Las excursiones no son solo para el verano. Los meses de invierno son ideales para descubrir Cataluña con la seguridad de que no va a estar todo atestado de turistas, una oportunidad única para pasear con tranquilidad por alguno de los pueblos más mágicos del territorio.
Uno de estos lugares es una villa medieval que se ha ganado la fama por su arquitectura medieval, su conexión con la naturaleza, está a las puertas de la zona volcánica de la Garrotxa, y su gusto por el arte. Los comercios de sus calles están llenos de tapices y pinturas de todo tipo que reflejan la época en la que más brilló este municipio (después de la actual).
Fuera de serie
Una prueba de que este municipio vive una época dorada es que hace escasos años fue plató de una de las series más importantes de los últimos tiempos, Juego de tronos. Hablamos, obviamente, de Besalú.
Ubicado en la provincia de Girona esta joya urbanística y arquitectónica deslumbra con su autenticidad. La localidad alberga una rica historia, encarnada tanto en el intrigante Puente Viejo, reconstruido en diversas ocasiones, como en su casco urbano.
El puente y la sinagoga
El icónico Puente Viejo simboliza la esencia de este pueblo catalán y constituye la principal vía peatonal que conduce hacia el núcleo histórico de Besalú. Edificado en el siglo XI, ha sido sometido a múltiples restauraciones a lo largo de los años. Una estructura asombrosa de diseño angular, con siete arcos de desigual tamaño.
Justo al pasar el puente, en dirección izquierda, se desvela uno de los sitios imperdibles en Besalú: los vestigios de la sinagoga ancestral. Justo debajo, se hallan los Baños Miqvé, unos antiquísimos baños judíos edificados en el siglo XII, desenterrados en la mitad del siglo XX.
Unos baños en el centro
Dentro de estos baños, los judíos solían llevar a cabo sus ceremonias de purificación, conformando los solitarios baños de la época medieval que perduran en territorio español.
El casco histórico de Besalú asombra con su grandeza, destacando la plaza Mayor y sus estrechas calles. Recorrerlas y perderse en ellas se convierte en una recomendación obligatoria.
La plaza Mayor: un lugar de cine
Una vez concluida la visita al casco antiguo de Besalú, os invitamos a dirigiros hacia la plaza Mayor o Plaza de la Libertad, el epicentro del municipio que alberga una selección de comercios, establecimientos de restauración y la casa consistorial.
Cabe destacar que este espacio de arcos ha sido escenario de la grabación de ciertas secuencias para la popular serie Westworld.
La plaza más grande
Muy próximos a la plaza Mayor, nos topamos con la plaza de Sant Pere, que se erige como la más amplia dentro del municipio. Su prominente atractivo es el monasterio de Sant Pere, cuyos cimientos fueron establecidos en el año 977 por el Conde de Besalú. Este edificio religioso, erigido en la última etapa del siglo XII, revela su esplendor actual.
La oportunidad de explorar su interior requerirá de una consulta en la oficina de información turística de Besalú. Un lugar que otorga un recorrido a la historia, patente en la solidez arquitectónica del Monasterio Sant Pere Besalú.
No obstante, dentro de esta misma plaza, se alza Circusland, un edificio que destaca por su vivacidad y constituye una notoria desviación estilística respecto al entorno local. A pesar de ello, el Museo Circusland ostenta su propia grandeza, siendo un referente en cuanto al circo en Europa.
El monasterio y la iglesia: dos perlas
Erigido en el siglo X, el Monasterio de Sant Pere se ubica en la Plaza Prat de Sant Pere. Su arquitectura puede ser admirada desde su interior, con sus cuatro columnas decoradas. En esa misma plaza se alza la Casa Llaudes o Casa Cornellà, ejemplo sobresaliente de arquitectura civil románica en Cataluña.
Por otro lado, la Iglesia de Sant Vicenç, una de las más antiguas y una verdadera joya del románico catalán, es un imperdible que merece ser visitado. Edificada en el siglo XII, alberga la tumba gótica de Pere de Rovira.
Cómo llegar
Un apacible paseo por el río Fluviá es ideal para despedirse de este increíble lugar. Brinda panorámicas únicas del Puente Viejo y las viviendas del casco antiguo se erigen doradas al caer la noche y con los primeros rayos de sol.
Acceder allí es fácil. Está a hora y media de Barcelona y 40 minutos desde Girona. Se trata de tomar la AP-7 y tomar la salida que indica la salida hasta el municipio. Es sólo media hora por la C-66. ¡Ah! Y si uno se anima a seguir por esa carretera descubrirá otro pueblo increíble, Castellfollit de la Roca.