Isabel Pantoja lo ha intentado pero no lo ha conseguido. Ha vuelto a sentarse en el banquillo de los acusados el Juzgado de lo Penal número 5 de Málaga, como en su día hizo por el caso Malaya. Esta vez, su imagen ha sido mucho más dura.

Después de un retraso de más de media hora y de alguna pausa posterior por problemas en el sonido de la sala, la tonadillera se ha sentado ante el juez y ha llorado, sufrido y confesado que está completamente sola. A la única persona que tiene a su lado es su hermano Agustín: "Es la única persona que tengo a mi lado".

Recuerdos de la cárcel

Las declaraciones, entre lágrimas, han venido con un recuerdo de su peor época, cuando estuvo en la cárcel y tuvo que vender Mi Gitana, en la urbanización malagueña de La Pera, y "no recibía la visita de mis abogados". "Las únicas visitas que recibía eran las de mis hijos, mi sobrina y mi hermano Agustín. Solo nos abrazábamos y hablábamos de salud, no de dinero", señala.

Completamente destrozada, mirando al cielo y teniendo que hacer numerosas pausas para enjugar sus lágrimas, la cantante se ha enfrentado a las preguntas de la acusación, puesto que su abogado no ha querido hacer ninguna pregunta a su defendida. Ella ya estaba suficientemente dolida por la situación. Y es que puede volver a pisar la cárcel, ya que la fiscalía pide tres años de prisión para ella por un presunto delito de insolvencia punible.

Agustín Pantoja

La artista asegura que "no entiende de papeles" y que, a pesar de ser la única administradora de Panriver 56 S.L., desconoce los "beneficios y las deudas que ha dado esta empresa" y apunta a terceros. "Mis asesores fiscales a veces lo han hecho bien y otras no" trata de justificarse al subrayar que desconoce los "movimientos que hacía la empresa".

"Ojalá me lo hubieran dicho antes”, se lamenta. Claro que en su exculpación ha puesto el foco en su querido Agustín Pantoja a quien dio plenos poderes sobre sus sociedades "delante de notario". "Yo le firmo el poder ese a mi hermano para liquidar todo lo que se debiese", ha explicado.

 

Errores

El tío de Kiko Rivera e Isa P. fue realizó la venta de La Pera, pero Isabel ha querido dejar claro Agustín es de su máxima persona de confianza: “Lo que mi hermano haya hecho, lo ha hecho bien, confío plenamente en él, moriría por mí y no me haría ningún daño”.

Ella por su parte, insistió en su desconocimiento de cómo fue la operación por encontrarse en la cárcel. "Estando donde yo estaba no me importaba el precio de la casa ni nada”, asegura. El único "error" que ha confesado es el de "poner todos mis bienes como aval de esa casa" para "intentar salvar mi patrimonio". "Todo mi trabajo de toda mi vida", indica.

Advertencia del juez

Una vez más, la Pantoja trata de echar balones fuera. "Mi letrado no me dijo nada y, si me lo hubiera dicho, yo hubiera pagado antes de entrar en ese lugar", revela, refiriéndose que de haber sabido lo que debía lo hubiese afrontado antes de ir a prisión. Y es que afirma que sólo supo de la dudosa transacción cuando le llega "una carta a prisión", manteniendo que "desconocía hasta el banco que era".

Sin poder dejar de llorar desconsoladamente, presa de un ataque de ansiedad, el juez ha tenido que llamarla a la calma. Ante esa situación, el juez ha invitado a la tonadillera a que se tranquilizase para poder comenzar el juicio y evitar hablar de su vida privada. "Ya es suficiente, ¿no?", le ha llegado a soltar en un momento.

Futuro

La folclórica tiene difícil el caso. La fiscalía, tras la vista, ratifica su petición de cárcel para ella así como el pago de 11.000 euros de multa y 114.000 euros de indemnización

Cabizbaja y destrozada, esta última salida de Isabel Pantoja de Cantora no ha hecho otra cosa que demostrar su delicado estado anímico y su soledad, además de mostrar su confianza total en Agustín. Sólo Isa P. ha declarado que le gustaría “estar con ella” en este delicado momento. Kiko se ha limitado a postear una declaración de amor a su esposa, Irene Rosales.