Isabel Pantoja ha pasado su cumpleaños más solitario. Ayer, 2 de agosto, la tonadillera cumplía 65 años sin la compañía de su familia y sin las míticas celebraciones en Cantora. La guerra que se inició hace exactamente un año en Cantora, la herencia envenedada contra su hijo Kiko Rivera ha resquebrajado la relación entre los Pantoja.
El DJ, como era de esperar, no felicitó a su madre públicamente ni la fue a ver. Por su parte, su prima Anabel era la primera que se acordaba de la artista y le dedicaba unas bonitas palabras a través de las redes sociales. Horas más tarde, en Sálvame, se derrumbaba por no poder estar cerca de su tía en ese día tan especial.
Emotiva carta
Sin embargo, la más sentida de la familia ha sido Chabelita. La pequeña del clan se encuentra en medio del conflicto y, a pesar de que el problema no va con ella, se ha visto salpicada. Es por eso que le ha sido inevitable ponerse nostálgica en esta fecha tan señalada. Así con todo, Isa ha recordado en su perfil de Instagram cómo eran los cumpleaños de la Pantoja cuando era pequeña y la familia aún estaba unida.
“Felicidades en este día que tantos momentos buenos nos ha dado”, empezaba la joven. “Para mí desde muy pequeña, era una fecha súper importante. El día 2 de agosto, Cantora se llenaba de amigos, de comida, de risas, de música, de chistes, de cantes, de bailes…”, ha recordado melancólica.
Recuerdos de la infancia
Isa Pi ha explicado que la época estival era “lo más” para ella ya que terminaba “el cole en junio y hacíamos el viaje al campo donde pasaba los tres meses enteros”. Durante esos días, se encargaba de organizar una actuación con su prima Alma, su amiga Miryam, Anabel y Kiko “cuando venía de América de trabajar”. “Y a ella le encantaba”, ha reconocido la colaboradora de El Programa de Ana Rosa haciendo referencia a su madre.
Después de echar la vista atrás, Isa reconoce que tiene esperanza por que las cosas mejoren: “Algún día estaremos como aquí poniéndonos al día mientras yo me como las papas con carne. Yo lo sé”. Con una foto en la que madre e hija se abrazan y se besan, la Pantojita admite que “ahora de mayor” echa de menos esas cosas: “Y aunque el tiempo no lo puedo regresar (probablemente ella lo querría más que yo), ella sigue estando en mi vida, y yo en la suya”.
Contenido exclusivo
Con todo, Isa ha terminado esta nostálgica carta despidiéndose con unas fotos inéditas de la comida de su madre, unas fotos de pequeña y una conversación privada en la que la tonadillera se sentía orgullosa de cómo su hija tocaba el piano. Una bonita relación que se ha visto deteriorada con el paso del tiempo pero que siempre permanecerá en su memoria.