Juanma Betancort, en busca de la 'semilla del son' (y Santiago Auserón)
El realizador viaja hasta Cuba de la mano del excantante de Radio Futura a quien considera una figura clave de la música
11 noviembre, 2023 14:47Noticias relacionadas
Juanma Betancort es un melómano absoluto. Ama la música. Lo demostró con su primera película Playing Lecuona y lo vuelve hacer en este segundo trabajo que llega a los cines titulado Semilla del son. Un documental, aunque a él no le gusta llamarlo así, que sigue los pasos de Santiago Auserón en su búsqueda de las raíces de la música negra en español.
El proyecto nació del realizador canario, fan del músico “desde la primerísima etapa Radio Futura” que para él es el periodo que inician con La ley del mar. Desde allí no lo dejó de seguir. En su etapa de estudiante por Madrid, vio actuar al cantante cuando exploró el sonido añejo del son cubano y se fascinó. “Me pareció un sonido súper auténtico, como si escucharas viejos blues. Eso que hizo Santiago fue para mí lo más moderno de los noventa”. Ahora, directamente, trabaja con él.
El origen de 'la semilla'
Al parecer, fue el maño quien se le acercó tras ver Playing Lecuona. “Vio la película, le encantó”, relata el cineasta. “Paralelamente, le propuse llevar al cine la experiencia que él hizo con Semilla del son y la hicimos”, sentencia. Así de fácil y no. Porque, como recuerda, “hacer cine en este país no es fácil. Cuando una película, como esta, llega a salas, a festivales o a los Goya ha pasado un recorrido complicado. Es difícil hacer una película, pero venderla y que le den espacio, también”.
A esto se le añade que la cinta se rodó íntegramente en Cuba. Y el rodaje no habría sido un camino de rosas. “Cuba no es fácil. Sobre todo, el oriente de Cuba”, matiza. Y es que Auserón y Betancort atravesaron la isla “de oriente a occidente” para encontrar lo que buscaban, la semilla del son.
Rodar en Cuba
“La Habana es como Miami, pero no es fácil rodar en el oriente de Cuba”, subraya. Claro que eso no quita que sea fascinante. “Fascinante por la autenticidad de los lugares que transitábamos, que eran los orígenes del son cubano en poblaciones aisladas”.
A pesar de que contaron con el beneplácito de las autoridades cubanas y “toda la colaboración del mundo por parte del Instituto Nacional de Cubano de la Música”, que los esperaban allí donde iban, “Cuba no es Europa”.
Entre la dificultad y la diversión
El encanto de la isla, lo increíble de sus músicas no quita el hecho de que Cuba tenga “dificultades de todo tipo”. “Las carreteras no son como las de aquí, de repente no hay gasolina en algún lugar, en fin, Cuba tiene sus dificultades. Es un poco diferente”, indica.
Pero a Betancort se le nota la carretera que lleva detrás, la experiencia de un hombre de cine, y se supo adaptar. Asevera que “tiene su encanto”, “se improvisa bastante y es divertido en ese sentido”. “La verdad es que nos lo pasamos muy bien”.
Auserón, protagonista
El espectador siente eso. La cámara sigue a Auserón, pero en este viaje también el público se adentra en el son de la música cubana, de la música latina. Los orígenes, que aún se mantienen en la isla, están muy lejos del reguetón. La importancia del sonido, la calidad del sonido hace gozar al espectador.
Aún así, Betancort quiere dejar claro que “la película es un homenaje a un rockero, a un rockero que investiga la música cubana para trasladarla a las canciones de rock que él compone”. Aun así, no quiere oír hablar de la palabra reivindicación cuando se habla de Auserón. “Santiago Auserón se reivindica solo. Es un talento respetado, premio nacional de la música moderna, es medalla de oro al mérito de las bellas artes. Es una de las figuras más interesantes de las figuras de este país en relación al rock. Es el tío más auténtico que existe. Ningún grupo de este país ha superado a Radio Futura ni en talento, ni en ventas, ni en prestigio”, sentencia con una convicción absoluta.
La admiración por su protagonista es evidente, también en la película. La cámara apenas se separa de Auserón mientras los ritmos cubanos casi quedan en segundo plano. El realizador sigue los pasos del rockero por Cuba fruto de una investigación anterior que trajo al músico aquí. Y eso es lo que le interesa y muestra al mundo. ¿En formato documental? No, tampoco.
Pasión por el cine y la música
“Yo lo llamaría cine musical a secas. La etiqueta documental no la suelo usar nunca, no me parece que mole, porque, con todos mis respetos, parece que sean de televisión”, matiza por las dudas. “Yo hago cine de no ficción, cine musical. Es lo que me apasiona”, sentencia. Y se nota.
Tras este viaje por Cuba teñida de declaración de amor a la música de Auserón, ya prepara otra no ficción sobre música electrónica y dos proyectos más, esta vez ficcionados: “una de Brighton 64, muy modo, y un homenaje al Bowie de la trilogía de Berlín que voy a rodar allí”. Levantar el cine musical es complicado, como dice él mismo, pero su pasión por ella le hace continuar. Todo hasta dar con la semilla del son.