El independentismo se da de bruces con su mayor enemigo: la economía
El anuncio de traslado de sedes sociales de las grandes empresas catalanas genera más partidarios de la unidad que todos los discursos políticos
8 octubre, 2017 00:00“Hacían estudios teóricos. Siempre les salía que la independencia era buena, incluso calculaban que existiría algo de boicot al producto catalán. Los Sala-Martín y otros economistas del Col·lectiu Wilson pensaban que era cosa de unos meses de penuria y luego, en una Cataluña independiente de España, todo iría mejor: la banca, las pensiones, las infraestructuras. Como siempre han mentido con el déficit fiscal, en los argumentarios hacían servir sus propios números para cuadrar la tesis: con lo que deja de robar España seremos más ricos”. Es la frase de una de las personas que ha contribuido a que las principales empresas catalanas dejen de serlo de golpe. Cataluña, de facto, se queda sin grandes empresas de capital propio. Así será en términos de sede social y, en consecuencia, tributarios. Aunque la medida se ha presentado como temporal, nada hace suponer que la reversibilidad sea inmediata, ni tan siquiera ante un eventual acuerdo político, añade esa fuente.
Lo curioso es que ni los discursos inmmovilistas del Gobierno de Mariano Rajoy ni la reciente intervención del rey Felipe VI en contra del golpe al Estado de derecho habían resultado tan desincentivadoras para el independentismo como la decisión de la banca catalana (Sabadell, Caixabank y Mediolanum) de emigrar su sede social y tributaria fuera del territorio de origen. Los efectos económicos no provocarán la ruina de Cataluña, es obvio, pero lo sucedido es una señal inequívoca de las intenciones del mundo empresarial y, por tanto, del trabajo. “Los anarquistas han tomado Cataluña. Se presentan de otra manera, pero su intención acaba siendo la misma: arruinarnos a todos”, explica categórico otro directivo de una de las compañías que saldrán fuera de la comunidad cuando se complete el proceso de inscribir su nueva sede social en el registro mercantil de destino.
Enviar mensajes claros de españolidad
¿Qué es lo que ha llevado a la banca y a otras empresas a adoptar ahora la decisión? Dos son las razones básicas: una señal clara a todos los políticos y al conjunto de la población española de la apuesta por la españolidad del sector de la gran empresa y una protección jurídico-legal ante una eventual declaración de independencia que pusiera a las compañías bajo la tutela de un gobierno de composición e intenciones aún ignotas en un marco de revueltas y tensión social.
“La medida tiene algunos efectos tributarios que no se deben olvidar”, recuerda el economista Gonzalo Bernardos. La ley general tributaria asimila sede social con sede fiscal. Eso significa a la práctica que los impuestos de carácter autonómico que las grandes empresas pagan cambiarán de geografía. “El más importante es el impuesto de transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados”, recuerda el economista especializado en balanzas fiscales y director de Fedea, Ángel de la Fuente.
Merma de recaudación fiscal catalana
La decisión no afecta al producto interior bruto (PIB) catalán de manera notable, pero sí a los ingresos fiscales del Presupuesto. De acuerdo con los datos de la Agencia Tributaria Catalana, sólo en los primeros seis meses del año la Generalitat ha recaudado por ese tributo 954,4 millones de euros. “Una parte importante procede del mercado inmobiliario --recuerda Bernardos--, que ahora está bloqueado”. Las empresas tributan a las haciendas autonómicas casi cada vez que pasan por el notario para dar fe pública de una operación. Sea una compra de un bien, alguna operación de capital, documentos judiciales como embargos u operaciones de capital (aumentos disminuciones) están gravadas por este impuesto cedido a las autonomías. Incluso las letras de cambio generan ingresos a las autonomías.
Video sobre las empresas que han decidido cambiar su sede social
Ni al Sabadell ni a Caixabank, sin embargo, les importa en exceso a quién deben satisfacer sus impuestos autonómicos. Lo que necesitaban era dar una señal clara al mercado ante lo que sucede. “En un pequeño pueblo de Huelva, en el que la única oficina bancaria es de Caixabank se han producido colas en los cajeros automáticos para retirar efectivo. Han tenido que reponer el cajero dos veces en un día, algo inaudito para una población de menos de 2.000 habitantes”, explica un colaborador de este medio.
Cuentas en Aragón y otras comunidades
En Fraga, localidad aragonesa limítrofe con Cataluña y bien comunicada por autovía y autopista, una sucursal del Banco de Santander registraba estos últimos días una inusual actividad en sus ventanillas. “La mayoría de los clientes eran catalanes que querían abrir cuenta u operar con una cuenta espejo para poner a salvaguarda sus ahorros o los de sus empresas”, explica un empresario conocedor de lo acontecido. Ha habido, por un lado, miedo a un corralito financiero y, por otro, un boicot encubierto a los intereses empresariales catalanes hasta que la banca ha decidido mostrar a las claras su españolidad. Un director de sucursal del BBVA en una localidad oscense explica que muchos veraneantes catalanes han pasado por su despacho en el último mes.
Imágenes de las sedes barcelonesas de Banco Sabadell y Caixabank
Tanto Caixabank como Banco Sabadell tienen ya más negocio español fuera de Cataluña que dentro. El perjuicio, por tanto, era potencialmente mayor de seguir la fuga de depósitos y el trasvase de clientes que llegó a crear alarma en los servicios centrales de ambas entidades financieras. Este medio ha podido conocer comunicaciones entre los empleados de las sucursales y los considerados mejores clientes en las que se intentaba frenar esos movimientos, sin excesivo éxito hasta que se ha producido la oficial comunicación del cambio de sede social. De hecho, empleados de ambos bancos tienen instrucciones de contactar vía telefónica a partir de mañana con los clientes para tranquilizarles y asegurar que el banco ha obrado como convenía.
Traslado preventivo de sede social
¿Y eso que tiene que ver con otras empresas, como las inscritas en el grupo industrial de La Caixa bajo el paraguas de Criteria? La posibilidad de que prosperase una declaración de independencia generaba una inseguridad jurídica que accionistas, empleados y directivos han querido conjurar de inmediato. Ninguna de esas grandes corporaciones quiere tener problemas en el mercado por el hecho de ser catalana. De ahí que la decisión persigue, sobre todo, hacer pública su disconformidad con lo que el Gobierno de la Generalitat pretende. "En España, en el ámbito de los negocios, ya se distingue entre los buenos y los malos catalanes", se lamenta un empresario consultado.
Por si todo eso fuera poco, el mundo de la gran empresa no ha sido nunca partidario de romper la unidad de España. Lo que sucede en pequeñas patronales como Pimec y Cecot es distinto: intentan mantener equilibrios entre sus asociados defendiendo el derecho a decidir, ya que sus representados son pymes como morfología principal. Algunas tienen un mercado de referencia sólo catalán (una cadena de gasolineras o de supermercados, por ejemplo), pero muchas otras operan también en el resto de España y en el extranjero. De ahí que la apuesta sea mantener la ambigüedad o el silencio cómplice. En cambio, las empresas cotizadas o con regulaciones gubernamentales a su negocio sí que tienen en consideración quién y cómo manda en cada territorio en cada momento.
Ni el catolicismo los unió
Isidro Fainé ha estado detrás de una buena parte de los movimientos de las últimas horas. Hombre de diálogo y poco dado a los pronunciamientos políticos, el presidente de la Fundación Bancaria La Caixa y de Gas Natural ha aguardado hasta el último momento para poner su grupo de empresas en posición de salida mientras las dudas sobre la actuación de Puigdemont crecían. Fainé no olvida los desaires que Artur Mas le hizo en público, incluso en mítines, cuando vino a decir que la banca les tomaba por “tontainas” y que se darían codazos por estar en Cataluña. A Mas nunca le gustó que Fainé fuera crítico con su proceso de independencia y quiso dejar claro que el poder político siempre se sitúa por encima del económico en términos de legitimidad democrática. Fainé, a su vez, más prosaico, opina que Mas enloqueció y pese a la buena sintonía inicial entre ambos su relación personal es hoy tirante.
Con la llegada de Puigdemont a la presidencia de la Generalitat, el todopoderoso empresario catalán se sintió menos cómodo todavía con la institución. No le gustaban las veleidades soberanistas del hoy presidente y no se cortó en hacérselo saber cuando tuvo oportunidad. Las relaciones entre el Gobierno y el primer grupo industrial español que controla Fainé pasaron a finales de 2015 a manos del nuevo vicepresidente de Economía, el republicano Oriol Junqueras. Unidos por un profundo catolicismo, se especuló con multitud de reuniones secretas de diálogo entre ambos que jamás se confirmaron. Lo que sí dejaba caer Fainé en privado es que el dirigente de ERC no le generaba ninguna confianza.
Fainé habla para dentro y para fuera
Con ese estado de cosas, el hombre fuerte del grupo La Caixa ha decidido tocar el silbato para que todas sus participadas se pongan camino de nuevas sedes sociales fuera de Cataluña. Ya lo han hecho Gas Natural y la holding de Agbar, pero le seguirán Abertis, Cellnex y todas aquellas que en el mundo de los seguros u otras actividades siguen tributando desde Barcelona. Que grupos de empleados de las oficinas centrales de La Caixa salieran a cortar la Diagonal tras el 1-O tampoco fue una buena noticia para el mandamás. Las decisiones tomadas eran, por tanto, un mensaje a todos aquellos que no tenían claros los intereses que él defendía en nombre de los accionistas. Incluidos, además, algunos miembros del consejo de administración de Caixabank, como el propio presidente Jordi Gual o el economista Xavier Vives, muy bien relacionados con el entorno convergente y que apostaban por esperar más acontecimientos antes de tomar una determinación con tanto significado y capacidad de arrastre en el ámbito de las empresas.
¿Con esto acaba ya el golpe empresarial al independentismo? “No, muchas empresas multinacionales que tienen sede en Cataluña pero que atienden desde aquí el mercado español o ibérico seguirán la estela. No querían ser las primeras, pero irán actuando en los próximos días”, explica un dirigente de Foment del Treball. Se refiere a multinacionales como Nestlé, radicada en Esplugues de Llobregat, o algunas químicas alemanas como Bayer u otras del polo químico de Tarragona, que no se sienten cómodas con la situación política catalana y a las que sus gobiernos de origen les presionan. No son las únicas. Vueling, que no podría quedarse fuera del espacio de la UE, es también candidata a cambiar su localización social.
Fractura y corralito, incertidumbres
El mensaje de tranquilidad que Junqueras y otros dirigentes nacionalistas han emitido durante meses sobre las pensiones y la tributación queda desnudo tras la actuación de las grandes empresas. El corralito planea como una posibilidad con la que la población no contaba. “Dicen que no afectará, pero recuerdo el caso de Argentina. Entonces, tampoco el Banco Santander tenía la sede social allí, pero sus clientes argentinos no podían sacar el dinero”, rememora Bernardos. Y justo ese temor es el que ha despertado una inusual actividad de consultas de los clientes que a punto ha estado de bloquear la operativa de las sucursales bancarias. En otros ámbitos empresariales, la división y fractura producida por la aventura política iniciada por el Parlamento catalán el 6 y 7 de septiembre genera también una enorme casuística de desencuentros que va desde la cancelación de pedidos a empresas catalanas hasta la virtual parálisis del mercado inmobiliario barcelonés ante inversores extranjeros en uno de los momentos más álgidos de su historia reciente.
Circula por las redes un chiste referido a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, según el cual propondrá a Puigdemont ser su consejero honorífico de Economía por haber conseguido atraer en pocas horas tantas y tan cualificadas inversiones. Con independencia de la necesaria desdramatización de los serios acontecimientos políticos, lo cierto es que el independentismo tiene ahora razones más poderosas que una foto de policías cargando contra votantes a la hora de proseguir con sus propósitos de cumplimentar la secesión.