Isaki Lacuesta (Girona, 1975) ha rodado su primer capítulo de una serie de ficción, Apagón. Lo que puede ser una excepción a él le gustaría que se convirtiera en realidad, pero encajar sus ideas con las de las cadenas es más difícil.
Fran Araújo lo ha conseguido. El guionista planteó a varios compañeros de profesión desarrollar una serie a partir de una premisa: qué pasaría en caso de una tormenta solar que afectara a los satélites y comunicaciones de buena parte del planeta.
5 capítulos, 5 cineastas
La idea cuajó y repartió sus textos a cinco grandes directores de este país: Rodrigo Sorogoyen, Raúl Arévalo, Isa Campo, Alberto Rodríguez y Lacuesta. El resultado es una mezcla de acción y retrato social, que explora lo mejor y peor del ser humano.
Crónica Global habla con el realizador catalán sobre el proyecto y su atracción por el mundo de la televisión, que muy pocos esperan de un cineasta multipremiado internacionalmente.
--Pregunta: ¿Cómo surgió esa idea y cómo construyó ese último capítulo que retoma los del primero?
--Respuesta: Primero hubo una mesa de guionistas que montó Fran y en aquella época hablaba de cruce de géneros. Su fantasía era juntar guionistas presuntamente de diferentes estilos. En esa mesa planteamos unos 15 capítulos y una tormenta solar puede ser de muchas maneras y tener diferentes repercusiones. Era consensuar y definir en qué marco catastrófico nos movíamos y definir los episodios. Lo bonito fue que éstos no estaban otorgados previamente a ningún realizador, ni tan sólo la lista de directores estaba cerrada.
--¿En su caso pudo elegir?
--En principio tenía que hacer un episodio de Rafa Cobos que cayó y entre Isa y yo nos repartimos el tercero y el quinto.
--Hay una parte que los une a todos, pero especialmente el suyo. Este apagón provoca ciertas situaciones que tienen algo de denuncia social. ¿Era eso de su interés, denunciar este tipo de situaciones?
--En realidad, como te dije, es una pieza que no escribí yo. De hecho, es la primera vez que lo hago y soy un mandao. Hay capítulos más crudos en los que se ve que el hombre es un lobo para el hombre y el tercero y el quinto que tienen algo más esperanzador con el mensaje, que Fran tenía claro, de que si nos juntamos podemos hacer cosas mejores. También la temática bebe de la idea de esta producción conjunta y que fueran ideas que nos gustaran a todos.
--Dice que fue un mandao, pero hay una imagen que no pasa desapercibida: la de la quema de un anuncio de Barcelona '92. ¿Fue idea suya o estaba en el guión?
--Es verdad, eso lo añadí yo. Me gustaba la idea de que el carburante de esta nueva sociedad es el pasado. Es una casa que llevaba varios años cerrada, llena de libros y me imaginé que lo que quemaban eran libros de la historia de España, revistas... No se ve bien, pero había una portada de Rocío Jurado en bikini con la explosión del Challenger, se ve quemar una imagen de Félix Rodríguez de la Fuente... es un poco quemar la memoria sentimental de España, el resto de cosas que propuse quemar lo censuraron (sonríe).
--¿Tiene eso un significado político? ¿Plantea la necesidad de quemar esa historia o que ella haga de motor?
--Son las dos cosas. Hay un corto muy bonito de Hollis Frampton, Nostalgia, donde coloca fotos en un fogón y tiene esa doble función que apuntas. Además, la belleza de la destrucción, que puede ser inspiradora, renovadora o, dependen de quién, se queda uno en la melancolía. La intención era invitar a pensar qué ha quedado de todo eso.
--¿Qué diría que ha quedado?
--Cuando quema hace luz. Me has hecho pensar en eso que dijo Jean Cocteau cuando le preguntaron qué salvaría en caso de que se incendiara el Louvre. Dijo: el fuego.
--En todo caso, esta es su primera incursión en el mundo de las series y en formato ficción. ¿Qué le animó a meterse en este proyecto?
--Sobre todo que es un proyecto de Fran Araujo, colega y coguionista desde La propera pell. Esto era algo como de equilibrio y ahora ponerme yo a su servicio. También hace tiempo que quiero infiltrarme y hacer algo en televisión y probar de hacer cosas un poco atrevidas.
--Ahora parece que este es el lugar. ¿Por qué ahora sí?
--En realidad hace años que lo pienso. De hecho, hace 10 o 12 años intenté crear un master de ficción televisiva en convenio con TCM, Paramount y Gestmusic. Estamos en un momento en que hemos de infiltrarnos en todos lados, pero hace tiempo que los cineastas que nos gustaban, de entonces y ahora, hicieron tele en su día: Bergman, Welles, Rossellini, Peter Watkins, Cassavetes, Fassbinder.
--Pero en cambio, ahora se ve la televisión como una amenaza que puede acabar con el cine, como ya pasara tras su invención.
--Creo que es cosa del márketing. Han querido crear un discurso de confrontación y tendente al monopolio. Yo no veo que esto sea tan así, además, los que hacemos cine de manera libre somos como escarabajos y aunque haya una guerra nuclear sobreviviremos.
--¿Hay esperanza?
--Sí. Hay que seguir currando para estar en todos lados. Yo quiero estar en las salas del cine, que me parecen clave, no quiero renunciar a ello. Pero también hago piezas para que se vean por internet, la televisión y si me dejaran campos de fútbol o catedrales, yo encantado.
--De hecho su trabajo es multiformato e interdisciplinar, hasta se ha visto en salas de exposiciones.
--Yo creo que nuestro trabajo es interdisciplinar. Si hacemos una peli para cine, mucha gente la verá en otros formatos. En el tren mismo estaban pasando un film que vi en el cine hace unos años y me gustó. Cuando éramos pequeños crecimos viendo en la tele las películas de John Ford, Howard Hawks, Hitchcock y otros supercortadas, dobladas, en un formato que no se parecía para nada al original y, pese a todo, nos marcaron y nos hicieron cinéfilos. Intentar. Lo que hemos de tener presente es el hecho de hacer películas que resistan cualquier tropelía.
--No suele ser normal escuchar a un cineasta siendo tan positivo y claro al respecto.
--También es cierto que tal vez desde el periodismo subvencionado se ha emitido ese discurso de que el cine ha muerto a favor de otras cosas que también están acabando con el periodismo, de hecho. No creo que eso pase. Hemos de currar en todo y ser anfibios.
--Y usted asegura que tiene ganas de explorar las posibilidades de la tele. ¿En qué sentido cree que puede hacerse?
--Hay muchas narrativas que permiten el formato seriado y sobre todo la digitalización de las plataformas que aún no están exploradas del todo. Por ejemplo, desde un documental musical en el que si clicas puedes ver intervenciones enteras, algo parecido a las notas a pie de página de un libro y tener una duración a la carta en función de tú interés a cosas que ya apuntaron directores como Raoul Ruiz, Assayas, Peter Watkins hace unos años o la serie de Martín Patino, que me parece una gloria que se debería rehacer.
--¿Se ve en esas o en otras vías posibles?
--Sí, yo lo voy intentando. Yo llevo unos proyectos, ellos me ofrecen otros y pocas veces se da la intersección de que nos interese lo mismo. En Apagón ha pasado con Fran y espero que surjan otros que hablamos ahora.
--Por el momento esta la serie de Movistar+ y una película a punto de estrenar, 'Un año, una noche', una coproducción con Francia.
--Ya mis primera película tenía escenas rodadas en Francia, tal vez la diferencia es que esta vez el presupuesto es mayor.
--¿Pasa por allí el futuro del cine, aunque sea para tener un mayor presupuesto?
--Sí, nosotros hace años que lo hacemos. Cuando sucede de forma natural y hay afinidad artística es ideal.
--Más allá de lo positivo que es para la cinta, ¿no es triste que se tenga que buscar ayuda económica fuera porque no hay suficiente en el país?
--Mejor no poner todos los huevos en el mismo cesto, dicen. Yo espero que los éxitos de este año hagan que se entienda. Yo alguna vez se lo he dicho a políticos con los que he coincidido, igual para que los políticos y la sociedad lo entiendan no tendríamos que hablar tanto de cultura sino de economía y recordar que la cultura es un porcentaje altísimo del PIB y eso no hace otra cosa que revertir en la sociedad. El hecho de que nuestra peli sea mayoritariamente española y un poco francesa hace que tres millones de euros acaben revertidos en España.