Las nuevas tecnologías han llevado el mundo de los videojuegos a otro nivel. Hubo una época, no tan lejana, en la que los jóvenes se reunían en los recreativos de la esquina para jugar alguna partida, charlar y pasar un buen rato con amigos. Ahora, ese concepto ha evolucionado en forma de salas diáfanas con una superficie que oscila entre los 200 y 250 metros cuadrados. ¿El objetivo? Depende del juego. Puede ir desde matar zombis a sumergirse en un mundo nuevo y desconocido.
Los salones de realidad virtual (VR) de Zero Latency aterrizaron en España hace tres años, con su primer espacio en Madrid, al que se han sumado, después, otros tres --Terrassa, Barcelona y Zaragoza--. Pero la expansión no acaba ahí. A lo largo del segundo semestre de este 2020 llegará el quinto centro. “La próxima apertura será en Bilbao”, avanza a Crónica Global Carles Comas, el CEO de Climbing Planet, la compañía española encargada de exportar el proyecto de realidad virtual de Zero Latency.
Una experiencia diferente
¿Y qué diferencia estos salones VR de los antiguos recreativos? La idea es concentrar a varios jugadores en un mismo espacio, pero interactuando entre ellos. La realidad virtual ofrece una experiencia más inmersiva y colaborativa. “Algunos juegos son en equipo, pero también los hay de un jugador contra otro”, detalla Comas.
Las salas VR de Zero Latency son franquicias y todas ellas cuentan, en la actualidad, con cinco juegos disponibles: Sol Raiders, Origins, Singularity, Survival y Engineerium. Sin embargo, la idea es que la diversión crezca con el tiempo. “Este año lanzaremos tres juegos más. La idea es añadir, cada tres o cuatro meses, un nuevo juego al catalogo”, señala Comas. De hecho, está a punto de salir otro título, aunque no ha querido desvelar ningún detalle al respecto.
Todas las salas Zero Latency que ya han subido la persiana en España, excepto la de Madrid, se encuentran en centros comerciales. Según Comas, resulta difícil encontrar locales que cumplan con los requisitos de la empresa en otras ubicaciones y, además, este tipo de espacios son más familiares.
¿Cómo funciona el servicio?
Estos salones de realidad virtual funcionan como un cine. Es decir, el usuario reserva la sala, como si comprara una entrada, para un horario determinado --de media hora o una hora-- el día que quiera. Los precios medios se sitúan en 20 euros por una sesión de 30 minutos o unos 35 euros por la hora completa.
De momento, este concepto ha cautivado a más de 35.000 jugadores al año sólo en la sala que hay en Madrid. Mientras, por el espacio de Terrassa, con apenas un año de vida, han pasado unos 15.000 usuarios. “La sala de Madrid está prácticamente llena toda la semana”, explica Comas, quien considera que este éxito se debe a un servicio sin competencia real en España y a un mercado nuevo en crecimiento.
Asimismo, Comas remarca la buena acogida que tienen estas experiencias en el ámbito empresarial. Aumenta el número de empresas que eligen este tipo de actividades extralaborales para hacer eventos enfocados en el trabajo en equipo, el liderazgo y otras cualidades que buscan fomentar en su plantilla.