cinematográfico. Me conmovió la historia de los hermanos Aznar, de Maurici Aznar, escuché Más birras. Además, me gusta mucho la música, desde muy pequeño uno de mis hobbies es ir a conciertos. Y me alucinó, sobre todo la poética que tenía el guion. Y ya cuando conocí al Javier, me sentí superafortunado, porque es un talento increíble, enorme.
- Y la elección ha dado sus frutos. Pasó por varios festivales internaciones y ha ganado premios, entre otros, en San Sebastián.
- Bueno, a ver, ahora. Lo que quiere el cine es que se vea y aguante en cartelera. A nivel crítica, ha gustado mucho, sí, pero es que es muy honesta, muy valiente. El guion tiene poesía y la producción es supervaliente. Deja muchas escenas con los dos actores en plano, sin cortes, deja respirar a los personajes y la música. Y conmueve mucho porque habla de estos personajes con este dolor y esta tristeza. Son personas supersensibles que, a través del arte, sacan las cosas que llevan dentro.
- Pero si bien aparece un arte redentor, ¿diría que es una película bonita?
- Es dura, lo que les pasa es duro, pero yo creo que la peli es muy luminosa al final. Dentro de la dureza de lo que pasa, su final es redentor y conciliador. Al final, en la vida pasan cosas como estas y se debe entender que las drogas, a veces, no es una cosa de vicio ni de eso, sino que a veces uno no poder soportar la tristeza o el dolor de las cosas y necesita anestesiarse. Además, a través del juego del cine en el cine, ofrece la distancia necesaria para que sea bonita. Está todo muy trabajado. El director se documentó durante muchos años de una manera obsesiva y la peli, de forma simple, está trufada de detalles.
- Se le nota encantado con la película.
- Es que el rodaje fue muy bonito. Se dejaba tiempo para trabajar la escena y eso. Y Pepe Lorente, que yo no lo conocía, es un grandísimo actor, generoso, escucha los personajes.
- Pero hablemos de su persona. Ama el arte, sí, pero ¿cómo lo definiría? ¿Un hombre con demasiados principios?
- Es personaje muy sensible, que se crea una coraza muy fuerte, que lo hace intransigente y un poco misántropo. Cree que, si se pueden hacer las cosas de una manera, no se puede hacer de otra, tiene un gran conocimiento sobre la música. Pero a la vez tiene un pasado muy duro, con un padre muy estricto. Pero, bueno, tiene esa cosa en la que te enquistas en una opinión, en pensar que las cosas deberían ser de una manera y no lo son, y te pones de culo. Eso te va provocando dolor que lo vas tapando. En su caso, con el alcohol.
- Pero porque no soporta la situación del mundo de la música. ¿Los sensibles no sirven para este oficio, como los cínicos para el periodismo?
- Yo creo que sí. Los sensibles, incluso, si pasan por lugares difíciles de la vida, te puede llegar a la comprensión y entender cómo somos las personas. Eso siempre va bien para un papel. Pero en el arte, como en cualquier otro trabajo, es difícil no caer en estas evasiones y drogas que llevan al aislamiento.
- ¿Es difícil no caer allí en el mundo del arte?
- Piensa que trabajamos con nosotros mismos. S el arte va a fondo, la obra es una parte de él. Pero cuando se nos critica, se nos critica a nosotros mismos, nuestro cuerpo, nuestra voz. Y lo vivimos de forma diferente, en momentos diferentes. En cualquier caso, estamos muy expuestos, y cuando las cosas van bien, son fantásticas, y que cuando las cosas, no van tan bien, tienes que saber llevarlo. Y depende del tipo de persona, pues puedes caer en cosas, sí, como todo el mundo, pero sí, sí, sí. Pero también esta profesión es redentora. Si te quieres a esta profesión, te reconduces. Y es muy importante tener muy buena gente alrededor. Yo he tenido mucha suerte, en este sentido, he estado rodeado de gente muy buena. Yo soy el actor que soy por la gente con la que he trabajado en teatro, por los directores, por los momentos de estos propios directores y compartirlos con ellos. Me han enseñado muchísimo. Y hay momentos de todo. He pasado momentos bajos, como todo el mundo, pero es muy gratificante volver a sentirte bien. Entender que en la vida puedes pasar momentos bajos.
- ¿Y ha sentido ganas, como su personaje, de marchar por reconectarse con la profesión o para encontrarse?
- De aislarme, no, simplemente tener un punto de pausa para tomar perspectiva y no perder de vista el rumbo. En momentos te sientes un actor bueno y ni te lo planteas, porque estás contento, satisfecho, y en momentos te agarran más inseguridades.
- En eso, no sé si ayudan mucho estar más expuesto aún en las redes.
- No lo sé por qué no tengo. Quizás porque en un momento, cuando la cosa era más incipiente, pensé que podría estar demasiado pendiente de eso, y de una manera natural, al final, ya no me interesa. Lo encuentro muy complicado. Yo, o sé si voluntariamente o involuntariamente, pero lo he esquivado y tampoco he convivido nunca con eso. Sí pienso que es muy complicado en etapas más formativas, con chavales más jóvenes. Porque de repente uno triunfa mucho y gana mucho dinero y no ven que las cosas pueden cambiar. Hay que estar preparado, por si las cosas ya no van tan bien.
- Usted fue de esas personas que empezó muy joven. En 'Nissaga: l’herència', de donde salió una cantera de actores de referencia, pero también vivió el éxito.
- Fue lo primero que hice en televisión. Allí conocí a Julio Manrique, Cristina Gerabat, Xavier Ricart… Pero nada garantiza nada. Ya me acuerdo que hice una película, y luego, no he hecho ninguna otra, por ejemplo. Uno lo que aspira es a seguir trabajando, estar contento con lo que tiene, e ir haciendo las cosas lo mejor posible. Bueno, eso y rodearte de gente buena y con talento, de buenas personas que tengan mucho amor por la profesión, que entiendan que este trabajo se hace en equipo y que necesitas a los demás. Eso es un tesoro Y lo principal.
- ¿Y el mayor tesoro lo encontró en el teatro, que es donde más lo vemos?
- El teatro es mi profesión, mi oficio. Yo he hecho pocas películas y me he contentado con lo que tenía, pero el teatro sí que es lo que me exige, siempre. Primero, porque el proceso de teatro me iba bien, los meses de ensayos, y luego, me hizo entender que las cosas se hacían poco a poco, que tenían un ritmo. Aquí es donde quiero volver a estar bien, para sentir las sensaciones.
- Bueno, no para. Venía de 'El método Grönholm', 'Hedda Gabler', ahora está en 'Macbeth'.
- El otro día vi que he estado en casi 50 obras profesionales. He podido ir ejerciendo el trabajo, me lo han dejado hacer y espero no dejar de hacerlo nunca.
- ¿Puede ser, no? Además, parece que el teatro está mejor que el cine.
- Es una cuestión de hábitos. Yo también dejé de ir al cine un tiempo y luego ha sido un refugio, para estar bien, para estar centrado. Ofrece una meditación activa, como un buen libro, un buen teatro. Pero sí, invito a la gente a que vuelva al cine y que se lo tome como un regalo que se hace a sí mismo, que se hacen pelis superbuenas. Es terapéutico y muy enriquecedor.
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