La explosiva Noruega de Hallvar Witzø y Johan Grande
El cineasta aterriza en nuestras pantallas con 'Todo el mundo odia a Johan', una comedia contra los prejuicios llena de bizarreces y destellos de belleza
19 agosto, 2022 00:00Hallvar Witzø (Leksvik, Noruega, 1984) no es un cineasta al uso. Desde que empezó en esto del cine sus historias se han caracterizado por un sentido del humor que tiende al absurdo. Un ejemplo claro Todo el mundo odia a Johan, una comedia disparatada y llena de explosiones que tiene mucho más que decir de lo que uno piensa.
"Me gusta usar personajes muy extremos para contar historias de manera más efectiva", admite sin tapujos. Y lo consigue. La historia de Johan Grande es la de un niño cuyos padres se hicieron impopulares en la guerra por detonar puentes, con la mala fortuna que también derribaron el que iba a servir para recibir ayuda.
El protagonista crece rodeado de explosivos y de unos padres que no son muy queridos. A partir de allí se suceden una serie de catastróficas desdichas que no hacen más que incrementar el odio del pueblo hacia los Grande y, en particular, contra Johan.
El supuesto niño raro no se detiene. Se exilia y regresa para hacer su vida en el lugar donde creció y tratar de reavivar la llama del amor de su querida Solvor. Los prejuicios, la ira y los celos hacen acto de presencia. Todo, aderezado con explosiones y no de pedos como sucedía en Swiss Army Man, un film con Daniel Radcliffe y Paul Dano con el que comparte espíritu.
"Me encantan las situaciones de envidia y celos, creo que lo absurdo lo impulsa a lo divertido", que es lo que realmente es todo ello. Witzø logra, a través de lo bizarro, hablarnos del sinsentido de nuestros prejuicios, de nuestros celos, estereotipos y envidias. Unas características que reúne Solvor que no logra dejar ir lo que realmente siente, presionada por su madre y la sociedad. Todo lo opuesto a su pretendiente.
El cineasta subraya que "Johan trata de reconectar con ella sabiendo que le ha destrozado su aspecto físico. Y, ella, en vez de aceptar esa disculpa, se deja guiar por lo que piensa la sociedad, que la acepta como víctima pero no puede aceptarla como su novia". Es allí donde el noruego pone sobre la mesa una posición no muy popular pero que se ajusta perfectamente a la película: "para ella es más confortable ser una víctima. No le requiere mucho esfuerzo, más allá de su tristeza. Eso no le da miedo, sino salir de esa situación y seguir lo que te dice el corazón y no lo que dicta la mente".
Viendo el tráiler parece imposible que una película tan disparatada pueda tener algún tipo de mensaje. El espectador estará equivocado si se queda sólo con eso y no se da la oportunidad de ver una cinta que contiene momentos de una ternura que llegan a emocionar por su belleza y el modo en el que llega a ella. "El amor es explosivo, ¿no? En vez de usar metáforas bonitas y pequeñas, fui a por las grandes. Johan expresa sus emociones a través de los explosivos, cuando está contento detona cosas y cuando está muy enojado también. La belleza de Johan es que se expresa tal y como lo siente, lo puedes escuchar desde lejos".
Este es el sello del cineasta que lo ha llevado a presentar su trabajo en diversos festivales del mundo, entre ellos el BCN Film Fest, sin necesidad de ponerse denso. "En vez de hacer largas escenas que expliquen porque alguien odia a otro, prefiero hacerlo rápido para mostrar lo absurdo de todo".
Es por ello que le "gusta añadir elementos de dibujos animados, porque puedes estirar y ajustar a los personajes en direcciones en las que los personajes pierden toda credibilidad o realismo" y llegar directamente a la emoción del espectador cuando menos se lo espera. "Esta es la manera en la que quiero contar historias. Una forma de hacerlo que va por direcciones absurdas. He crecido con muchas referencias con historias como Cocoon o los films de Robert Zemeckis que son bigger than life. Yo quiero contar dramas desde lugares absurdos y cómicos", defiende.
No es fácil y menos para él que viene de un pequeño pueblo en el que soñar con hacer películas era casi imposible, "muy extraño". Aun así, él se empeñó desde muy joven. "Mi padre tenía una cámara VHS y yo ya hacía cosas explosivas como incendiar un coche de juguete con gasolina y dejarlo caer por una colina. Luego tuvimos que extinguirlo para no incendiar todo el pueblo", cuenta a modo de anécdota que hace recordar mucho al protagonista del film.
La historia en sí parte de este tipo de vivencias, "del lugar donde me crié". "Crecí escuchando historias como estas, en las que una parte pequeña es verdad y una mayor parte inventada para hacer el relato más divertido. Mucho de lo que se ve en el film son cosas que me han pasado no tanto a mi como a personas con las que crecí", asevera.
En este sentido, el guion, firmado por Erlend Loe, salió casi solo. Aun así lamenta que "los personajes originales eran fáciles de imaginar cuando era más joven y estaba más cerca de estos elementos que ahora que estoy en una gran ciudad". Aunque tampoco le ha ido mal desde que se mudara a Estocolmo a estudiar cine con 19 años, los mismos que lleva ahora en la industria.
"Empecé sirviendo cafés con Alexander Skarsgård en el set y hasta ahora. Me pareció muy divertido, le he dedicado a esto ya media vida y no sabría hacer otra cosa si no hiciera películas", admite. Films que llevan un sello propio, como Todo el mundo odia a Johan, que habla de él y de lo que le atrae.
"Una de las cosas por las que creía importante contar esta historia es porque generalmente amo a las personas que son distintas y no encajan en moldes. A mi me encanta ver gente diferente, pienso que el mundo va en la buena dirección cuando la gente es tan distinta y hay espacio para serlo y para la aceptación de la diferencia", sentencia. Una convicción que se respira en esta explosiva comedia que vale la pena disfrutar en una sala grande. "La audiencia será la que decidirá", como indica Witzø sobre el futuro del cine.