Los precios se han disparado por elementos al margen de la energía, entre ellos la alimentación / EP

Los precios se han disparado por elementos al margen de la energía, entre ellos la alimentación / EP

Business

Los precios se han disparado un 50% más sin el componente energético

La inflación subyacente ha subido más de seis puntos en los últimos 18 meses y se sitúa a sólo cinco décimas del IPC, al que podría superar en breve

1 diciembre, 2022 00:00

El comportamiento de los precios desde el verano de 2021, cuando comenzaron a dispararse prácticamente sin control, está cerca de derivar en un escenario que no es inédito pero sí anómalo: que el incremento de la inflación subyacente supere, en términos interanuales, el del IPC. El dato avanzado correspondiente a noviembre que ha publicado recientemente el Instituto Nacional de Estadística (INE) permite concluir que los precios se han elevado en torno a un 50% al margen del elemento energético al que muchos, incluido el Gobierno, han atribuido el fenómeno inflacionista.

Las cifras del INE, que deberán corroborarse dentro de dos semanas, arrojan una distancia de apenas medio punto entre el IPC, cuya evolución interanual se sitúa en el 6,8% en el penúltimo mes de 2022, y la inflación subyacente, con un 6,3%. 

Una estadística con lecturas contrapuestas. Por un lado, un IPC que marca su cota más bajada desde el pasado enero o, lo que es lo mismo, desde que en el escenario macroeconómico aparece como foto fija la guerra en Ucrania. Y, por el otro, una inflación subyacente que, lejos de corregir su tendencia alcista, la prolonga hasta el punto de que los expertos auguran que durante los próximos meses superará al IPC.

Un escenario poco habitual, que ya se dio en el entorno de la anterior crisis financiera; en primer lugar en 2007, poco antes de que se manifestaran los primeros síntomas, y después en 2009 y 2013, aunque con cifras de crecimiento mucho más moderadas que las actuales. 

Dato más fiable

En realidad, la evolución de la inflación subyacente hace tiempo que inquieta a los analistas mucho más que la del IPC. Se trata de la evolución de la cesta de la compra con la exclusión de los elementos más volátiles, entre los que destacan el energético y el de los alimentos no elaborados, los comúnmente conocidos como “frescos” (frutas, verduras, pescados, etc). 

Precisamente, el indicador tiene como razón de ser sacar del cálculo aquellos componentes que pueden distorsionar el dato de la evolución de los precios de forma artificial y muy localizada en tiempo, lo que hace que para muchos economistas sea el dato más fiable de inflación, por encima del propio IPC.

Desigual evolución

Pues bien, la inflación subyacente cerró la primera mitad de 2021 con un incremento interanual del 0,1%. De este modo, en poco menos de 18 meses se ha disparado nada menos que 6,2 puntos.

Una evolución alcista notablemente más pronunciada que la del IPC, que ha pasado del 2,7% interanual que registraba aquel junio de 2021 al 6,8% que señala el dato adelantado del IPC. Como se puede apreciar, el desigual ritmo ha acortado la distancia entre ambos a apenas cinco décimas desde los 2,6 puntos del primer semestre del pasado ejercicio. 

Cifras inéditas en 40 años

Las cifras dejan bien a las claras que detrás del fenómeno inflacionista hay factores más constantes que el energético. Si bien las tensiones en los mercados de materias primas y de electricidad llevaron a mediados de año al IPC a sus cotas más elevadas de los últimos 38 años (10,8% interanual en julio), la distensión ha provocado también un descenso notable de cuatro puntos en apenas cuatro meses.

No ha sucedido lo mismo con la inflación subyacente, que en este mismo periodo agosto-noviembre se ha elevado dos décimas, desde el 6,1% que marcaba ya en julio.

Alimentos en un supermercado Eroski / EP

Alimentos en un supermercado Eroski / EP

Esta hecho explica la circunstancia de que los consumidores hayan tenido que afrontar subidas de precios en los productos que adquieren con frecuencia mucho más pronunciadas que las que indica el IPC. 

Los datos del INE ilustran que los incrementos en determinados subcomponentes de la cesta, entre ellos productos de alimentación muy habituales en el consumo diario, han superado el 15% en los últimos meses. 

¿Todo a causa de la guerra?

Desde que los precios comenzaron a subir con fuerza pero especialmente desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, el Gobierno ha culpado al conflicto bélico de la escalada inflacionista por su impacto en los precios de la electricidad y de los combustibles. 

Sin embargo, a partir de la segunda mitad del año, e incluso ya algo antes, las cifras desmontan este argumento, hasta el punto de que en la actualidad es precisamente el comportamiento de los precios energéticos lo que contribuye a que la inflación no sea aun más elevada.

De hecho, el IPC ya cerró 2021 en el 6,5%, apenas tres décimas por debajo del dato de noviembre y aun sin el influjo de la guerra. Este 2022, es la inflación subyacente la que está muy cerca de esa cota. Y, obviamente y por definición, sin el componente energético.