Composición floral

Composición floral MARI ITO

Creación

El desafío de las flores

Una exposición en Casa Vicens reúne la obra de 24 artistas contemporáneos que utilizan la temática floral para repensar las relaciones entre Oriente y Occidente

5 noviembre, 2023 00:30

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Si hay una imagen que el visitante retiene durante días en su mente después de visitar la Casa Vicens, la primera casa de Antonio Gaudí, en el barrio de Gràcia, es la de los azulejos de claveles amarillos que recubren sus fachadas y ventanas. “El arte floral ha tenido una presencia constante en la historia del arte. Desde las pinturas en la antigua Grecia hasta la actualidad, las flores y las plantas han sido fuente de inspiración para los artistas de todas las épocas”, constata la historiadora y crítica de arte Menene Gras.

Concebida desde el primer momento para establecer un diálogo constante con el jardín que la rodeaba –y ahora también con las decenas de turistas que deambulan por su interior con la oreja pegada al dispositivo de audioguía–, la Casa Vicens ofrecía el espacio ideal para ubicar “Después de la niebla, primeras flores. Oriente y los orientalismos, del modernismo a la modernidad”, una exposición que reúne la obra de 24 artistas contemporáneos españoles, latinoamericanos y asiáticos que comparten un nexo: la temática floral, aunque cada uno de ellos a partir de su propio discurso creativo.

Exposición de flores en Casa Vicens

Exposición de flores en Casa Vicens ANDRE RODÉS

Los platos floreados de Muntadas

“Desde el inicio, la exposición se ha pensado como un medio para mostrar el interés del arte floral en las civilizaciones de Oriente y Occidente (...) una manera de tender puentes, tratando de no caer en los tópicos que han contribuido negativamente en la construcción de Oriente desde la perspectiva colonial”, detalla Gras, comisaria de la exposición, visitable hasta el próximo 7 de enero de 2024 con la entrada conjunta a la Casa Vicens.

Un ejemplo evidente de este diálogo Oriente-Occidente es la vajilla de nueve platos de loza creados por Antoni Muntadas (Barcelona, 1942), cada uno de ellos ilustrado con el dibujo de una planta y su nombre escrito en varios idiomas formando un marco circular. El décimo plato contiene un texto que dice: “Esta colección de platos forma parte de Malas hierbas, vajilla que se centra en la importancia de las plantas en procesos como el viaje, el desplazamiento y la colonización. Suscita la cuestión sobre cómo la historia, las leyendas, la oralidad y la ficción contribuyen a consideraciones relativas a la cultura local y transnacional”.

Platos de loza de Antoni Muntadas

Platos de loza de Antoni Muntadas

Dispuestos en una mesa redonda, sobre un pulcro mantel blanco, los platos de Muntadas “evocan la introducción de estas plantas hostiles en las islas Filipinas, cuyo suelo las rechazaba, atribuyéndolo a las políticas coloniales de los grandes imperios europeos”, según Gras.

La cultura oriental

Por otro lado, la videoinstalación del japonés Azuma Makoto (Fukuoka, 1976) muestra dos naturalezas muertas, una con la floración del cerezo y otra con la floración de flores comunes, que se mueven delicadamente con la lluvia o la brisa, provocando una lluvia de pétalos. “Makoto muestra la ‘fugacidad y frugalidad’ de lo bello natural a partir de la floración”, escribe Gras, remitiéndose al culto ancestral a la naturaleza existente en países como China, Japón y Corea, donde la presencia de flores y plantas es una constante en la pintura ornamental y en la pintura de paisaje clásica.

“En la actualidad, el arte floral sigue evolucionando y adaptándose a los cambios culturales y sociales, y sigue siendo una fuente de inspiración y creatividad para los artistas de todo el mundo”, constata.

La huella humana

Una de las obras más llamativas de la exposición es la videoinstalación del coreano Lee Lee Nam (Seúl, 1972), cuyo interés en dotar de movimiento a obras maestras de la historia del arte le llevó a intervenir el famoso cuadro de La Gioconda, de Leonardo da Vinci. Plasmada sobre una pantalla digital, la Mona Lisa es bombardeada por diversos aviones, creando puntos en llamas que acaban convirtiéndose en flores y cubriendo toda la imagen.

“Más allá de su contextualización geográfica, temporal o ecológica (...), las respectivas representaciones florales que se han reunido no dejan de advertirnos acerca de los cambios irreversibles que la huella humana ha causado en el planeta”, escribe Gras, actualmente directora de cultura y exposiciones en Casa Asia.

'Ruinas Mona Lisa'

'Ruinas Mona Lisa' Lee Lee Nam

Cuidar el entorno

También en este diálogo floral entre Oriente y Occidente se sitúa la serie de pinturas Chiang Mai, donde la artista Teresa Esteban (Madrid, 1960) ilustra delicadas flores sobre mapas en papel de pergamino, de manera que las siluetas de ríos y bahías quedan cubiertas por pétalos de jazmines y orquídeas. Esteban pretende “concienciarnos sobre la necesidad de cuidar el entorno natural con el fin de asegurarnos nuestra supervivencia. A la vez, muestra la tendencia de jardineros y paisajistas tailandeses a interesarse más por las plantas ornamentales que por el cultivo de hortalizas para la alimentación”, sinónimo de la mirada colonialista occidental.

En el ideario asiático, los jardines más antiguos, escribe Gras, “son concebidos como imagen del paraíso en la tierra, cuyas representaciones responden culturalmente a una forma de entender la vida, a unas costumbres, a una filosofía y a un sistema político”.

Detalle de la Casa Vicens

Detalle de la Casa Vicens GERARD MATEO

Flores contra los traumas

Las flores también pueden servir para ocultar traumas emocionales, como el provocado por los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Es lo que pretende el reconocido artista japonés Takashi Murakami (Tokio, 1962) en su obra Flowerball Red (3D), composiciones a base de flores con forma de emoticonos y rostros sonrientes que se inspiran en la cultura pop japonesa, como el manga, el anime o el otaku. Murakami establece “un juego de contrastes entre la alta cultura y la cultura popular, entre el pasado y el presente, la ingenuidad y la perversión, entre Oriente y Occidente, el humor y la crítica social”, apunta Gras.

A simple vista, sus chillonas composiciones florales de estilo “superflat”, término que hace referencia tanto a la técnica bidimensional propia de la pintura tradicional japonesa como a la superficialidad que caracteriza a la sociedad de consumo, parecen contrapuestas a los cálidos claveles amarillos que asoman por las ventanas modernistas de la Casa Vicens. Sin embargo, se acaba estableciendo un “diálogo imaginario” entre la pintura contemporánea y su entorno inmediato, entre el Japón actual y el modernismo catalán. Al fin y al cabo, el propósito de la exposición era ese, “una invitación para pensar el mundo como una apuesta y un desafío”, concluye Gras.