Imagen promocional de 'Guardianes del corazón de la Tierra'

Imagen promocional de 'Guardianes del corazón de la Tierra' FOCUS

Creación

'Guardianes del corazón de la Tierra', cuando la Amazonia se asienta en el Grec e interroga a sus espectadores

El codirector de la obra, Carles F. Giua, asegura que, "en un mundo mediatizado, el teatro se convierte en un espacio de oposición a la tendencia dominante"

5 julio, 2023 11:53

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Carles F. Giua es uno de los miembros de La conquesta del pol sud, una compañía que, a través del teatro documental propone a los espectadores una confrontación con realidades que no siempre tiene cerca.

Para este festival Grec, la agrupación planta sus Guardianes del corazón de la Tierra en La Villarroel de Barcelona, para explicar el propio viaje de conocimiento que experimentaron cuando conocieron a Txana Bane Huni Kuin, un hombre criado en la Amazonia y que vive a medio camino entre la selva suramericana con Alemania. A partir de allí se abren preguntas obvias y no tanto sobre la identidad, el colonialismo, el medioambiente y la manera de relacionarnos.

¿De dónde sale esta propuesta?
Nosotros nos dedicamos al teatro documental y trabajamos muy enfocados hacia la realidad que nos rodea. Tenemos preguntas y queremos compartirlas con el público. Nos interesa mirar el teatro como un espacio de conocimiento, un medio para podernos conocer en el entorno en el que vivimos y para poder conocernos como habitantes de este medio.
¿Y la conexión con América?
Viendo cómo es la situación del mundo globalizado y la fuerza que tiene el mercado y las leyes del neoliberalismo en auge, unas preguntas que hace tiempo que tenemos es dónde podríamos encontrar alternativas de pensamiento. A veces, no hay un pensamiento alternativo estructurado, poderoso, con una raíz filosófica profunda, sólida… Hay opciones, pero puede costarnos un poco. Nuestra pregunta es dónde podríamos encontrar estas visiones del mundo, estas alternativas. No para cargártelo todo, ¿eh? Para repensarlo, ¿no? Repensar algo, quizás dar un giro de rumbo. En todo caso, parece que está claro que debemos darlo. Pensando en estas ideas más estructuradas se nos ocurrieron estos dos espacios, uno está en Amazonia y el otro está en Tíbet.
¿Por qué?
Porque en estos lugares hay una tradición y un pensamiento milenario que habla de una relación algo distinta entre el ser humano y el medio. Allí construimos un díptico. Guardianes del corazón de la tierra parte de una experiencia amazónica e Imperio, de una experiencia oriental ubicada en el mundo del Tíbet y del budismo.
Imagen prmocional de 'Guardianes del corazón de la Tierra'

Imagen prmocional de 'Guardianes del corazón de la Tierra' FESTIVAL GREC

Háblenos de es la primera, que se presenta ahora en el Grec.
En Guardianes del corazón de la Tierra, trabajamos con una persona que realmente es un puente viviente, una persona que vive entre la cultura occidental y la cultura amazónica. Nació, se educó y crio en la Amazonia y, después, por determinadas razones, se fue a vivir a Alemania, en un pueblo entre Hamburgo y Berlín. Y conocimos a Txana Bane Huni Kuin, nos basamos en su experiencia, para mirar y compartir estas preguntas con los espectadores. Y para ello viajamos a las dos zonas durante varios meses.
¿Cómo es ese proceso se lleva al teatro?
En este caso, nosotros somos buena parte del hilo conductor. Hay dos historias que se trenzan. Una es la historia personal de Txana Bane, que hace de puente viviente y la otra es la historia de nuestro viaje. Este recorrido de viaje es un recorrido de conocimiento. En un momento estas historias se tocan y tratamos de construir algo juntos, que es ese montaje.
Hablaba de diferencias en la manera de pensar. Imaginamos que el espectador se las va a encontrar, pero ¿cómo?
Nos llevamos al espectador de viaje. Atraviesa con nosotros esa relación con esa persona en la que primero él observa la vida de ellos en Alemania y luego nosotros hacemos lo mismo con él en la Amazonia. Hay momentos de montaje en los que creamos las atmósferas, trabajamos con lo que hemos vivido a lo largo del viaje y les transmitimos este proceso que vivimos. Este proceso de cómo se forja la relación que ahora tenemos con él: qué implica conocer a esta persona, qué implica para él conocernos a nosotros, cómo es ese intercambio, qué nos sale de ese intercambio. Y ahí pasan muchas cosas.
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¿Es una forma de dar a conocer otras culturas y otras maneras de pensar?
Nosotros trabajamos sobre la curiosidad y lo compartimos, pero no son demasiadas conclusiones. Compartimos las preguntas, y después el espectador se lleva a casa las preguntas. Decidimos trabajar sobre estas preguntas, ver dónde vienen. Todo para llegar a entender tanto racional como emotivamente a otra persona, un esfuerzo muy grande de entrar en otro mundo, en otra realidad. Trabajamos mucho con la entrevista.
¿Es otra forma de teatro más alejado del tradicional en todo caso?
Nosotros somos unos enamorados del teatro tengan la forma que tenga. Hoy que todo está más mediatizado por pantallas, el teatro se convierte en un espacio de oposición a la tendencia dominante. Una tendencia que está muy bien, no lo critico. Pero el teatro todavía es un lugar en el que tú te encuentras con personas de carne y hueso que te interpelan, con los que respiras la atmósfera y las emociones que respiran los personajes en el escenario. Nuestro intento es ofrecer al espectador una experiencia directa en escena, que entre en contacto con los protagonistas reales y directos de esta experiencia. Utilizamos mucho el teatro, pero para transmitir una experiencia.
¿Pero por qué no hacerlo desde la ficción, por ejemplo?
Es para evitar la intermediación del personaje y de la ficción. Queremos que las personas que están en escena compartan con los espectadores cosas que muy fuertes que han vivido, porque no las han vivido.
¿Eso genera preguntas en el espectador?
Sí, sin cesar.
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¿Eso es porque nos creemos superiores a otros mundos y/o no nos hacemos tantas preguntas?
A ver, no nos hacemos tantas preguntas, porque a veces no tenemos ciertas realidades delante de los ojos, caminamos con la cabeza baja, mirando al suelo o mirando el móvil. Levantamos poco la mirada al mundo que nos rodea y entramos en contacto con personas que siempre son del mismo círculo. A mí mismo me pasa. Este motor de la curiosidad lo hemos traducido en teatro en esta forma de trabajar, sobre la necesidad de conocer otras miradas, otras personas, otras experiencias. Yo me siento privilegiado de conocer a estas personas y realidades y entrar desde la mirada poética.
¿Cómo entra la poesía en esta realidad?
Porque no es un documental, lo que hacemos es tratar de transmitir una esencia de lo que han vivido para que el espectador se lleve algo y le pueda ser útil. Usamos un momento o unas palabras bien ordenadas que son muy eficaces. La poesía es la que da libertad a todos los que trabajamos en el escenario. Si no, seríamos cronistas de una realidad. La mirada poética permite tomar una distancia. Lo que representamos es una reelaboración de la realidad que es poética y genera un espacio de libertad, porque de otra forma no habría libertad. Necesitas unas herramientas para hacer esto.
Claro, pero en el teatro se suele usar la ficción y a la emoción. Ustedes dicen buscar las preguntas, ¿desde entrar por lo racional?
Es una mezcla, porque a nosotros nos gusta situar a los espectadores en un lugar en el que piensen y se hagan preguntas racionalmente, y en otro lugar en el que empaticen mucho con las personas que están viendo escenas, que empaticen, que vibren con la emoción de estas personas. A veces, para conocer algo se debe empatizar y además pensar. La experiencia de Txana Bane habla del mundo, habla de la globalización. Es como un pedacito de globalización hecho de carne y hueso.