Cuando llega el nuevo año y el mes de enero, uno empieza con fuerza la idea de cumplir la lista de propósitos que se hicieron antes de las 12 campanadas. Una serie de deseos entre los que cada año se cuela entre los primeros puestos el hecho de cuidarse y apuntarse (o al menos ir con frecuencia) al gimnasio. Una idea no solo de liberarse de los excesos navideños, sino también de ir moldeando la silueta de cara a un verano que llegará cuando uno menos se lo espere.
Para acompañar a esa nueva rutina deportiva, una buena idea es seguir una dieta completa, sana y equilibrada para reducir ese par de kilogramos que lo más seguro se hayan añadido a la báscula tras las cenas y comidas navideñas tan copiosas. Una alimentación donde no puede faltar un molusco que resulta ideal gracias a sus propiedades saludables y valores nutricionales: el pulpo.
Los secretos del pulpo
Este animal cefalópodo ha sido la estrella de muchas mesas de esta Navidad y también será protagonista de los menús más saludables para que tanto el cuerpo como el organismo se recuperen de las concesiones a la dieta que se han hecho en los últimos días. Un alimento que no solo es santo y seña de la mejor cocina gallega por su apreciado sabor, sino que es muy conocido gracias a su alto valor nutricional. Por ejemplo, tiene menos colesterol que otros mariscos, además de contar con pocas grasas y demostrar un efecto saciante. El plato perfecto para cuidarse en enero.
Pero el pulpo tiene más beneficios para la salud como es el hecho de contar, en su composición, con aminoácidos esenciales, además de ser rico en yodo, mineral encargado de regular el metabolismo del organismo y que ayuda a la hora del correcto funcionamiento del tiroides. Además, este elemento favorece el mantenimiento del nivel de energía, equilibra los niveles de colesterol y supone todo un aliado para el fortalecimiento de la piel, el pelo o las uñas.
Una larga lista de propiedades
Pero sus bondades nutritivas no se acaban aquí, ya que este conocido molusco destaca también por su contenido en vitamina B6 que ayuda al organismo a la hora de metabolizar tanto los carbohidratos como las vitaminas, así como prevenir el síndrome premenstrual al equilibrar los estrógenos. Por su parte, la vitamina E de su composición colabora en la prevención de patologías cardiovasculares, aparte de ser un importante antioxidante natural.
El pulpo también aporta al cuerpo cobre, que favorece la formación de glóbulos rojos y contribuye al funcionamiento del sistema inmune, fósforo, zinc, calcio, magnesio, sodio y potasio que ayuda a mantener los huesos fuertes y a que músculos y el sistema nervioso funcionen sin problema alguno. Por último, este alimento también es rico en selenio, que actúa retrasando el envejecimiento celular.
Su valor culinario
Las ventajas de consumir pulpo de manera más o menos frecuente se deben a que se trata de un animal cuya alimentación es totalmente natural ya que está basada en los peces, crustáceos y bivalvos que va encontrando a su paso en las profundidades del mar. Un animal que sobre todo vive en aguas de zonas que tienen un clima templado y que ha demostrado en numerosas ocasiones su versatilidad en la cocina; no solo en los fogones gallegos en los que es toda una tradición comer pulpo en las fiestas y romerías más destacadas.
Así, aparte del conocido pulpo con cachelos, este alimento es protagonista (más allá de tierras gallegas) de platos como ensaladas templadas con variedad de lechugas y frutas, así como guisos perfectos para los días más fríos del invierno, a la parrilla, como parte de una deliciosa paella con marisco o bien, con una preparación algo más sofisticada en crudo como si de un ceviche se tratase.
Cómo preparar el pulpo
No hace falta haber nacido en Galicia y tener sangre gallega para preparar el pulpo en su punto perfecto; sobre todo cuando es cocido. En este caso, el truco está primeramente en comprar un pulpo que no pese más allá de 1,5 kilogramos ya que son más tiernos a la hora de probar su fibrosa y firme carne. Una vez en casa se puede congelar previamente para que este animal pierda parte de la firmeza antes de cocinarlo o bien seguir el método de "asustar" al pulpo.
Esta tradición no es más que introducir este molusco en un recipiente, mejor si es de cobre como se hacía antiguamente, en agua a punto de ebullición y meterlo y sacarlo de forma seguida unas cuatro o cinco veces antes de dejarlo que se cocine por completo.