Dos visitantes leen una fotografía en Rastres Compartits

Dos visitantes leen una fotografía en "Rastres Compartits" TONI MAIRENA

Creación

Aprender a leer la fotografía

Una exposición libre de pies de foto en la Nau Gaudí de Mataró descubre la faceta más humanista de Francesc Català-Roca y Ramon Manent

19 noviembre, 2023 00:00

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Ramon Manent se acuerda perfectamente del día que se topó por primera vez con Francesc Català-Roca en su Mataró natal. “Lo vi sentado en una terraza de la plaza Gran, así que me acerqué a él y le dije: ‘¿Sabes quién soy?’. A partir de ese encuentro, que fue seguido de una invitación a cenar en su casa, surgió una estrecha amistad entre el entonces joven fotógrafo mataronense y el maestro Català-Roca (Valls, 1922-Barcelona, 1998), que vivió cinco años en la capital del Maresme en la década de los setenta. 

Esta amistad los llevaría a recorrer la España de la segunda mitad del siglo XX para fotografiar sus monumentos más emblemáticos por encargo de varias editoriales, pero que ellos aprovecharon también para captar el otro lado de la moneda, sus gentes y sus paisajes. “Hacíamos fotografías que no sabíamos nunca qué haríamos con ellas, pero las hacíamos igualmente”, explicó el propio Manent (Mataró, 1948) en la inauguración de la exposición “Rastres Compartits”, en la Nau Gaudí de Mataró.

Rastres Compartits, en la Nau Gaudí de Mataró

"Rastres Compartits", en la Nau Gaudí de Mataró NÚRIA POCH

Centenario de Català-Roca

La exposición, enmarcada en la conmemoración del año Francesc Català-Roca en motivo del centenario de su nacimiento, muestra una serie de fotografías, en su mayoría en blanco y negro, que sirven para dar testimonio de una realidad que ya no existe, pero que el arte de la fotografía ha hecho inmortal. En palabras de Català-Roca, “cuando hacemos una fotografía tenemos tantas posibilidades, puntos de vista, situaciones, que el simple hecho de elegir ya es una creación”, recordó Núria Poch, comisaria de la exposición, que ensalza el enfoque humanista documental que tuvieron en común los dos artistas a la hora de fotografiar la realidad. 

Siguiendo el criterio de Català-Roca, compartido por Manent, la exposición no tiene cartelas informativas. “Mi padre decía que los pies de foto han hecho mucho daño porque la gente los lee y no mira las fotografías, explicó Andreu Català, uno de los dos hijos del maestro de la fotografía documental en Cataluña, que estuvieron internos en el colegio de los Maristas de Mataró entre 1973 y 1978, los años en los que su padre se mudó al Maresme, coincidiendo con sus viajes por América para la editorial Blume y sus inicios en la fotografía a color.

El fotógrafo Ramon Manent (i) en la inauguración de la exposición

El fotógrafo Ramon Manent (i) en la inauguración de la exposición ANDREA RODÉS CRÓNICA GLOBAL

La potencia del blanco y negro

“Los fotógrafos somos notarios gráficos de la Historia”, explicó Manent ante una serie de fotografías suyas en blanco y negro tomadas en 1969 en un pequeño pueblo del Maestrazgo aragonés, como la de una anciana haciendo ganchillo o la de un cura brincando alegremente por una calle estrecha con una escopeta en mano: “Me explicó que volvía de cazar pajaritos”, añadió, riendo.

Del mismo año es una fotografía del mercado del Born, donde la luz blanquecina del sol se filtra por las cristaleras iluminando pilas de cajas y mercancías varias, o el interior de una humilde casa de Torre Miró, en Castellón, donde dos mujeres cenan a la mesa mientras dos liebres recién cazadas cuelgan del techo. “Esta imagen no tendría tanta fuerza si fuera en color”, comentó Manent, admitiendo que el uso del blanco y negro fuerza al observador a fijarse más en la temática del cuadro, no tanto en la estética, como ocurre con la fotografía a color de jaulas de grillos que tomó en un mercado de Olivenza, Badajoz, en 1975 o la de unas guitarras secándose al sol en una calle de Valencia, de 1977.

Inauguración de la exposición de fotografía Rastres Compartits

Inauguración de la exposición de fotografía "Rastres Compartits" TONI MAIRENA

Descubrir qué quiso decir el fotógrafo

Sin cartelas ni pies de foto a la vista, sus fotografías a color se convierten en sinuosos juegos geométricos, juegos de luces y sombras, donde la forma adopta una identidad propia. “La gente tiene que acostumbrarse a leer la fotografía, observándola, intentando saber qué quiso decir el fotógrafo, descubriendo cosas que el fotógrafo no advirtió”, escribe Poch, citando a Català-Roca. 

La muestra incluye una cuidada selección de 31 fotografías en blanco y negro del maestro catalán, como los dos retratos de jóvenes remando que, a simple vista, podrían parecer una pareja en la misma barca. Sin embargo, uno es la Francisqueta de Cadaqués (1953); el otro es un chico joven de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz (1959). Destaca también la fotografía del interior de uno de los apartamentos de Barba Corsini en la buhardilla de la Pedrera, donde los arcos abovedados del techo que envuelven el salón dotan a la imagen de una profundidad absorbente.

Mezcla de personajes animados e inanimados

“Mi padre decía que en fotografía estaba todo por descubrir”, explicó su hijo Andreu. Català-Roca, añade, “supo romper con la idiosincrasia del momento”, experimentando, potenciando la forma, la luz, jugando con los contrastes… Con una idea tan simple como mezclar personajes inanimados con animados “lograba que los primeros tuvieran vida”, añadió Andreu, mostrando fotografías de las calles de Murcia y Barcelona realizadas por su padre a finales de los años sesenta donde personajes mundanos aparecen bajo carteles publicitarios.

“Insisto en la importancia de la actitud proactiva del que mira”, dijo Català, recordando la importancia de “dejarse llevar” por la información que transmiten las fotografías de su padre, en lugar de obsesionarnos por querer situarlas en el tiempo y el espacio. Al fin y al cabo, añadió, estas imágenes “se mantiene al margen del mundo globalizado”, de ese imperio de la inmediatez que nos lleva a todos a estar más pendientes de lo que diga una cartela o el buscador del móvil que de la propia obra de arte. “Si miras las fotografías sin el pie de foto, ves mucho más”, concluyó.