El mundo de la crítica cinematográfica no vive sus mejores momentos. La llegada de las redes sociales o de plataformas como Letterboxd ha hecho que cualquiera pueda emitir un juicio de valor sobre la última serie estrenada en plataformas o cualquier película que ha visto en cines. ¿Pero podemos llamar a eso crítica?

Los profesionales lo tienen claro: no. Pero claro, apenas se les escucha. En cambio, en medio de esta vorágine opinadora hay una voz formada y experta que cada vez tiene más peso, la de Alejandro G. Calvo. De las páginas de diarios y revistas especializadas, ha saltado a la web y a las redes y su canal de YouTube se ha convertido en todo un referente para los cinéfilos.

Libro

Tal vez por ese éxito, pero sobre todo por su conocimiento, la editorial Planeta se le acercó a ofrecerle la publicación de un libro en el que recopilara varias de esas películas de ayer, de hoy y de siempre que vale la pena ver. Pero este periodista nacido en Barcelona ha hecho algo distinto.

En Una película para cada año de tu vida, el ahora escritor no se ha limitado a sentar cátedra, sino que recopila una serie de cintas que le han marcado y a la vez pasar por momentos claves de su vida. En todo el texto se respira una persona detrás que le habla al lector desde la intimidad y la más absoluta confianza y le genera interés por películas tan variopintas como 50 primeras citas o El séptimo sello de Bergman. Y es que tiene claro que el cine, pero sobre todo la vida, están para ser disfrutados.

Libro 'Una película para cada año de tu vida'

--Pregunta: Sacar un libro y que sea de cine ¿es muy difícil?

--Respuesta: La verdad es que Planeta me llamó. No era un proyecto, sino que me llamaron. Lo que ha sido difícil es escribirlo en cuatro meses. Mi vida va muy petada y ha sido exigente. He tenido una complicidad increíble de mi mujer, me ha ayudado mucho con los niños, he dormido muy, muy poco y ya está.

--Y además lo compagina viendo unas 400 pelis al año.

--Sí. Mola. Claro. Es cierto que, por las condiciones, el libro se ha construido con esas películas que me iban acompañando estos meses. Si me lo ofrecen este año, habrían sido otras películas, porque esto no es un libro de matemáticas. Si me proponían presentar Annie Hall, pensaba que podía ir al libro, o cuando fui a Venecia y vi Blonde, pensé en meterla. Por eso, se ha construido un poco de forma accidental y tratando de cuadrar por edades. Si Marilyn murió a los 36, Blonde va a los 36. Ha sido difícil por eso. Por el resto, es cierto que yo hablo con mis colegas críticos, redactores y periodistas, y todo el mundo lo dice: que hacer un libro de cine es algo muy difícil, porque no se venden. Así que me siento muy afortunado por haberlo podido hacer y haberme sentido muy bien acompañado.

--De ahí la pregunta anterior. Porque pasa esto con los libres de cine, pero usted que se dedica a ello, ¿cree que tiene espacio la crítica de cine a día de hoy?

--Es más importante que nunca. O sea, la crítica de cine nunca ha sido tan necesaria como ahora. En la historia de la producción de cinematográfica, series... nunca ha habido tanto producto. ¡Es demencial! Vivimos totalmente abrumados por el ruido de los estrenos. Por tanto, los prescriptores tenemos que estar ahí para saber diferenciar y decirle a la gente que igual todo esto que gritan no es para tanto, pero que en cambio han estrenado esto a lo que debes prestar atención. Desde Ant-Man a una serie ignota que se ha estrenado en Telemadrid. Has de ser capaz de coger a la gente y llevarla. Antes era relativamente más fácil informarte de cine, porque ibas al quiosco, te comprabas dos periódicos y tres revistas y te educabas culturalmente. Ahora, obviamente eso es como hablar de los dinosaurios, te vas a Google. Vas allí buscas X y lo que te ofrece son 20 resultados de mierda. Entras y ese contenido que tú, como persona interesada, tratas de encontrar, no lo encuentras. Eso es espantoso. Nunca hemos sido tan necesarios y al mismo tiempo nunca hemos estado tan mal pagados, con menos espacio para publicar. Es una situación realmente terrorífica. Y yo soy un privilegiado. A mí me sigue mucha gente, tengo un trabajo en un medio muy grande y tal, pero he pasado por todas las etapas de la vida y la profesión y sé de lo que hablo.

Alejandro G. Calvo / GALA ESPÍN - CG

--Pero ¿cómo se consigue ser prescriptor?

--No hay nadie al volante ¿eh? No hay plan.

--Pero decidió ir a YouTube, por ejemplo.

--Pero este canal es de Verónica y mío, porque ella es mi realizadora, productora, editora. Yo soy la cara, pero ella está detrás de todo lo que hacemos. Y somos asalariados de la empresa. No ha habido plan. Ella me aprieta para que haga más vídeos. El primer vídeo que hago es en noviembre de 2019. Yo nunca hice vídeos, era crítico de cine e iba para eso. Empecé a grabar y he tenido la inmensa suerte de que ha funcionado muy bien y de que le llega a mucha gente. Y es una barbaridad y ¡es muy especializado! ¡Y esto es superimportante! Porque en los medios se organiza el trabajo siempre de arriba a abajo. Y antes, con la información era importante la experiencia. Pero ahora pesa más la tecnología que la información. Ahora pesa más el cómo se va a escribir y a programar y a lanzar aquel contenido. Y te dicen lo que hay que hacer para petarlo y llega un punto que ya no sabes de qué estás hablando. Todo ha de ser en vertical, no más de 15 segundos… ¿Y qué hago yo? Voy a hacer a quemarropa uno de dos horas del western clásico y ¡tiene un millón de reproducciones! Y sin trucos. ¡Te la comes YouTube! Eso significa que el trabajo, cuidado, especializado, tiene su público. ¡Coño, no es tan difícil! Entonces dentro de esas directrices absurdas, que tú hagas lo que te dé la gana es importante. Luego puede funcionar, puede no funcionar. ¿Qué más da? Joder, hay que hacer las cosas en las que uno cree. ¿Sino qué has de hacer? ¿Cosas en las que no crees? Tienes el resto de tu vida para hacer lo que te digan los demás, para hacer lo que no crees. Pero mientras tengas esa posibilidad de hacerlo, joder, hazlo. Si a mí me ha ido bien, que soy de Soria. e iba para jamonero… (bromea)

--¿Y cómo le nace a ese chico de Soria que va para jamonero esa pasión por el cine?

--Viendo pelis.

--Claro, pero ahora es fácil, antes no.

--Yo soy hijo único. Mis padres pasaban de mí total. Y mi mejor amigo era el del videoclub. Me iba al videoclub cada día. El videoclub era Disneylandia. Al principio era más difícil, pero luego me acuerdo que ya me dejaba alquilar cualquier cosa y me veía igual Kramer contra Kramer que Holocausto Caníbal. No sabía que quería ser crítico de cine, sabía que me gustaba mucho el cine y me obsesionaba primero con actores y luego ya con directores. Y ahí empiezas a hacerte filmografías. Yo me vi antes todas las películas de Robin Williams que todas las de Martin Scorsese. Yo desde muy pequeño escribía mis movidas. Leía mucha crítica de cine y, si veía una peli que no tenía crítica o no la encontraba, la escribía yo. Obviamente muy mala, pero es que cualquier crítico que empiece empieza escribiendo mal. Lo digo por los chavales que empiezan. Y ahí empecé escribiendo y hasta ahora sigo.

Alejandro G. Calvo / GALA ESPÍN - CG

--¿Y qué ha de tener una buena crítica?

--Una buena crítica tiene que saber una cosa superimportante: la opinión es lo de menos. ¿Quién eres para decir que una peli es buena o mala? Yo no tengo ninguna autoridad. Ahora, tengo suficiente conocimiento para enarbolar un discurso al respecto, una reflexión sobre la que tú y yo nos podemos poner de acuerdo, sobre la que podemos hacer crecer algo. Y si llegamos ahí nos lo podemos pasar bien. Creo que una buena crítica tiene que tener literatura, fundamento, coherencia y cultura. Y tiene que tener algo personal indisociable del texto. Por eso digo que este libro es una autobiografía, porque ahí estoy metido yo a tope. Y, sin embargo, no estoy. No hay ese relato en primera persona en ningún momento, pero yo lo leo y hay capítulos que me duele leerlos, que me emocionan muchísimo. Porque sí, está muy bien hablar de cine, pero te expones de alguna forma. Sin ser ególatra.

--Habla tanto de usted que habla del miedo que ha pasado y de cómo ha llegado a llorar, pero ¿dónde ha pasado más miedo y dónde ha llorado más?

--He llorado y he pasado mucho miedo en la vida, pero yo no soy de llorar en la vida. Mis padres me enseñaron que llorar era malo. Mi padre tenía una frase, muy de Franco, que me decía continuamente: 'Quien bien te quiere te hará llorar'. Sin embargo, soy muy llorón en el cine. Yo me emociono muchísimo en el cine y me siento superfeliz de poder llorar. Me da mucha pena no poder llorar más. Muchas veces estás mal, estás jodido, quieres llorar y no puedes, porque te han enseñado que no puedes hacerlo. Y prefiero pasarlo mal en las pelis que en la vida real.

--Además de cosas personales, a las críticas les pone mucho humor, algo no muy común, porque algunos sientan cátedra.

--Ya. Aquí hay una cosa superimportante. A ti nadie te tiene que decir lo que debes hacer, sentir o pensar. Váyase usted a la mierda. Yo no soy elitista, ni soy dogmático, que la gente haga lo que le dé la gana. Y punto. Es mucho más importante que vivas la vida lo mejor posible para que seas feliz que no que la gente tenga que decir lo que tienes que hacer. Yo he conocido a gente que me decían que lo más importante es verme las tres pelis a día de la filmoteca y luego irme a casa. Esos son los críticos de salón, pero hay que salir a vivir la vida, enfrentarse con ella. No necesariamente como Orson Welles, Ernest Hemingway o Iván Zulueta, a lo bestia. Pero sí que es importante que salgas y te enamores. Y si por lo que sea no sale bien, el día que tú veas In the Mood for Love, que está en el libro, te va a destrozar mucho más que si no te has enamorado. Entonces yo creo que es importante salir y enamorarse. Y también fracasar, aunque ojalá no fracase nadie. Si vives esa vida, luego se construyen esos relatos. Por eso también este libro es tremendamente romántico. Al estar construido como algo vital, he metido muchas películas de corte romántico-emocional.

Alejandro G. Calvo / GALA ESPÍN - CG

--Y muy variadas, hay desde las ya citadas hasta 'Cazafantasmas' y '50 primeras citas' a cintas de autor muy poco conocidas.

--Claro, porque el cine nunca lo he visto como un gueto. Yo lo he visto como todo. Si el cine es una gran tarta, yo me quiero comer esa tarta entera. Decir que el buen cine solo es esta puta porción pequeña sin gluten, pienso, ¿por qué? Yo quiero ese trozo de Adam Sandler que hay ahí que me está diciendo cómeme. Y creo en eso. Luego cada uno tiene que elegir. Yo, por lo que sea, debo tener un daño cerebral, lo disfruto todo. Porque en la vida lo disfrutamos. Tenemos que apostar a quererlo todo. Luego igual no nos sale. Hay gente que verá El séptimo sello y la aburre. O igual se pone La Lego película e igual, pero creo que desde mi experiencia son grandísimas películas. Las dos. Enormes. Y siempre lo he defendido así. Porque nadie es más listo porque vea solo pelis de Bergman ni nadie es más tonto porque vea solo pelis de Adam Sandler. Creo que la persona realmente lista es la que ve a ambas. Si tú lo disfrutas todo, mucho mejor. Tu vida va a ser mucho mejor. Esto les jode mucho a los críticos, especialmente a los de arriba. 

--Por último. ¿No está en modo Almodóvar?

--No, pero podría.

--Y el que más se repite es…

--John Ford. Es un gesto consciente. Yo siempre que hago tops trato de no repetir para que la variedad sea más amplia y también me protege de alguna forma para no complicarme mucho. Pero este libro, en el que sabía que tenía que repetir porque la coyuntura de la edad me daba ese espacio, John Ford iba a ser el que más pelis tuviera. Están La diligencia, Centauros del desierto y El hombre que mató a Liberty Valance. Y se quedó así.

--¿Por?

--Creo que John Ford es el mejor director de la historia. Se habla de él cómo el máximo ejemplo del clasicismo, pero yo le he visto siempre muy moderno. Y se ha dicho que es muy conservador y yo lo he visto muy progresista también siempre. También pensé en Linklater, que me encanta, pero Ford me encanta. Quitando eso, está Coppola y sus dos Padrinos.