Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) / EP

Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) / EP

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El FMI 'condena' a España a pagar 10.000 millones más por su deuda

El reciente acuerdo del Eurogrupo no ha hecho rebajar la prima de riesgo española, lo que sumado a la necesidad de elevar las emisiones dará como resultado una cuantiosa factura

20 abril, 2020 00:00

España afronta una crisis económica de dimensiones inéditas desde la Gran Depresión, con una situación financiera que amenaza con encarecer el ingente gasto que va a tener que realizar, como el resto de países de su entorno, para tratar de paliar las consecuencias de la pandemia del coronavirus. En su caso, el problema se complica porque esta circunstancia incrementará aún más su, ya de por sí, abultada deuda pública. Y porque el coste de financiarla no ha hecho sino aumentar desde el comienzo de esta pesadilla. Una especie de tormenta perfecta que podría traducirse en una factura adicional próxima a los 10.000 millones de euros, que llegará en el momento más inoportuno.

La cifra no deja de ser una estimación, como todas hasta que no se conozca al alcance real de la crisis del Covid-19. Pero hace unos días, el mundo financiero se estremecía con las tradicionales previsiones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI), esperadas más que nunca en este 2020. El organismo multilateral dibujó un panorama más propio de un apocalipsis, con caídas de entre el 6% y el 9% para las principales economías del mundo. España no salía precisamente bien parada, con un pronóstico de evolución del PIB del -8% para 2020 y, lo que aún es más grave, una recuperación del 4,3% al año siguiente, que descarta la idea de una reacción en forma de V.

1,3 billones de deuda

Sin embargo, tanto o más inquietante aún es la previsión sobre la evolución del déficit y, sobre todo, la deuda pública. El FMI considera que esta variable cerrará el año en el 113,4% del PIB, frente al poco más del 95% en el que se sitúa en estos momentos. Los más optimistas hablan de un porcentaje más alto pero referido a una referencia menor. Los más realistas hacen cálculos. En términos absolutos, la deuda española se elevará durante este año en unos 100.000 millones de euros, hasta alcanzar 1,3 billones.

Más deuda supone, de entrada, un mayor coste de financiación. Pero esta circunstancia se ve agravada si, además de mayor, la deuda es más cara. Y es, precisamente, el escenario con el que se encuentra el Estado.

Costes al alza

Según los datos presentados por el Tesoro Público, España pagó en 2019 unos 24.000 millones de euros por el coste de su deuda, lo que suponía un notable ahorro de algo más de 2.000 millones de euros en relación con el dato del año anterior. El organismo explicó entonces que una de las claves de esta evolución había sido la reducción del coste medio, que se había situado en el 2,19%, dos décimas por debajo del registrado en 2018.

A pesar de que 2019 volvió a ser un año de inestabilidad política, con un Gobierno en funciones durante gran parte del mismo y hasta dos elecciones generales, y las estimaciones apuntaban a una cierta ralentización del crecimiento, el apetito del mercado por el bono español se había incrementado de forma notable. La prima de riesgo, el diferencial de rentabilidad con el bono alemán, se situaba por debajo de 60 puntos básicos y el Estado se financiaba a corto plazo con tipos negativos; y a largo, a intereses en el entorno del 0,25%.

Eurobonos a la desesperada

La crisis ha volteado la situación, de tal manera que la prima de riesgo se ha multiplicado por más de dos y el desplome del bono de referencia a 10 años ha hecho que su rendimiento, es decir, el interés que debe pagar el emisor, lo haga por más de tres. De modo, que el Estado afronta ahora la situación de una mayor deuda y, además, notablemente más cara.

De ahí que España, junto a Italia, haya sido el país que con más insistencia haya reclamado en el seno de la zona euro la adopción de un instrumento conjunto de emisión de deuda, los ya célebres eurobonos o coronabonos. El país transalpino presenta una deuda aún mayor en términos relativos que la española, por encima del 130% del PIB, y las previsiones del FMI la sitúan en el 155% al cierre de 2020. Su prima de riesgo se ha disparado por encima de 200 puntos y en algunos momentos estuvo incluso cerca de superar la griega, la más elevada de la eurozona.

El alivio del BCE

Ante el peligro de que se reprodujera una crisis de deuda como la de 2008, Europa decidió intervenir. El Banco Central Europeo desplegó toda su artillería con un programa de compra de deuda de 750.000 millones, que podría incluso ser ampliado. Esa acción, junto a las medidas acordadas por el Eurogrupo, que movilizará 550.000 millones más para ayudas a estados, empresas y desempleados, llevaron algo de calma a los mercados. España, que vio la prima de riesgo escalar hasta los 160 puntos básicos y al bono a 10 años por encima del 1%, respira algo mejor. Pero no ha sido suficiente. Desde el pasado Jueves Santo, cuando se anunció el acuerdo del Eurogrupo, el diferencial ha vuelto a subir y ya roza los 130 puntos básicos.

Un instrumento que permitiera mutualizar deuda emitida por un organismo comunitario y, de este modo, repartir el riesgo entre los estados miembros solventaría gran parte del problema. Pero Alemania y Países Bajos, que se financian a tipos negativos, se oponen con firmeza. También lo hace Finlandia, cuya prima de riesgo se encuentra por debajo de 30 puntos básicos, como en el caso holandés. La situación es radicalmente distinta. Sin ir más lejos, el FMI también pronostica un notable incremento de la deuda pública en Alemania y, aún así, la estimación la sitúa a finales de 2020 en algo más del 68% del PIB. Realidades incomparables.

Pagar el doble

Sin coronabonos, al menos por ahora, España se ve abocada a asumir los riesgos en solitario. Las últimas emisiones que ha llevado a cabo han sido una muestra muy representativa. No ha tenido ningún problema en colocarlas pero al doble de precio. Las compras del BCE contribuirán a aliviar algo la situación. Pero la entidad emisora no puede centrarse en el caso español o el italiano y, además, su programa también incluye deuda privada.

Desde que comenzó la crisis, la población está muy pendiente de la ya archiconocida curva del coronavirus. A partir de que la pandemia esté más o menos bajo control, la pelea estará en doblegar la otra curva, la de los tipos. De lo contrario, la salida de esta situación podría condicionar la economía del país incluso hasta que llegara la siguiente recesión.