Cataluña tiene decenas de pueblos abandonados. De muchos de ellos, sólo se conservan ruinas de casas, iglesias y/o castillos. Unos restos que resisten en la memoria de la historia catalana.
Uno de estos pueblos es Peguera, un municipio que pertenecía a Fígols y fue un enclave vibrante con un pasado rico y variado. Dos datos clave lo evidencian: fue donde nació uno de los maquis más reputados, Ramon Vila Capdevila, más conocido como Caracremada, y en su entorno se inauguró la primera estación de esquí de Cataluña. Pero vamos por partes.
El origen de Peguera
Históricamente, el origen de este pueblo abandonado se remonta al siglo XI. Fue entonces cuando se construyó una imponente torre en el Roc de Peguera, que sirvió de punto de control para el linaje homónimo. El castillo de Peguera, con referencias entre 1068 y 1095, y la aparición del pueblo en el siglo XII, dieron paso a una historia donde la agricultura y la ganadería influyeron en el poblamiento.
Fue durante el siglo XV cuando Peguera se incorporó a la jurisdicción de la Baronia de Pinós, experimentando un auge poblacional que ascendió a 33 focos en el siglo XVI. Sin embargo, la inestabilidad en el siglo XVII, marcada por epidemias, migración y bandolerismo, impactó fuertemente a la población.
La economía del pueblo
Para la recuperación económica, la apuesta por la diversificación de los cultivos en el siglo XVIII, junto con la ganadería, fueron clave. La población alcanzó los 174 habitantes entre Peguera y Fumanya. Este período de prosperidad es los que se dejan ver a día de hoy, las ruinas de las viviendas construidas en la época.
El pueblo, dedicado a la extracción de madera y minería para obtener cemento y lignito, experimentó un auge con la llegada del ferrocarril en 1860, ligado a la explotación de la madera. Fue entonces, a finales de siglo, cuando se empezó a gestar un hito.
La primera pista de esquí de Cataluña
En 1908, varios socios del Centre Excursionista de Catalunya (CEC) decidieron importar los deportes de nieve a Cataluña. Acostumbrados a hacer varias rutas por Peguera, probaron en formar una pista de esquí de fondo. Hubo mucha resistencia, pero lo consiguieron.
Después de hacerse traer desde Zúrich esquís, trineos, raquetas y otro material propio del esquí de montaña, la actividad de la que luego fue la estación de Rasos de Peguera empezó a andar esas navidades. Desde entonces se organizaron varias excursiones. Así nació la primera estación de esquí de Cataluña.
Un año clave
Ese mismo año fue también clave en la historia de Peguera. El 2 de abril nacía Ramon Vila Capdevila, un niño que fue muy bienvenido y que años más tarde se convertiría en líder de la resistencia franquista. Sí, bajo ese nombre está el famoso maqui Caracremada, apodo derivado de su rostro quemado después de que le impactara en el rostro.
Más allá de la curiosidad, Vila se enfrentó al régimen con uñas y dientes. A la derecha republicana y al franquismo. Si la República lo encarceló y lo deportó al Sáhara, tras la Guerra Civil fue internado en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer.
Segundo hito histórico
Años más tarde, tras fugarse, combatiría en Francia contra los nazis, siendo recompensada con la medalla de la Legión de Honor. La rechazó. Su lucha estaba en otro lugar. Así que cruzó de nuevo los Pirineos y se unió a los maquis.
Sus acciones se centraron en la zona del Alt y el Baix Llobregat. Nunca dejó de luchar. Sólo la muerte, provocada por un disparo de la Guardia Civil en 1963, pudo pararlo. Pero su leyenda se conserva, siendo nombrado por muchos el último maqui.
El fin del pueblo
¿Y qué pasó con Peguera mientras tanto? A pesar de la inauguración de la pista de esquí, el municipio enfrentó problemas financieros a finales de la década de 1920. En 1928 se puso fin a la actividad minera en 1928, uno de los motores económicos. La explotación forestal resistió, pero tan sólo hasta los años treinta.
Demográficamente, Peguera comenzó a despoblarse en la década de 1950, pasando de 70 habitantes a 26 en 1960. Hacia 1965, solo quedaban tres habitantes, y en 1968 cerró la última casa, Cal Penjorell, seguido por la desacralización de la iglesia de Sant Martí, marcando el final de la vida en Peguera.
De aquellas gestas...
Hoy, el pueblo yace abandonado. Convertido en un montón de ruinas debido a la demolición de edificios por propietarios que buscaban evitar impuestos y vender tejas, la imagen es desoladora.
La única zona que se mantuvo en buen estado fue el conjunto de edificios de la Cantina, utilizado para colonias de verano entre 1956 y 1978. Las difíciles condiciones de vida, la altitud de más de 1.600 metros y el declive de las industrias minera y forestal fueron determinantes en el abandono del pueblo.