“Quise liberar esa feminidad débil, dudosa y frágil”
La dramaturga y clown catalana Alba Sarraute, ganadora del Premi Nacional de Cultura 2023, explora los tabús de la feminidad y la maternidad a través del circo
15 octubre, 2023 00:05Noticias relacionadas
Alba Sarraute (Argentona, 1982) recuerda que, cuando tenía 6 o 7 años, acompañó a sus padres a una gira de teatro callejero por Europa, y esa experiencia la marcó. “Supe que eso era lo que quería hacer en el futuro”, explica esta reconocida dramaturga, clown y artista de circo catalana, ganadora del Premi Nacional de Cultura 2023. Al regresar de la gira, tuvo lugar su primera actuación: Els Pastorets, en Argentona, el pueblo del Maresme donde se crio y estudió, y donde su padre, un músico argentino vinculado al mundo del teatro, le enseñó a hacer las primeras acrobacias.
“Mi padre me había comprado un diábolo y unas pelotas, tenía un motociclo y hacía animaciones infantiles. Así que cuando llegué a la escuela de circo me di cuenta de que ya estaba haciendo circo contemporáneo”, explica Sarraute mientras remienda un disfraz en su estudio en Argentona, convertido de nuevo en su hogar después de muchos años fuera.
Artista circense
Al terminar el bachillerato, Sarraute estudió teatro en el aula de Teatro de Mataró, después en la Sala Beckett y la escuela Timbal de Barcelona, hasta que, a finales de 1990, abrió sus puertas la escuela de circo Rogelio Rivel y pudo dedicarse al arte que realmente le gustaba.
“Suerte que tengo una estructura corporal fuerte y había hecho gimnasia artística de pequeña”, se ríe Sarraute, admitiendo que, para ser artista de circo, “el cuerpo te tiene que acompañar”. A ella, además del cuerpo, la acompañaba su pasión por los deportes de montaña y la escalada. “El circo me permitía experimentar las mismas sensaciones”, explica.
En busca de los orígenes
Tras pasar una temporada entre Mataró y Barcelona, Sarraute se marchó a París para estudiar en la prestigiosa escuela de circo Fratellini y, de allí, iniciar un viaje introspectivo que la llevó a Hispanoamérica a conocer las raíces de su familia paterna. “Buscaba esa atracción por el Amazonas, por algo más orgánico, natural”, comenta. El viaje la llevó primero a Argentina, y luego a Bolivia y Ecuador, donde tuvo un fuerte encontronazo con la realidad: contaminación, petróleo, sobreexplotación… El Amazonas no era lo que se esperaba. De ahí sale su primera producción de éxito internacional, Mirando a Yucali (2008), una mirada entre poética y divertida a los paralelismos entre la selva humana y la selva amazónica, y a sus contradicciones constantes. “Aparecen la parte más orgánica y la parte más estúpida del hombre, como la religión o las ideas fascistas”, explica Sarraute, que en una de las escenas más emblemáticas se pone a tocar el saxo con guantes de boxeo.
Su tendencia a mezclar circo y humor tiene origen en su infancia: “Mis referentes de pequeña eran cómicos: Els Comediants, el Doctor Soler, Tortell Poltrona… Siempre he sido payasa”, explica. De hecho, hubo un momento en su vida que viajaba tanto y pasaba tanto tiempo en hoteles y restaurantes que se dijo: “Pero ¿qué hago? Si a mí lo que me gusta es estar cerca de la gente y hacerlos reír”. Para Sarraute, el payaso convive constantemente con la tragedia, tanto en el escenario como en la vida. “Es capaz de dar ligereza a nuestros miedos”, concluye.
Miedo al amor
Como, por ejemplo, el miedo al amor, tema central de una de sus obras producidas ya de vuelta en Barcelona: Desvariacions d’Otel·lo, presentada en 2019 en el teatro de las galerías Maldà. En su interpretación libre de la obra de Shakespeare, Sarraute parte de un desengaño amoroso para desvariar sobre muchos géneros, desde las acrobacias y el mimo, al teatro de texto y las sombras chinescas, y hacer frente a nuestro miedo a enamorarnos.
“Mi regreso a Barcelona coincidió con un momento en que buscaba pareja, ser madre, construir algo… así que a través de mis producciones me puse a explicar temas como la feminidad, la atracción sexual”, comenta.
Divas, tontas o muy sexualizadas
La obra llegó al Festival Grec un año después transformada en Desdémona, un espectáculo de gran formato que da protagonismo a la esposa de Otelo. En la obra original de Shakespeare, Desdémona muere asesinada a manos de Otelo al pensarse este que lo engaña con Casio. Pero Sarraute no está dispuesta a aceptar que Desdémona no tenga ni voz ni voto a la hora de defender su destino. “Quise liberar esa Desdémona, esa mujer callada, esa feminidad débil, dudosa y frágil”, explica. “Una mujer puede ser frágil si quiere, pero hay que ponerle voz”, añade.
En estos momentos, Sarraute ha vuelto a poner el ojo en otra obra de Shakespeare, Macbeth, para inspirarse en una nueva producción. En La innombrable, cuyo estreno está previsto para junio de 2024, el personaje principal es Lady Macbeth, la esposa del protagonista, “una mujer que lucha”. La obra hace referencia a “todos aquellos pensamientos negativos” que las mujeres “perfectas” se ven obligadas a ocultar, desde el miedo a ser madre, a la depresión posparto o a perder poder en la carrera profesional. “Lady Macbeth deja esa feminidad dulce para ir hacia el poder”, explica, cansada de ver cómo los roles femeninos en el teatro siguen obedeciendo al patrón de mujer diva, tonta o excesivamente sexualizada: “Son conceptos que en la realidad no existen, porque yo miro a mi alrededor y no veo a ninguna mujer tonta”.
Reflexiones sobre el cuerpo de la mujer
Ella misma tuvo que procesar este cambio de enfoque. “En los años 80, todas las figuras con poder de referencia eran hombres, desde el carpintero del pueblo, al futbolista profesional o el actor de teatro. Poco a poco, fui masculinizando mis papeles, para poder ser libre”, comenta la artista, que durante cinco años dejó de trabajar para poder dedicarse a ser madre. “Tomé esta decisión desde la libertad, eso es lo que importa”, dice. El mensaje que quiere transmitir en su obra, en definitiva, es: “Sé la mujer que té dé la gana, pero sé una mujer empoderada”.
“Todo esto, siempre desde el humor y el circo, que es la única manera que conozco”, se ríe la artista, galardonada con el Premi Nacional de Cultura “porque en los últimos años ha aportado una reflexión a través de sus creaciones sobre el cuerpo de la mujer, la maternidad y las artes del circo, con un gran reconocimiento internacional de gran valor en la mirada dramatúrgica circense”.
Lo único que le preocupa por ahora es que a nivel escenario a veces haya gente que se tome sus payasadas como si hablara en serio. “Se dice que tragedia + tiempo = comedia”, aclara. “Si alguien no ríe es porque todavía está en la tragedia, que todavía no ha transcurrido suficiente tiempo. Pero lo cierto es que 'si rascas, es porque pica'. Y los payasos estamos aquí para remover la mierda”, concluye.