El separatismo ha demostrado una capacidad de resistencia insospechada, incluso con una participación récord, por encima del 81%, y una movilización casi por igual en todos los territorios. El constitucionalismo, que se concentra en los históricos resultados obtenidos por Cs como primera fuerza en Cataluña, avanza de forma significativa pero insuficiente. Ha crecido globalmente cuatro puntos y se sitúa por encima del 43%. Ahora bien, la suma de los tres partidos independentistas saca prácticamente los mismos resultados en porcentaje de votos que en 2015 y se beneficia de una sobrerrepresentación en diputados en Lleida y Girona.
Con 70 diputados separatistas y la victoria de Junts per Catalunya por encima de ERC, la reelección de Carles Puigdemont parece inevitable. Eso nos sumerge en un escenario absolutamente surrealista. La mesa del nuevo Parlament va a hacer juegos malabares para intentar que alguien que no podrá comparecer en Barcelona (sin ser detenido) para hacer el discurso de investidura pueda ser elegido. Quien puede lo más puede lo menos, y los precedentes de la anterior legislatura no auguran nada bueno sobre la capacidad de los separatistas para retorcer tanto el reglamento del Paralment como la Ley de la Presidencia de la Generalitat y del Govern. El resultado electoral puede acabar haciendo president a un enloquecido Puigdemont que desde Bruselas nombre y dirija un nuevo Govern en el exilio. Mucho me temo que la Cataluña surrealista no ha dicho su última palabra.
La situación tras el 21D es catastrófica. Nos sitúa en un pantano político que va a seguir dañando la economía y polarizando fuertemente la sociedad
La situación tras el 21D es catastrófica. Nos sitúa en un pantano político que va a seguir dañando la economía y polarizando fuertemente la sociedad. La crisis en Cataluña va a trasladarse probablemente al conjunto de España. El desastre para el PP de Mariano Rajoy es monumental y puede acabar desestabilizando su frágil mayoría parlamentaria. La guerra dentro de su partido no va a tardar en llegar a fin de evitar el sorpasso de Ciudadanos a nivel nacional. "Si no cambias, te cambian", sería la lección catalana de estas elecciones para los populares. Los socialistas se estrellan en su estrategia de seducir al nacionalismo moderado, a costa de perder muchos votos hacia Cs como consecuencia de haber desatendido a su electorado catalanoespañol, lo cual da idea de hasta qué punto Cataluña vive una polarización insalvable.