Nathalie Poza es lo que se llama una actriz de raza, con sello propio. Su presencia frente a la cámara impone respeto. Su trayectoria también. A pesar de que es más común verla en teatro, cuando llega a la pantalla grande el espectador piensa que la película debe tener algo. Y lo cierto es que con Honeymoon pasa esto.
La cinta, dirigida por Enrique Otero, y coprotagonizada por la madrileña y Javier Gutiérrez, es una rara avis en el cine español. Se trata de una especie de road movie con muertos incluidos, llena de humor, denuncia y una buena dosis del Fargo de los hermanos Coen. No se puede decir mucho más, cualquier spoiler puede ser contraproducente, acudir al cine, no.
Entre amigos
Durante la presentación de la película en el Festival de Málaga, la actriz defendió la potencia de un guion que la atrapó por completo, sobre todo, por su variedad de registros y por el tono. Algo que evitó que se tomara un descanso tal y como tenía previsto.
Crónica Directo habló con la intérprete para saber más sobre cómo fue su compromiso con esta producción y su reencuentro con un amigo y compañero como Gutiérrez, con el que ha compartido muchas tablas y aventuras, pero menos películas.
- Tras mucho teatro, 'Honeymoon' supone su regreso al cine. ¿Qué la animó a meterse en este proyecto?
- Bueno, te confieso que cuando me llegó era un momento en el que quería tomarme un tiempo. Yo soy lenta leyendo guiones y me lo leí del tirón. Enseguida llamé a Kike y ya estaba ahí. Hay guiones que te leen, decía Gina Rowlands. Pues este es uno de ellos. Me atrapó esa manera de irrumpir en escena del personaje, en un estado muy extremo. Estás todo el rato pensando dónde te quieren llevar en esta especie de road movie-thriller en el que te sumergen.
- Me gusta esa mezcla que hace porque es muy inclasificable.
- La sensación de inclasificabilidad no es tan usual. Estamos acostumbrados a etiquetarlo todo, a determinar los géneros. Es todo muy predecible. Los personajes muchas veces son más estereotipados. Te los tienes que inventar porque no están en guion. Y aquí no. Por eso no tuve más remedio que subirme a esta aventura desde ya. He sido un sí de los de verdad. Con todo el alma.
- Su personaje tampoco resiste mucho a calificativos. ¿Diría que es una mujer desesperada?
- No se sabe mucho de los personajes, pero son mucho más reconocibles de lo que se necesita contar muchas veces en un guion, precisamente porque son personas que no sabemos muy bien en qué trabajan, pero tienen trabajos quizás algo más mediocres. Desde luego, lo que conocemos es una mujer que no está muy satisfecha en su vida personal, no sabemos si está trabajando, sabemos que tiene problemas económicos, está en un momento desastroso de pareja, manifiesta un cinismo y una amargura muy propios de cuando no estamos en un buen momento. Y lo que más me gustó es que la película te coloca en ese lugar que todos conocemos, porque, aunque la vida te dé una bofetada muy grande, como les pasa a ambos personajes en la película, si estás atento a las señales y coges esa oportunidad que te da la vida, quizás puedas redirigirte a un lugar más luminoso. Me pareció muy hermoso. Yo sí creo que las personas pueden cambiar, sí creo que se puede renacer de las cenizas y me parece muy bonito contarlo en un cine, de manera incluso divertida y a través de un cine muy particular y muy inusual.
- Habla de este cine inusual, ¿es lo que se necesita para atraer al público? ¿O es inusual porque se va a la fácil para que vaya más gente?
- Lo importante es contar lo que quieres. Kike lo hace. Aparecen desde sus gustos musicales, menos pop, pero a mí me resuena lo que le gusta. Hablamos de Mazinger Z, de otras generaciones, se deslocaliza, parece que es de los años 70, podría ser que están por unas carreteras de Estados Unidos, pero luego... Estamos en una ciudad de provincias españolas. A mí ese juego que dispara la imaginación del espectador y que te saca un poco de lo que conoces, me parece mágico. Me recuerda mucho al cine de los Coen, al mundo de Cronenberg también. Hay un imaginario que es del cineasta que propone la historia, con guiños a los mundos que le interesan a él. Eso resulta muy entretenido de proponer. Y luego, los personajes parecen que van a tomar decisiones que esperas que no tomen. Philip Seymour Hoffman decía que le gustaba mucho cuando tomaban decisiones terriblemente equivocadas. Me parece que, además, se refleja mucho más a las personas que somos en realidad que a lo que queremos aparentar. Todos tenemos momentos muy torpes a lo largo del día. Muy vergonzosos. Y creo que eso hay que contarlo en el cine.
- También hay un retrato social de gente que, han vivido algo muy grave, pero que piensan todo el rato en el dinero.
- Bueno, ¡eso es genial! Son unos miserables. También es muy bonito ver esa parte de una pareja que se hace tantas trampas. Estas pequeñas miserias que hay en todas las familias son muy divertidas de ver y a la vez muy incómodas. Pero luego les aparece una especie de ángel de la guarda que, si son capaces de verlo, les va guiando hacia un lugar más o menos luminoso.
- ¿Es la esperanza?
- La esperanza está personalizada y encarnada en la película por una criatura que es una niña que no habla. Como en todas las miserias humanas, cuando se habla demasiado, cuando se discute, hay siempre mucho dolor y mucha bajeza. Y de repente aparece un personaje que no sabemos muy bien de dónde viene, de una edad que siempre nos refleja pureza, inocencia, y a la vez picardía. Y, desde el silencio, es muy bonito como les va susurrando por dónde ir.
- Pero hay otro personaje, el de María Vázquez.
- Que es como Frances McDormand en Fargo.
- ¿Ella es la buena fe?
- Totalmente. Es esa buena policía que todos nos queremos encontrar en la vida y de la que te enamoras literalmente. La niña sería un poco también la voz de la conciencia. El silencio de la conciencia porque no dice nada. La verdad es que los actores secundarios de esta película que requerían actores muy serios porque tienen mucha contundencia. El personaje de Pablo Derqui revela que la protagonista tiene una relación tóxica fuera de su matrimonio, de la que además quiere huir. Pero a veces hay que tener mucho cuidado con alargar aquello que nos hace daño, porque cuando quieres pararlo es demasiado tarde.
- Con Pablo Derqui ya han trabajado, pero, sobre todo, hay un gran reencuentro en pantalla. El suyo con Javier Gutiérrez. ¿Cómo ha sido?
- Bueno, es que Javier y yo empezamos a estudiar juntos, cuando él llegó a Madrid, fue de las primeras personas que conocí. Y durante muchos años hemos hecho, sobre todo, muchísimo teatro juntos y poco cine, la verdad. Es que creo que es el destino. Es como si fuéramos la pareja de la película, nos ha pasado de todo. Hemos compartido también mucha vida, muchas vivencias. Es un regalo que la vida me ha hecho, tenerle cerca y poder estar a su lado. Además, se ha convertido en un actor inmenso. Y, como decía el otro día Luis Bermejo, cuando le dieron un premio a la Unión de Actores, con él siempre es un sí. Y hay algo que mueve los proyectos hacia adelante si está Javi. Ha sido muy bonito tenerle cerca.
- Bueno, usted también se ha convertido en una gran actriz. De hecho, para muchos es garantía de calidad. Decía que es lenta leyendo guiones, pero ¿cómo selecciona en los que participa?
- Es que no siempre puedo elegir. No siempre elegimos. Y muchas veces, cuando más trabajo tienes que hacer, es precisamente cuando no existe ese guion de calidad. Porque, como te decía, cuando el guion te elige, todo lo que necesitas está ahí. El problema es cuando no está y nosotros tenemos que construir todo un universo alrededor de unas secuencias que no están escritas. Eso es mucho más complejo. Pero en este caso, no, fuimos muy leales, muy fieles al guion.