El actor y director de escena Julio Manrique

El actor y director de escena Julio Manrique

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Julio Manrique: “Comparto con Carrère el miedo a decepcionar a los demás”

El actor dirige la adaptación teatral de la primera novela de no ficción de Emmanuel Carrère

11 marzo, 2023 00:00

Julio Manrique está por partida doble en la cartelera de Barcelona. Por un lado, como actor en Cost de vida, en La Villarroel; por otro, como director de escena con L’adversari, una adaptación teatral del libro homónimo de Emmanuel Carrère que se puede ver hasta el 19 de marzo en el Teatro Condal.

El intérprete se confiesa gran fan del escritor, sobre todo, de esta novela de no ficción que cuenta el caso real de Jean-Claude Romand, un hombre que mató a su mujer, sus hijos, sus padres, su perro e intentó suicidarse, sin conseguirlo. Todo por una mentira.

Dificultades reconocidas

Adaptar la obra al teatro no fue fácil. Prueba de ello es que Julio Manrique ha contado con cuatro manos más para la dramaturgia: Cristina Genebat y Marc Artigau. El resultado ha sido de éxito. Pere Arquillué está nominado a los Max por este montaje.

Crónica Directo habla con Manrique para conocer los detalles de esta adaptación que no deja indiferente a nadie.

Cartel de 'L'adversari'

Cartel de 'L'adversari'

--Pregunta: ¿Cómo se le ocurrió convertir la novela en una obra de teatro?

--Respuesta: Se me ocurrió porque yo soy fan total de Carrère. En este caso, es el primer libro que leí de él y a partir de ahí he ido leyendo prácticamente todo lo que ha escrito. Es muy divertido en el caso de Carrère porque aparece él en los libros, va contando su vida a pedazos y tú vas creciendo y lo vas siguiendo a él también. Se convierte en una especie de voz amiga o te haces algo así como cómplice. L’adversari fue mi puerta de entrada a su mundo literario y, de hecho, para él fue un punto de interacción también, porque es la primera novela de no ficción que escribía. Encontró este mecanismo narrativo que es incluirse a sí mismo en a historia. En el caso de L'adversari, es una historia terrible, macabra, delirante y trágica. Él explica que no fue capaz de escribirla hasta que se dio cuenta de que no podía hacerlo como Capote en A sangre fría y usar un narrador omnisciente. Él se había involucrado en el relato y le parecía lo más honesto que podía hacer. Esto le hizo descubrir una posibilidad de escritura que después ha practicado en los libros posteriores.

--Claro, pero ¿esto es también material teatral?

--No es nada obvio que L’adversari sea un material dramáticamente interesante, sí que es un pedazo de libro, en mi opinión. Pero no sé, por alguna razón yo veía que, en el juego de estas dos figuras, el escritor mirando al asesino y al mentiroso, y esa personalidad desquiciada, oscurísima y también interesante desde un punto de vista literario y humano, aunque sea muy desagradable que mirar. En el diálogo entre estas dos figuras, el escritor y el criminal, existía potencialmente una teatralidad posible. El escritor interrogándose, mirándose en un espejo muy oscuro, que era el de Jean-Claude Romand. No sabía cómo, pero intuía que se podía hacer algo y lo hemos hecho, hemos cerrado el juego en ambos: Carrère, que se desdobla en todos los personajes que se creen la historia de Romand.

--Y en estos juegos aparecen las cámaras, los dos planos...

--Lo de los sofás sencillamente posibilitaba cambiar la geografía de este tipo de sala de estar burguesa, siniestra y opresiva con la que paseamos toda la historia de Romand. Nos permite crear planos diferentes, situarnos de algún modo frontal hacia el público, darle la espalda en algún momento y ser observados sin un mirar. Esto permite pivotar el sofá y cambiar los niveles. Las videocámaras eran importantes para, sin salir casi del mismo espacio, dar puntos de vista distintos.

Carles Martínez en 'L'adversari' / DAVID RUANO

Carles Martínez en 'L'adversari' / DAVID RUANO

--Más allá de lo formal, está el contenido. Está esa reflexión de la mentira y hasta donde se puede llegar.

--Sí, y ese miedo a decepcionar a los demás. Es muy inquietante. Te genera muchas preguntas este relato. Por eso lo hemos hecho, porque es interesante que la literatura y el teatro te hagan preguntas y te obliguen a pensar, aunque no saques las respuestas. ¿Cómo sostuvo durante tantos años una mentira de ese calibre? ¿Cómo es posible que colara? ¿Cómo lo miraba a la gente que le rodeaba, que no fueron capaces de desvelarla? ¿Y de dónde sale la mentira? ¿A qué responde? Todo comienza de forma muy idiota, muy banal, porque el tío no se atreve a decir que no se ha pasado un examen y cuando sus padres le llaman para decirle qué tal, él dice que fantástico. Ésta es la primera mentira que inicia la bola de nieve que se lo acabará comiendo y que acabará con la muerte de muchas personas inocentes. Y el miedo a decepcionar a los demás. Este vértigo. Eso le interesa mucho a Carrère, y a mí. Romand probablemente no es nadie, no se ha llegado a construir y vive con el constante temor de no responder, de no satisfacer las expectativas que imagina que los demás se hacen sobre sí mismo.

--Hablaba de que comparte ese miedo a decepcionar a los demás, ¿es como actor, director…?

--Sí, sin duda. Yo creo que Carrère es un escritor muy brillante, un personaje público con cierta notoriedad y además director de cine. Ha estado en Cannes paseándose por las alfombras rojas y lo cuenta en sus libros. Ha participado en este mundo más o menos frívolo, superficial y ridículo y se atreve a hacer algo muy interesante, aunque puede resultar muy desagradable para según quién, y muy monstruoso: se reconoce en cierta medida. Él no matará nunca a su familia ni hará ninguna de estas bestialidades, pero reconoce ese vértigo, esta distancia entre el yo social y el yo real con el que te conectas cuando estás en soledad. Y pasa en nuestros trabajos y en otros también. De hecho, una de las cosas que me llevó a hacer L’adversari ahora es que creo que, en nuestra época, con las redes sociales se han generado patologías. Se ha extremado esta tensión que forma parte del ser humano que vive en sociedad y, por un lado, tienes las apariencias y, por otro, lo que llevas dentro. Con las redes sociales, Instagram, la constante promoción de uno mismo y el mira qué vida más guay que tengo, pensaba que esta historia con una dimensión monstruosa podía tocar algo que podemos reconocer en el mundo. Un mundo donde se genera una gran tensión y una esclavitud de vender una imagen de éxito a los demás.

--Por tanto, pone en alerta que una pequeña mentira puede tener un mal final.

--O finalmente puedes no saber ya dónde está la frontera. Puedes perderte, en estos tiempos vacíos y muertos, en este mundo que casi ya no reconoces, como Romand se perdía en sus paseos por los bosques.

Carles Martínez en 'L'adversari' DAVID RUANO

Carles Martínez en 'L'adversari' DAVID RUANO

--Y más allá de la mentira. La obra habla también de la maldad.  ¿Dirías que Romand es malvado o que incluso Carrère habla de esas apariencias que esconden una maldad interior, de la cara del mal?

--Sí, lo que hizo tiene una dimensión malvada y ‘el adversario’ es un nombre que en la Biblia se le adjudica al diablo. Carrère juega con eso. Lo curioso es que el protagonista era un pusilánime, no era un diablo seductor, carismático, sino todo lo contrario. Su disfraz, su máscara, la había incorporado como un trabajo propio, era la de una persona discreta, más bien bondadosa, poco ecoica, una personalidad muy blanda, de hecho. Y sí, el mal puede adoptar esta máscara. Es espeluznante.

--Por eso, y para ir terminando. ¿Qué poder diría que tiene la mentira en la vida? ¿La mentira del teatro tiene algún poder?

--Sí, el teatro es un juego de máscaras y de mentiras para hacer emerger algún tipo de verdad. El teatro que me interesa es realmente valioso cuando el juego no es banal. Porque sí, es un juego de máscaras, de gente que se disfraza para contar una historia y, de repente, dentro de este juego se puede tocar una especie de verdad, algo invisible, pero verdadero. Esto, que sucede en el escenario y se comparte con el público, lo convierte en un ritual realmente valioso. El teatro, en el fondo, es una persecución de cierta verdad, autenticidad, que quizás con la vida, el trajín y nuestras prisas de la vida cotidiana, que se nos lleva, se nos pasa. Quizás el teatro es un espacio para parar el tiempo y que aparezca algo profundo, humano y verdadero que nos concierne a todos. Yo creo que, en el fondo, nos dedicamos a perseguir esa verdad. Es una paradoja.

--Totalmente.

--Yo espero que, a pesar de ser una historia muy oscura y muy bestia, algo guay que podría pasarnos es que la gente diga: a tomar por culo tanto Instagram y tanta mandanga y tanto intentar vender motos que son superguays y vaya por la vía directa. Que no nos pase como a Romand, atrevámonos a decir “ese soy yo con lo bueno y con lo malo”. Este es un acto de valor y de generosidad hacia los otros.