Cuando Bad Bunny apareció con las uñas pintadas se armó el revuelo. ¿Un reguetonero se hace las uñas? Luego ya se atrevió con la minifalda, los vestidos y demás. Hacerse la manicura y apostar por la fantasía parecían ser territorio de las mujeres, pero esta semana, el conseller de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat de Cataluña, Juli Fernández, ha evidenciado que no.
Los hombres son “muy aburridos vistiendo”, criticaba este lunes en una entrevista en TVE con Gemma Nierga. El político de ERC reconoce que se hace las uñas menos de lo que le gustaría “para evitar que el foco” sean sus manos. Pero le gusta y sabe cómo combinarlas. “Hoy me quedarían bien verdes oscuras o negras”, le dijo a la periodista, y apuntó que en invierno elige esmaltes oscuros y para verano prefiere colores “más claros”. Un hombre con las cosas claras.
El doctor en comunicación corporativa y protocolo y profesor colaborador de la UOC Mateu Batallé también lo ve meridiano. El que un hombre y en este caso un político se pinte las uñas, “más allá de la decisión personal, es una transgresión estética, así como un cuestionamiento del binarismo”. “Comunicativamente siempre ha pasado que la vestimenta y los accesorios” lancen un mensaje, recuerda.
En política se han dado más casos de transgresión. Él mismo recuerda que David Fernàndez, de la CUP, hizo lo propio cuando acudió al Parlament con camiseta. Ese momento, supuso una revolución, un alud de artículos sobre la seriedad de las instituciones, y ahora ya estamos más acostumbrados. Como lo estamos también a ver a diputados con rastas o sin corbata.
Pasó lo mismo con los pantalones, recuerda Batallé. A principios de siglo se veía una prenda tan propia de hombres y “se decía que las mujeres estaban feas” con ellos. Ellas “los podían llevar en el ámbito privado”, públicamente seguía mal visto. Con las uñas pasa algo similar, aunque en su día ya las llevó David Bowie.
El diseñador de moda Txomin Plazaola recuerda que ya hace años que los hombres se pintan las uñas, especialmente los gays. “La comunidad gay tiene menos reparos en adaptar prendas o accesorios que hasta ahora se consideraban de mujer”, subraya. Por eso, lamenta que “tiene que llegar un hombre blanco y heterosexual para que la cosa cambie” y no se vea que es solo cosa de homosexuales.
La manicurista Ayelen Colom lo tiene claro: “Desde que salió Bad Bunny con las uñas pintadas hay un mercado impresionante de hombres que se pintan las uñas o se hacen dibujos. O sea, hay que darle las gracias a Bad Bunny”, sentencia. Aunque es cierto que venía de lejos.
La experta en moda y belleza Macarena Fernández apunta que “no es algo tan reciente”. Recuerda que en el mundo de la música es habitual desde hace años. Cantantes como Marilyn Manson, Travis Barker y Machine Guy Kelly se dejan ver con las uñas hechas y pintadas. Mientras uno puede pensar en el colectivo LGTBI, en el mundo artístico lleva ya tiempo instalado.
“Lo asociamos más a la música rock, hardcore o metálica, sobre todo los colores oscuros, pero luego han aparecido artistas como Bad Bunny o Harry Styles”, que han cambiado la tendencia, apunta Fernández. Estos últimos sí apuestan por otros colores y la fantasía. Otro ejemplo más cercano es Abraham Mateo, que a su entrevista para Crónica Directo llegó con las uñas hechas.
Eso se ve, desde el mundo de la moda, en la calle, en el día a día, “es una tendencia relativamente nueva”, apunta la directora de Espai Mèdic Estètic & Spa, Elena Medina. Además, no es que haya mucho atrevimiento. La mayoría apuestan por colores oscuros: negros, azules, marrones. Pero los que apuestan por la fantasía, lo hacen sin problema.
La tendencia, en todo caso, va a más. “Hay mucho mercado de hombres que se pintan las uñas”. Eso sí, las franjas de edad suelen ser de entre 20-30 años, observan Colom y Medina, aunque hay excepciones. Lo que tiene claro es que si bien “el 80% de hombres que vienen a pintarse las uñas son homosexuales, ya supone un 20% el público heterosexual”, advierte la manicurista.
Fernández señala que “estamos abriendo camino y rompiendo barreras”, aunque reconoce que “aún falta para que sea algo habitual”. Tal vez por eso, quien lo hace es “un cliente que quiere diferenciarse de la mujer, en el sentido en que piensan, 'si ellas lo hacen ¿por qué no podemos nosotros?'”, asevera Medina coincidiendo con el análisis de Batallé.
Fernández es del mismo parecer que el experto, a los hombres con las uñas pintadas se les relaciona con la rebeldía o alguien relacionado con el mundo del arte o más bohemio. “En política es la primera noticia que tengo”, aunque hay de todo. Medina habla de ingenieros informáticos y Colom de un hombre que se llegó a poner uñas acrílicas para disimular que se mordía las uñas en un psicotécnico.
La tendencia, claramente, es al alza y ha venido para quedarse. “Estamos ofreciendo ya una educación open-minded” y las cosas, por fin, cambian. “Pasa lo mismo con el maquillaje”, apunta la experta. Pero como concluye Batallé, “ahora mismo, pintarse las uñas no deja de ser una transgresión”.