Apel·les Fenosa: ecos de un artista inclasificable
El Vendrell conmemora el 125 aniversario del nacimiento del escultor con una muestra que aúna su legado patrimonial con propuestas de arte contemporáneo
13 abril, 2024 23:38Noticias relacionadas
Cuando Apel·les Fenosa (Barcelona, 1899-París, 1988) le dijo a su padre, Francisco Fenosa, que no quería hacerse cargo del negocio familiar, un restaurante vegetariano y un hotel situados junto al mercado de la Boquería, le echó de casa. Tenía 14 años y el sueño de ser escultor.
Alcanzar su clara vocación no fue precisamente un camino de rosas. Le esperaba un futuro prometedor, pero su vida no fue siempre bienaventurada. “Si pusiera uno detrás de otro todos los días que me he pasado sin comer formaría una hilera equivalente a tres años”, comentó en una ocasión. Su biografía transitó por los convulsos avatares del siglo XX y su original maestría se fraguó cincelada por su personalidad individualista y espontánea a pesar de convivir con las corrientes más inspiradoras del universo vanguardista.
La forja de un artista excepcional
En 2024 se cumplen 125 años del nacimiento del escultor catalán, además de un siglo de su primera exposición en París. Las obras de Apel·les Fenosa forman parte de la historia del arte, pero su figura no ha sido valorada como se merece. Enmarcada en la celebración de la efeméride, la exposición Atmósferas futuras (desde el próximo 20 de abril hasta el 13 de octubre) quiere contribuir a llenar este vacío con un proyecto que reúne por primera vez en el Museo Apel·les Fenosa el legado del artista con propuestas de arte contemporáneo como acción expansiva y de nuevas formas de mediación.
Sus primeros años de formación en la escuela Horaciana bajo el método Montessori forjaron su carácter y alimentaron su amor por la naturaleza, la música, la poesía y el arte. Algún tiempo después, junto a sus amigos de la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona Josep Granyer, Joan Cortés i Vidal y Joan Serra, participó en las actividades de los denominados Evolucionistas, un grupo de artistas integrado entre otros por Alfred Sisquella, Rafael Benet, Francesc Domingo, Emili Bosch Roger y Lluís Ferré, imbuidos por las ideas de su profesor, el dibujante y pintor Francesc Labarta.
Tras una breve estancia en Toulouse, en enero de 1921 llegó a París. La flamante capital francesa era el punto de encuentro de artistas consagrados y emergentes y el epicentro de las principales corrientes vanguardistas que surgieron durante las primeras décadas del siglo XX. Allí, mientras reclutaba apegos, desarrollaría la gran parte de su carrera al margen de cualquier influencia que le impidiera ser el único artífice de su propio estilo. Un estilo que oscila entre la modernidad y el clasicismo.
Pablo Picasso, su principal coleccionista
Fenosa llegó a la estación de Orsay una fría mañana con 80 francos en el bolsillo y la dirección del pintor catalán Pere Pruna. Encontrarlo fue su salvación, no solo porque le acogió, sino porque fue él quien le presentó a Pablo Picasso. “Yo habría debido morir sin haber hecho nada. Vivo gracias a Picasso”, contaba. Desde el primer momento surgió entre ambos una estrecha relación de amistad y complicidad que se dilataría en el tiempo.
El encuentro con el genio malagueño fue uno de los momentos clave en su carrera profesional. Él le animó a continuar trabajando y también se convirtió en su primer y principal coleccionista. “No empecé a trabajar en serio hasta que Picasso me compró las primeras esculturas”, decía. Llegó a tener 120 piezas suyas. Fenosa lo consideraba un hombre brillante y junto a él comenzó a frecuentar los círculos artísticos del vanguardismo, relacionándose con intelectuales, escritores, artistas y poetas como Paul Éluard, Tristan Tzara, Max Jacob –autor del prefacio del catálogo de su primera exposición en París– y Jean Cocteau, quien le presentó a Coco Chanel, con la que vivió un apasionado idilio en el París de finales de la década de 1930.
Fenosa regresó a Barcelona en 1929 para una exposición individual celebrada en la Sala Parés. Lo que en principio iba a ser una estancia corta se acabaría prolongando algunos años. Vivió con entusiasmo la proclamación de la segunda República y participó activamente en la salvaguardia del patrimonio artístico catalán durante la Guerra Civil. Tras la victoria franquista, Fenosa decide partir de nuevo a Francia e instalarse definitivamente en París.
Un artista con lenguaje propio
Para Nekane Aramburu, directora del Museo Apel·les Fenosa de El Vendrell y comisaria de Atmósfera futuras, Fenosa es quizás el “escultor catalán más relevante y más desconocido”. Poseedor de un lenguaje propio, la exposición parte desde la necesidad de difundir su extraordinario legado desde un enfoque inédito y renovados planteamientos museográficos.
El nuevo eje curatorial propone una conexión entre el pasado y el futuro. Un original proyecto expositivo que plantea la capacidad de diálogo entre la obra fenosiana con otras piezas de artistas contemporáneos con los que comparte “inquietudes visionarias comunes”. Creaciones de Perejaume, Anna Dot, Fabiana Barreda, Eduardo Kac, Joaquín Jara, Lugán, Michael Najjar, Saioa Olmo, Marina Núñez, Marcel Pey y Mapi Rivera ocuparán durante varios meses las salas del bello edificio renacentista que el escultor y su esposa, Nicole Florensa, compraron en 1958 y al que regresaban desde entonces cada verano.