Sigourney Weaver puso al mundo del doblaje en pie en la 38 edición de los premios Goya. La actriz estadounidense, galardonado con el reconocimiento internacional, mencionó a su amigo Bill Murray quien le llegó a decir que su “interpretación es mucho mejor” gracias a la persona que la dobla. Fue entonces cuando admitió que “en este escenario debería estar también María Luisa Solá”.

La catalana, que estaba viendo la ceremonia, no se lo podía creer. Se acercó a la tele incluso para escuchar y ver bien si eso era real. Lo fue. Y acto seguido ha empezado una vorágine de reconocimientos, entrevistas y aplausos a su trabajo. Algo que no es muy común.

La gente no se entera de nuestro trabajo, no lo ve”, reconoce sin tapujos. La realidad a veces es demoledora, pero es así. Pocos conocen la cara de María Luisa, escuchan su vez y ven a Sigourney Weaver, Susan Sarandon y, los más veteranos y amantes del cine clásico, a Katherine Hepburn o Claudia Cardinale.

Las cifras son las que son. A sus 85 años, esta barcelonesa ha participado en el doblaje de más de 3.000 proyectos y ha puesto la voz a cerca de 100 actrices internacionales. Ha recibido sus reconocimientos en el pasado, pero nunca se le dio tanta visibilidad. Un hecho habitual en este sector.

Una actriz abrumada 

Desde su casa, donde desde el domingo no dejan de entrar y salir periodistas, cuando no la llaman como este redactor, se siente tan agradecida como “asombrada” con este “pitote tremendo” que se ha montado alrededor de ella. “Yo no estoy acostumbrada”, subraya. Pero que, como ella misma reconoce, esto no va sólo de ella.

Las palabras de Weaver le “ha dado visibilidad” a la profesión, lo que le hace estar “contenta” es porque de alguna manera reconoce a “toda la profesión”. “Estoy contenta por los que ya no están, por los que estamos y por los que luchamos para que el doblaje en español tenga una categoría”. Le pese o no a los enemigos del doblaje. Ella no entra en estas guerras.

¿Versión original o doblada? 

“Si la gente prefiere ir a ver la versión original, me parece bien, que vaya”. Eso sí, apuesta que cuando se estrenen las cintas en su idioma original lo haga sin aditivos, “porque pierdes mucho tiempo en leer los subtítulos”.

Lo que quiere quede claro es que, si el espectador “ve una versión doblada de saber que la gente que participa se esfuerza, lo intenta hacer lo mejor posible y queda muy bien”. Por mucho que no siempre se tenga mucho tiempo, detalla.

La actriz Sigourney Weaver EFE

 

Solá sabe muy bien de lo que habla. Lleva desde los años 50 en el mundo del doblaje y, desde entonces, se esfuerza en hacer su trabajo lo mejor posible. “Me paso horas mirándoles la boca, los ojos, los gestos...”, describe. “Porque el doblaje no solo es fijarte en la boca, sino seguir todos los gestos que ellas hacen”, reivindica.

Todo eso ha hecho que la reconozca Sigourney Weaver y, ahora, la prensa quiera saber de ella y de esta profesión tan denostada por los puristas de la versión original. Pero ella sigue adelante y seguirá con trabajo. No pretende jubilarse.

En activo pese a la IA

Sólo hay un temor en el aire respecto al futuro. Un fantasma que sobrevuela el sector del doblaje a nivel nacional e internacional. “Ahora estamos en lucha, como muchas profesiones, con la inteligencia artificial y se tiene que intentar que esté muy controlado”, adelanta. “Que no nos fastidien demasiado”, lanza como deseo.

Ella, por el momento, sigue adelante con su trabajo. “Sigo en activo, porque estas actrices que yo doblo siguen en activo. Ellas se han ido poniendo años lo mismo que yo. Así que, si me siguen llamando, lo sigo haciendo, hasta que llegue un momento que digan, “bueno, ya está bien, estamos hartos de ti” y ya dejen de contar conmigo”. Cosa que no parece que vaya a pasar, porque a pesar de que “naturalmente, los años no pasan en balde, me siento con fuerzas para continuar”, zanja.

La actriz Susan Sarandon / EFE

Ronda de preguntas rápidas

Solá está tan encantada de que se reconozca su trabajo, como abrumada de tanta visita y llamada. A pesar de que agradece el reconocimiento, parece estar cómoda con una atención menor. Claro que uno no puede evitar acabar haciéndole una serie de preguntas breve.

¿Cuál ha sido la que más ilusión le ha hecho? Porque en su repertorio aparecen también Katherine Hepburn, Kim Novak, Jeane Morreau. ¿Le tiene un especial cariño a alguna?
Todas las que me han proporcionado un buen trabajo y un buen papel y que me ha gustado hacerlo en aquel momento. Pero, para mí, todas son importantes. ¿Cómo no voy a dejar de nombrar a Helen Mirren, por ejemplo, que la he doblado cantidad de veces? A Susan Sarandon, que la adoro. A Sigourney Weaver que, desde ahora, pues fíjate tú si la adoro. Y la adoro mucho más. Y a todas. Y cuando hace tiempo que no he doblado a alguna de ellas y me llaman porque ha hecho una película me hace ilusión, porque es como recuperar a una vieja amiga, porque como estudio sus gestos, de algún modo las conozco.
¿Pero se ha sentido identificada con alguna de ellas?
Depende de la película, del papel y de la actriz. No sé, es una profesión muy bonita. Pero hablando de Sigourney Weaver, pues, por ejemplo, Alien o Copycat, o con Susan Sarandon, en Pena de muerte. Esa era una película fantástica y ella estaba estupenda. Recuerdo que lloré y lloré, porque yo lloro mucho y me meto mucho en el papel.
¿Y ha conocido a alguna de ellas?
No, ninguna. Fíjate, ahora hubiera tenido una oportunidad estupenda y no la he tenido. Pero bueno, lo que sí me voy a poner en contacto para agradecerle sus palabras. ¡Y por descontado que si un día viene por Barcelona, la voy a buscar debajo de las piedras para darle un abrazo grande! (ríe).

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