Primer largometraje catalán presentado en Málaga. La nueva película de David Pujol, Esperando a Dalí, se ha presentado en la sección oficial fuera de concurso y, además ha dado el pistoletazo de salida a una de las secciones más especiales de este festival, el Cinema Cocina.
Iván Massagué, Pol López y Jose García son los protagonistas de esta curiosa historia ubicada en el tardofranquismo de 1974, cuando la represión seguía vigente y Dalí despuntaba a nivel internacional.
Cadaqués, obviamente es el escenario de fondo. Allí llegan Fernando (Massagué) y su revolucionario hermano Alberto (López), perseguido por la Guardia Civil por manifestarse contra la dictadura. Fernando es un chef con mucho oficio y poca ambición y por proteger a su hermano recala en el chiringuito surrealista de Jules, un franco-español admirador de Dalí.
La voluntad del dueño es que el reputado pintor acuda a su restaurante, pero tiene muchos problemas, el primero de ellos es que la mujer del artista, Gala, le pide millones de pesetas por ello. Una fábula, un cuento que quiere llenar de ilusiones al espectador, como señala su director, David Pujol, a Crónica Global.
El director, procedente del documental, se convirtió en un gran amigo de Ferrán Adrià durante el rodaje de la serie dedicada el chef más reputado de Cataluña. A eso se le suma la pasión por el cine del realizador y Cadaqués como tierra de libertad. Una combinación perfecta para que Pujol diera el salto a la ficción.
Las referencias a Fellini y el plano inicial deja entrever todos sus conocimientos de cine clásico y de vanguardia del que bebe su realizador. Algo que encantó a Paco Tous que reconoce que eso le permitió interpretar a su agente como el malo de un cuento, sin pensar en más, contagiado por el director que considera que “el cine era mágico cuando hacía soñar a los espectadores”. Algo que espera conseguir con este debut en la ficción.
Matria
La bonita y divertida fabula del catalán, por eso, se ha visto por la que ya se ha convertido por méritos propios en una de las favoritas de esta edición, vista la reacción de público y prensa. La historia de Ramona atrapa, enfurece y emociona a partes iguales gracias, especialmente, a una sobresaliente María Vázquez que carga con todo el peso de la película y todo lo que le sucede al personaje.
La protagonista es una mujer trabajadora de un pueblo del interior de Galicia que carga sobre sus espaldas a un hombre abusador y alcoholizado del que se ha separado, pero con el que convive, una hija que se ha ido de casa pero por la que ahorra para que estudie y, además, la explotación laboral. El tópico diría que es una mujer fuerte porque se enfrenta a los patronos de una fábrica que les quiere pagar menos por las tareas de limpieza y planta cara a todo aquel que se le pone por delante. A lo único que le cuesta negarse es a desatender a su expareja e hija, aunque no la traten bien.
Con estos guisos y tras ser seleccionada por el festival de Berlín, el espectador podría pensar que es una película lenta de autor. Nada que ver. El director de la película, Álvaro Gago, filma todo con la misma energía con la que su protagonista se enfrenta a sus problemas y cuando se acerca al rostro de Vázquez capta a la perfección todo lo que Ramona sufre por dentro.
Matria es ya, por méritos propios, una de las candidatas a llevarse la Biznaga este edición y María Vázquez podría hacerse con el premio a la mejor interpretación, siempre que la jovencísima Sofía Otero no se lo arrebate por 20.000 especies de abejas. Por el momento, la actriz de 9 años ya se llevó el oso de Berlín a la mejor interpretación.
De treguas y crangrejos
El trío de películas catalanas (Matria es en gallego pero con participación catalana en la producción), lo completa una pequeña película que retrata las complejidades del amor, Tregua(s). Bruna Cusí da vida a una actriz que, precisamente en Málaga, tiene un encuentro con su amante de hace una década. El título hace referencia a los repetidos encuentros que han tenido en todo este tiempo en su relación y en la de sus respectivas relaciones supuestamente oficiales. Una historia que acontece casi todo el rato en un interior cargado de mentiras, golpes bajos y complicidades donde el amor y la tristeza se cogen de la mano.
Por último, pero no por ello menos importante el canario Omar Al Abdul Razzak ha presentado su ficción Matar cangrejos, una historia de crecimiento de dos menores que, con sus paseos por Tenerife de los años 90 muestra como poco a poco el turismo se fue quedando con la isla. No llega nunca a mostrar la realidad, nunca llega a ponerse serio sobre el asunto, pero todo el telón de fondo es un constante recuerdo de que de aquellos Paraguayo parks, viene este desplazamiento de las habitantes de toda la vida.
Premios y políticos
Y como el festival no da precisamente tregua este mismo sábado ha entregado un nuevo premio especial. Esta vez a Alberto Rodríguez, cineasta andaluz que arrasó este año en los Goya y el pasado en taquilla con su Modelo 77 y al que se le ha concedido el premio Retrospectiva.
Tampoco han faltado los políticos, una vez más. La vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, ha repetido tras la gala de inauguración de este viernes para asistir al encuentro con el sector audiovisual titulado Crear con derechos.
María Barranco
Aunque si ha habido una presencia no menor ha sido la de María Barranco. La actriz ha presentado Rubio cobrizo, un corto de Pablo Quijano al que la actriz confiesa haber dicho que no en un primer momento, hasta que la convenció.
La película, condensada en poco más de 20 minutos, es un retrato del peso de una educación católica y cómo una bandera puede servir para ocultar cosas que no se quieren ver. Un film que es un canto a estar alerta al recorte de libertades que, como apunta la actriz, parece estar en boga, incluso en la actuación. Con ella se cerraba un día que, gracias al cine, se ha convertido en una defensa a las libertades.