La pertinaz debacle de Electro Stocks
El momento de la transferencia no pudo ser más oportuno para los dueños, pues gracias a la burbuja del ladrillo la compañía acababa de cerrar su ejercicio más brillante, con unas ventas y unos beneficios de 317 y 28 millones, respectivamente. En ese momento, Electro Stocks contaba con una red de 80 almacenes desperdigados por toda la geografía española y empleaba a 1.100 personas.
En paralelo, puede decirse a toro pasado que Apax escogió el peor momento de la historia para la compra, pues casi de inmediato el mercado inmobiliario se desplomó y arrastró a los sectores que viven de él, en particular los instaladores eléctricos.
Así, Electro Stocks ha encadenado desde entonces un ejercicio tras otro de resultados adversos, con unas pérdidas acumuladas de más de 131 millones de euros. En 2014 el déficit, lejos de aminorar, subió de 11,1 a 14,3 millones. Los fondos propios bajaron de 60 a 45 millones y la plantilla, de 852 a 777 colaboradores.
Un dato invita a la esperanza. Gracias a la mejora del negocio del ladrillo, las ventas dejaron de caer por vez primera desde 2007 y avanzaron de 168 a 178 millones.
La red de puntos de venta del grupo, acogidos a los pabellones Electro Stocks, Candía Eléctrica y Kilovatio Galicia, se ha reducido a 57 almacenes ubicados en 28 provincias, más un centro logístico en Caldes de Montbui.
La compañía cuenta con más de 20.000 clientes. Su oferta abarca un millón de referencias de 1.500 marcas.
El desastre de Apax en Electro Stocks recuerda a otro fiasco similar que el mismo fondo experimentó con la firma catalana Panrico, fabricante de Donut. La adquirió en 2005 por 775 millones y tiempo después hubo de regalarla a los bancos acreedores.