La última película de Cristopher Nolan, Oppenheimer, ha desatado un interés por el creador de la bomba atómica. Entre la curiosidad y la búsqueda de información se ha conocido que el estadounidense mantuvo una amistad por correspondencia con un famoso músico catalán de fama internacional.

Era el año 1954. El secretario general de la ONU, Dag Hammarskjöld, invitó a Pau Casals a tocar en la sede las Naciones Unidas para celebrar el aniversario de la organización. Entre los asistentes, se encontraba el conocido físico.

El encuentro 

El mundo nunca se ha encontrado más cerca de la catástrofe. Los extraordinarios descubrimientos científicos que, en el transcurso de nuestro siglo, han conseguido diversos grandes intelectos en su búsqueda de conocimientos, son explotados ahora por la fabricación de instrumentos cuya capacidad de destrucción es monstruosa”, lanzó el catalán en su discurso.

Casals no sabía que Oppenheimer se encontraba entre el público. Fue después que lo supo. Oppenheimer y su esposa, Katherine, fueron a saludar al músico. Y no para echarle nada en cara. El estadounidense de origen judío no podía estar más de acuerdo con las palabras del violoncelista. Él mismo había expresado públicamente que la creación de la bomba atómica debía ser un aviso para que nadie más fuera a la búsqueda de un arma igual o más mortífera. El mundo no hizo caso a ninguno de los dos.

Proximidad 

Lo que sí pasó en ese encuentro es que hubo una conexión más allá de la ideológica. El instrumentista y el físico estaban muy cerca. El primero vivía en Puerto Rico con su esposa, Marta Montañez, el segundo, vetado por la administración estadounidense del presidente Eisenhower, compró un terreno de las islas Vírgenes de EE. UU., St. John. Les separaban tan sólo 200km.

Oppenheimer, en medio de la caza de brujas, daba clases y conferencias por el mundo y, la Universidad de Puerto Rico lo invitó en 1960. Fue entonces, el 14 de enero de ese año, que el físico envió una carta a Casals para comunicarle que el 15 de febrero estaría por esos lares.

El violoncelista Pau Casals EFE

Correspondencia 

“He oído que su salud no ha sido buena, pero si le permite una visita, sería un honor y un gran placer para nosotros encontrarnos con usted”, escribía el creador de la bomba atómica al catalán. Éste no tardó en responderle: “Será un placer y un honor recibirlo cualquier día y hora que les convenga. Esperamos verlos. Con admiración y saludos cordiales”. Era el 26 de enero.

Ese encuentro nunca se produjo. Oppenheimer dio la correspondiente charla el 17 de febrero de 1960 no con pocos problemas. “Fue una pena y un sentimiento de pérdida que tuviera que dejar de lado el alto honor y el gran placer de llamarlo la semana pasada. El doctor no me dejó hacer nada que fuera más allá de lo mínimo obligado por mi visita a la universidad, y estaba realmente demasiado enfermo para ser un buen invitado”, se justificó el yanqui desde Princeton ya el 25 de febrero.

Última carta

Casals tampoco fue a escuchar a su colega por correspondencia, “no me encontraba demasiado bien”, le respondió. “Me supo mal que no estuviera en condiciones durante su visita. Y por supuesto estuve muy decepcionado de no verlo. Deseo que la próxima vez será diferente y tendré el honor y el placer de su visita”, defendía.

Nunca sucedió. Por mucho que la universidad invitara de nuevo al físico o que al año siguiente el músico tocara en la Casa Blanca, los compromisos y la delicada salud de ambos hicieron imposible que se volvieran a encontrar nunca más. Casals fallecía el 22 de octubre de 1973 de un infarto, Oppenheimer lo hacía el 18 de febrero de 1967 a causa de un cáncer de garganta. Sus cartas, rescatadas recientemente por La Vanguardia tras surfear por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y el fondo Casals del Arxiu Nacional de Catalunya, quedan para la historia.

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