Los ocho errores a evitar cuando tu hijo empieza a hablar
La educación de los más pequeños de la casa tiene sus secretos y más para el buen desarrollo de su comunicación (presente y futura)
15 junio, 2023 11:57Noticias relacionadas
Los padres y madres sólo necesitan un pequeño balbuce de su bebé para empezar a la desesperada a intentar que su bebé diga “mamá” o “papá”. Una campaña digna de políticos en periodo electoral pero que de alguna manera puede llevar a errores.
Los expertos en logopedia, pediatría y cuidado de los recién nacidos recuerdan que cada niño tiene sus tiempos, y que cuando empiezan a hablar más no podemos pretender que ya entienda todo o que se le pueda exigir cantar “supercalifragilísticoespialidoso”. Todo ha de ir a su debido tiempo, por lo que durante su aprendizaje del habla hemos de evitar los siguientes hábitos.
Ser parcos en palabras con ellos
Es cierto, los pequeños no pueden entender toda una conversación adulta, pero lanzarle unas pocas palabras sueltas para que las repitan tampoco es que facilite las cosas para que hable de manera correcta.
Si uno observa con detenimiento a su bebé puede ver lo abierto que está a todo tipo de estímulos visuales y sonoros. Cuánto más se tarde en exponerlo a uno conversación normal, más le costara comunicarse.
No responder a preguntas obvias
Sí, la época del “¿por qué?” a todo es agotadora, pero incluso cuando los menores hacen las preguntas más tontas se debe responder. Pero también cuando crecen y hacen preguntas más complejas.
Los expertos señalan que esa predisposición a aprender debe verse saciada y que si los padres no saben la respuesta, pueden decirlo abiertamente, sin inventar. Es más, proponen indagar sobre aquello que le interese al pequeño y poderle dar la explicación que requiere. Recordemos siempre la impregnancia que tiene su cerebro a esa edad.
Abusar de los diminutivos
Uno siempre tiene claro antes de ser padre que no va a hablar a su hijo como si fuera un perro, pero son muchos los que una vez lo tienen en sus brazos le hablan de este “piececito” que se va a comer la abuela, de la “manita” se come el nene, del “zumito” que se ha tomado como un niño mayor.
Hablar con diminutivos no sirve absolutamente de nada. Se les ha de hablar de forma clara y natural, no hacerlo así puede provocar que en su adolescencia e incluso en su vida adulta no se expresen adecuadamente.
Acabar sus frases
Este error se comete de manera muy común y más de lo que pueda parecer. Esas veces que el niño se encalla a la hora de decir qué quiere comer o el juguete que quiere y sus padres le plantan la respuesta antes de acabe la frase.
Muchos niños o bien se acomodan porque ven que sus progenitores van a acabar sus frases por ellos, cuando no les supone una especie de presión a la hora de hablar, ya que se les exige una rápida respuesta. Más veloz de lo que pueden ir ellos. En su cabeza tienen mucha información y pueden demorarse en encontrar la palabra que quieren decir. Paciencia.
Regañar por responder tarde
Va muy ligada a la experiencia anterior. Si bien hay padres que responden por los pequeños, directamente hay quien les riñe. Especialmente en aquellas situaciones en que están delante de gente, como cuando están en la panadería y tardan en escoger qué quieren.
Lo único que se consigue con la reprimenda por hacer esperar a los padres o al resto de gente es la humillación pública y que pueda empezar a llorar o a gritar de la rabia que le genera la situación. Llamar al niño lento, tonto, estúpido y demás no ayuda a su formación.
Contestar por él
¿Cuántas veces, en casos como el anterior ejemplo, los padres han tomado la iniciativa y han contestado por él? ¿O cuándo se le pregunta que explique a la abuela qué ha comido hoy? Responder por él no sirve de nada, sólo recordarle que es lento.
Una buena manera de hacer que tu hijo pueda tener la respuesta que busca cuando le hacen la pregunta es anticiparse a la acción. Recordarle que seguro que cuando llegue a casa de los abuelos, la yaya le preguntará por lo que ha comido o enumerar lo que se va a encontrar en el super o la panadería y así ya él se prepara para dar la respuesta rápida que deseas.
Fomentar el uso de una palabra mal dicha
Cuando empiezan a hablar, los pequeños no siempre dan con el sonido exacto de la palabra y sueltan un muciélago en vez de murciélago y no podemos evitar la risa. Tanto es así, que incluso se pide al niño que la repita si hay visitas. No vendría a fomentar una buena educación.
Reñirles porque la dicen mal tampoco es que sea una mejor solución. Lo mejor en estos casos es ir repitiendo la palabra dicha de forma correcta en las conversaciones con los menores para que capten el sonido adecuado
Evitar ir al logopeda
Cuando los pequeños tienen algunos problemas en el habla, como la dificultad de pronunciar la erre u otros, y se ha intentado cambiar durante años puede que sea necesaria la intervención de un logopeda. El problema es que cuesta dar ese paso.
Es necesario acudir en casos muy concretos y claros: si el bebé ya tiene año y medio y no se expresa, si no atiende a órdenes concretas o sólo a los de una persona. Aunque dé miedo, puede ser beneficioso para el niño.