Eduardo Casanova Barcelona
Eduardo Casanova: "Relacionar el sida con la homosexualidad ha hecho que los gais hayamos follado con miedo"
El actor mezcla humor, vampirismo y enfermedad en su primera serie como director, 'Silencio'
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Eduardo Casanova revolucionó la televisión desde el primer momento en que apareció. Parecía que iba a tener un papel modesto, un secundario. Con los años se ha convertido en uno de los directores más rompedores del panorama cinematográfico español.
Ya lo demostró con uno de sus primeros cortometrajes, Eat My Shit, para el que contó con Itziar Castro y su compañera en Aída y amiga personal, Ana Polvorosa. Ella es su actriz fetiche.
La actriz fue la protagonista absoluta de Pieles, su primer largometraje y su reivindicación como cineasta, que es lo que en realidad es. Y no le fue mal.
Fue seleccionado para el Festival de Cine de Berlín y ganó el Premio del Jurado Joven a la mejor película del Festival de Málaga. Desde entonces, su éxito no ha cesado y ha ido más lejos en sus propuestas.
'Silencio' en Sitges
Con La Piedad se alzó con el Premio Especial del Jurado del Festival de Karlovy Vary, en la sección Proxima, y entró en el Festival de Sitges, donde ya es una presencia habitual. Este 2025 ha presentado su primera serie, Silencio, y llenó la Sala Tramuntana del Melià.
Esta primera incursión en la televisión mantiene el sello Casanova. No solo aparecen Ana Polvorosa, Macarena Gómez, Leticia Dolera y Mariola Fuentes, sino que aborda un tema tan duro como el sida desde el fantástico y el humor.
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- ¿Por qué vampiras para hablar del sida?
- Porque está muy ligado por la relación que tienen con la sangre, los fluidos, la invisibilidad. Y, sobre todo, con el tener que vivir en silencio, a oscuras. Eso daba pie a una metáfora con la realidad que viven las personas con VIH a día de hoy. Y, sobre todo, permitía hacerlo de una forma más cómica y desde el punto de vista del fantástico.
- Difícil ponerle humor, ¿no?
- A mí no me apetecía tratar un tema tan denso y duro desde el drama, que, por otro lado, es como lo suelo hacer siempre. Me apetecía hacer comedia porque creo que desde la comedia se llega a más gente, y eso es algo que me apetece en este momento.
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- Pero la primera escena del primer capítulo ya choca. ¿Cómo piensas que el público va a recibirlo? Porque el sida ha matado a mucha gente, aunque ahora no deja de ser una enfermedad crónica…
- Sí, el tema es que la gente no lo sabe. Para empezar, desconoce que el sida y el VIH son dos cosas completamente diferentes. Y tampoco sabe qué sucede hoy con el VIH, todo el avance médico que hay y la imposibilidad de transmitir el virus si eres indetectable, que es la situación en la que está el noventa y pico por ciento de las personas en España.
- La gente tampoco sabe que actualmente, gracias a la medicina, se puede revertir un estadio de sida o que el VIH es un virus que afecta a todo el mundo, más allá de su condición sexual, identidad, género o sexo.
- Y, como en todas las cosas importantes de la vida, las mujeres con VIH han sido las más silenciadas dentro de la pandemia.
- El problema de la actualidad respecto a este tema, precisamente, es el silencio. Es el único efecto secundario: el estigma y el silencio que sufren las personas con VIH hoy.
- Que tampoco es que la enfermadad sea un problema pequeño, porque conlleva algo muy problemático: la pérdida de la salud mental.
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- 'Silencio' muestra eso.
- Sí, en este caso se medican por el silencio del vampirismo. Pero, en la realidad, hay un porcentaje altísimo de personas con VIH que viven en silencio con problemas de salud mental y que tienen que recurrir a medicación antidepresiva o ansiolítica. Y es curioso: cuando dejan de estar en el armario —que lo hace prácticamente nadie—, la ansiedad o la salud mental mejora.
- La pregunta es: ¿por qué, habiendo tantos avances, sigue reinando el silencio? Además, con la medicación cada vez es menos transmisible la enfermedad.
- Es absolutamente intransmisible desde que aparecieron los primeros antirretrovirales. Pero, sin embargo, las transmisiones aumentan por el silencio. Y, además, aumentan en personas en las que antes no sucedía, como, por ejemplo, señoras mayores: sus maridos se van con mujeres prostituidas y, luego, en una relación que pensaban que era monógama, de repente una señora con 50 o 60 años tiene VIH. O en relaciones heterosexuales con chicas adolescentes.
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- ¿Por qué?
- Yo creo que sucede porque no hay referentes. No hay personas que hayan salido del armario del VIH. Y las que conocemos lo hicieron hace mucho tiempo y han muerto.
- Y luego también falta muchísima información. Hay un sistema muy potente que no ha permitido que esto avance. La institución de la Iglesia —no las personas que hacen voluntariado o reparten condones en países deprimidos donde hay más casos de sida— manejaba y maneja el mundo y, cuando se conoció la enfermedad, dijo que era una bendición divina para acabar con la homosexualidad.
- ¿Pero solo la Iglesia?
- Bueno, creo que de alguna forma también al sistema farmacéutico le interesa tener a las personas silenciadas. Porque, si deja de estar silenciado, el debate sería encontrar una medicación para que la gente no tuviese que medicarse. Entonces, las farmacéuticas, que son un sistema muy poderoso, perderían mucho dinero. Todo es desinformación y cuestiones económicas, creo.
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- Bueno, siempre parece que la economía y la farmacia son factores muy poderosos.
- Pero, ¡cuidado!, gracias a las farmacéuticas las personas están vivas. Y esto es importante que se diga también. Pero es difícil. Cuando empezó la pandemia, la gente no podía guardar silencio: tenía que gritar porque se moría. Y gracias a eso salió la medicación. Pero también gracias a la medicación han conseguido que la gente no se muera, pero se vive en silencio.
- Ante esto, ¿qué se hace? ¿Cómo se vive mejor?
- Desde luego que se vive mejor vivo. Pero vivir en silencio es muy jodido.
- Viendo la serie, parece que la peste no sea el vampirismo o el sida, sino el silencio.
- De hecho, se hablaba de que la peste negra era cosa de vampiros y, en los 80, a la pandemia del sida se la llamaba la peste rosa. Hay una frase muy clara del personaje de Ana Polvorosa en la serie: “En mil años se cambia mucho”, y Lucía Díez, que hace de su hija, responde: “Hay cosas que ni en mil años cambian”. ¡Y es verdad! Se ha avanzado mucho a nivel médico, pero a nivel social, no.
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- Curioso, ¿no?
- El tema es que esta enfermedad está relacionada con el sexo y la homosexualidad. Al principio era lógico, porque el mayor número de transmisiones eran entre hombres homosexuales, pero no ahora.
- Pero claro, no es lo mismo tener una enfermedad que te ha venido de repente —o que te convierte en héroe o heroína si la superas, algo completamente absurdo— que tener una enfermedad porque has follado. Eso te convierte en culpable, y es algo tremendamente horrible.
- Eso ha hecho que las personas homosexuales hayamos follado con miedo. Y yo lo que reivindico es follar sin miedo. Follar sin miedo porque, pase lo que pase, tiene solución.
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- Pero más allá de las personas homosexuales, Silencio habla de las mujeres con sida y usted ha dicho que han sido invisibilizadas. ¿Por qué cree que no se conoce tanto en estos casos?
- Por la misoginia. La misoginia atraviesa absolutamente todos los conflictos del mundo. Desde la brecha salarial hasta el VIH. El VIH en sus inicios afectó a los homosexuales porque ellos tenían que viajar a lugares más deprimidos y hacer un turismo sexual que ahora sería horrible. Empezó en Haití, de hecho. Desde San Francisco se iba a Haití y de Haití llegó la enfermedad a todo el mundo y se propagó.
- Pero es que eliminar a las mujeres del VIH es eliminar que las mujeres pueden tener una vida sexual y que follan. Todo es culpa, por supuesto, del patriarcado.
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- ¿Por qué entonces llama a la serie simplemente 'Silencio', que parece muy ambiguo?
- La vida y la muerte de muchas personas con sida, sobre todo en los años 90, han sido silenciadas por el simple hecho de haber vivido y muerto de sida. Y, de algún modo, esa herencia se ha transmitido a las nuevas generaciones. Como se vive con las vampiras en la serie.
- Cuando esa familia de vampiras le pide al personaje de Ana Polvorosa que no cuente que es vampira, en realidad estamos hablando del VIH. Y lo hacen por miedo, por vergüenza, porque se han sentido perseguidas y porque saben que dan miedo.
- Eso es lo triste: es lo que pasa con las vampiras y lo que pasó con las personas que vivieron y murieron con sida. Al final todo es hereditario. Hasta el estigma se hereda, digamos.
- Parecería que el silencio es el estigma y que el estigma se hereda.
- Esa frase es preciosa, y es tal cual.
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- ¿Por qué apostó por el formato serie con 'Silencio'?
- Yo trabajo para el público y estoy bastante atento a lo que el público quiere y necesita, y luego también funciono como espectador. La gente quiere series ahora mismo. Esa es la realidad. La concentración de todos se ha reducido muchísimo. Y yo, como espectador, necesito series cortas, que puedas ver en uno o pocos días y que sean ligeras. Por eso siempre fue concebida como una serie.
- Y luego, como decía Marisa Paredes en La flor de mi secreto, supongo que estoy vivo y evoluciono.
- ¿Y ese salto al humor? ¿Por qué?
- Ha sido bastante orgánico y, además, lo necesitaba. En todas mis películas hay humor; lo que pasa es que siempre las sobrevuela el drama. Yo siempre intento hacer terror o comedia y me sale drama. Pero estoy en un momento de mi vida mucho más feliz, mucho más relajado.
- Con Al margen, siento que cerré una etapa; ahora me siento más libre y menos silenciado para reírme, porque me considero una persona graciosa. Al menos la gente se ríe —o de mí o conmigo—, pero se ríe. Y también creo en hacer reír y en entretener.
- A mí me encanta entretener; es uno de los motivos, aparte del económico, por los que hago también televisión. No hay nada más bonito que tener la capacidad de entretener a la gente.
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- Pero volviendo al estigma, el entretenimiento también está estigmatizado.
- Pero es que yo lucho contra los estigmas. No me voy a parar a pensar en que está estigmatizado el entretenimiento. Y más cuando yo he entretenido a la gente haciendo programas de televisión.
- Hablando de eso, usted empezó en 'Aída', que ahora vuelve en cine. ¿Lo encasilló?
- No. Primero, porque yo no soy actor y nunca he tenido miedo al encasillamiento. Y, si fuese actor, lo que a mí me gustaría es interpretar siempre personajes de maricones.
- Porque es muy cateto eso de: “¿No tienes miedo de interpretar a un homosexual y encasillarte?”. ¿Por qué no les preguntan a los actores heterosexuales que siempre han interpretado a heterosexuales? Es como si todos los maricones se comportasen igual. Pero bueno, a mí me salva que no soy actor ni tengo ningún interés. Pero no, para nada.
- De hecho, cuando pasa el tiempo y vas creciendo, ves cómo la vida te coloca donde te tenía que colocar. Y si alguien tenía que hacer del primer niño maricón de la televisión española, era yo.