‘Caso Pere Mates’ o el arte de rentabilizar un timo
El Museu d’Art de Girona incorpora a su exposición permanente una sala dedicada al mediático fraude por falsificación que sufrió hace más de una década
19 noviembre, 2023 00:00“Todo, absolutamente todo, hacía pensar que las obras eran auténticas”, afirmaba Carme Clusellas, directora del Museu d’Art de Girona, a propósito de unas obras del pintor catalán Pere Mates (ca. 1490-1558) adquiridas por la institución y que años después se demostró que eran falsas. En su día el escándalo acaparó muchos titulares. No era para menos, su reputación se puso en entredicho.
La crónica de esta asombrosa historia comenzó en 2010, cuando el museo gerundense compró tres tablas del Retablo de san Juan Bautista atribuidas a Pere Matas, uno de los artistas más representativos del Renacimiento catalán. “En un país como el nuestro en el que cuesta tantísimo adquirir obras, se habían comprado estas tablas con mucha ilusión”, explicó Clusellas.
La felicidad duró exactamente seis años. Hasta que, en 2016, saltaron todas las alarmas tras aparecer en el mercado de subastas nuevas obras procedentes del mismo retablo, dos de las cuales eran exactas a las adquiridas en 2010. Para añadir más leña al fuego, de la tercera existía una réplica en los mismísimos almacenes del Museo Nacional de Arte de Cataluña. Tras un exhaustivo proceso de análisis e investigación, los expertos concluyeron que las tres obras adquiridas inicialmente eran falsas.
“Falsos verdaderos”, la fascinación por el engaño
“Detectar falsificaciones no es sencillo, hay falsificaciones muy bien hechas”, sostenía Magda Gassó, por aquel entonces jefa de servicio de Museus de la Generalitat de Catalunya. Y estas eran idénticas a las fotografiadas, documentadas y publicadas en 1956 por Joan Sutrà, experto en el corpus pictórico de Pere Mates. Pero, aunque a ojos de un experto un análisis visual puede detectar incoherencias en la obra, resulta fundamental someterla a un profundo examen para confirmar su autenticidad. Un trámite muy complejo que pasa por fotografiarla con técnicas específicas (radiación visible e invisible) y realizar análisis físico-químicos, dos procedimientos que aportan a los especialistas información esencial para llegar a un dictamen sólido.
La traumática estafa, conocida como caso Pere Mates, tuvo un buen final. El museo recuperó el dinero de las obras falsas, compró las auténticas y además rentabilizó el incidente. En 2019, inauguraron “Falsos verdaderos. El arte del engaño”, una exposición arriesgada, centrada en este suceso, que exploraba la parte más oscura y sórdida del mercado del arte. Comisariada por Joan Bosch y Francesc Miralpeix, profesores de la Universidad de Girona, la muestra fue alabada por la crítica y tuvo mucho éxito entre el público, tanto que fue prorrogada.
Desde el pasado 13 de noviembre, el Museu d’Art de Girona ha incorporado a su circuito permanente una nueva sala dedicada al caso Pere Mates. Una versión adaptada y reducida de la exposición temporal del 2019 donde se explican todos los hechos y se presentan los resultados del laborioso trabajo de investigación.
Maestros de la falsificación
Este episodio que sacudió la credibilidad de la institución catalana no es un caso aislado. La Escuela del Instituto de Arte de Chicago, el Museo de Arte de Nueva Orleans, la Bostonian Society, el Museo de Arte de Mississippi, el Museo de Bellas Artes de San Francisco y muchos otros han vivido experiencias similares.
La historia de la falsificación es inherente a la mismísima historia del arte. Mientras haya artistas, habrá falsificadores. Además, la figura de estos virtuosos impostores despierta verdadera fascinación. Muchos de ellos se han convertido en personajes casi legendarios y sus fechorías aderezaron la celebrada exposición de 2019. Como por ejemplo Elmyr de Hory (Budapest, 1906-Ibiza, 1976), pseudónimo de Hoffmann Elemér, un famoso pintor y extraordinario falsificador que vendió más de 1.000 falsificaciones de artistas como Picasso, Chagall, Derain, Modigliani y Matisse a lo largo de toda su vida. “Si se colgaran mis cuadros en un museo de pintura el tiempo suficiente, se volverían auténticos”, declaró en la película documental de 1973 F for fake, dirigida y protagonizada por Orson Welles.
O las andanzas de falsificador británico Eric Hebborn (Londres, 1934-Roma, 1996) especializado en maestros antiguos como Van Dyck, Rubens, Corot, Mantegna y Castiglione. Sus magníficas copias pasaban el filtro de expertos tan prestigiosos como el historiador de arte John Pope-Hennessy (Londres, 1913-Florencia, 1994), director del Victoria and Albert Museum y del British Museum de Londres durante varios años.
Especialmente morbosa resulta la biografía del holandés Han van Meegeren (Países Bajos, 1889-1947), experto falsificador de la obra de Vermeer. Entre su clientela figuraban el Rijksmuseum de Ámsterdam o el poderoso líder nazi Hermann Göring, a quien vendió en 1942 el lienzo Cristo y la adúltera. Al finalizar la segunda guerra mundial se le acusó de expoliar el patrimonio neerlandés colaborando con el régimen nazi. En el juicio, para argumentar su defensa, tuvo que demostrar que en realidad todos los cuadros eran obra suya, meras falsificaciones. “Yo no entregué ningún Vermeer a los alemanes, sino un Van Meegeren”, confesó ante el tribunal. Se libró de la pena de muerte y solamente fue condenado a un año de prisión. El arte de la falsificación es un oficio lucrativo, pero de alto riesgo.